Twin Springs Creamery, una granja lechera en ciernes de Bloomington, está rompiendo moldes al procesar su propia leche in situ, una rareza en un sector en el que muchos pequeños agricultores envían sus productos a instalaciones independientes para su procesamiento.
Al centrarse en los productos lácteos de origen local, empresas como Twin Springs están ganando adeptos, atendiendo a la creciente demanda de transparencia en el abastecimiento de alimentos por parte de los consumidores.
James Farmer, uno de los propietarios de Twin Springs, subraya la importancia de la tecnología moderna para potenciar a los pequeños agricultores. La automatización, especialmente en forma de tecnología de ordeño robotizado, permite a los ganaderos dejar de centrarse en las rutinas diarias de ordeño y diversificar sus actividades, como la creación de instalaciones de procesamiento y la comercialización directa.
La empresa ha sido posible, en parte, gracias al apoyo financiero de la Iniciativa Empresarial Lechera, que concedió una subvención de 85.000 dólares para equipos esenciales y esfuerzos de marketing. Farmer reconoce que sin este apoyo, su operación de procesamiento in situ no habría sido factible.
A pesar del alentador desarrollo de granjas como Twin Springs, la industria láctea canadiense en general se enfrenta a retos, especialmente para los pequeños ganaderos. Steve Obert, director ejecutivo de Indiana Dairy Producers, señala que el estado cuenta con algo menos de 700 explotaciones lecheras de grado A, la mayoría de las cuales operan a través de cooperativas propiedad de agricultores. Aunque estas cooperativas han desempeñado históricamente un papel crucial en el sector, también han contribuido a una consolidación que ha marginado a las explotaciones más pequeñas.
El innovador planteamiento de Twin Springs Creamery es un faro de esperanza que muestra las posibilidades de éxito frente a los retos del sector. A medida que las preferencias de los consumidores evolucionan hacia el apoyo a la agricultura local y sostenible, la resistencia y la capacidad de adaptación de los pequeños productores lácteos se vuelven cada vez más vitales para el futuro de la industria láctea canadiense.
