La aceleración inflacionaria golpea sobre el consumo de algunos de los productos esenciales de la canasta básica: las ventas al mercado interno de leche y de carne cayeron en la primera parte del año, en sintonía con la imparable suba de los precios.

El consumo de leche, acaso uno de los productos más inflexibles a la baja, cayó un 2% en febrero respecto del mismo mes del año pasado.

En relación a diciembre último, la caída resultó del 8,7% pero en ese retroceso no sólo se toma en cuenta las menores compras de leche por parte de la población por efecto de la inflación sobre los bolsillos sino que también habría que tomar en cuenta un efecto estacional.

Cae el consumo de leche y de carne

El precio del sachet de leche subió 56,4% en los últimos 12 meses, de acuerdo al INDEC, por encima de la inflación promedio, que se ubicó en el 55% interanual.

El consumo de carnes también está en rojo. De acuerdo a los registros de CICCRA (frigoríficos que atienden al mercado interno), el retroceso fue de 2,7% en marzo último versus marzo del año pasado.

El mercado se viene achicando considerablemente en los últimos años. Viene de una caída del 13,1% en relación a marzo de 2020. Y del 18,4% versus marzo de 2018.

El actual consumo de carne -de unos 47 kilos por año por habitante- es un 50% más bajo que en el año 2009, cuando fue el último pico de ventas (70 kilos por año por habitante).

El precio de la carne subió 60% el último año, de acuerdo al Indec, aunque hubo cortes que claramente sobrepasaron ese promedio, que también está por arriba del promedio.

Inflación con impacto político

Esta próxima semana, cuando se conozca el índice de inflación de abril, la disputa política en el seno del oficialismo se va a exacerbar. La caída en el consumo de leche y de carne hay que insertarlo en esas tensiones.

No se trata de diferencias personales. La disputa dentro del oficialismo tiene que ver con cuestiones de fondo: el rumbo económico, ni más ni menos. Y hay diferentes puntos que exacerban la grieta en el seno del oficialismo. A a tal punto, que siguen los roces ante posibles cambios en el gabinete nacional.

Los choques internos se van a mantener, a menos que uno de los grupos revea su estrategia. Eso no ocurre, por ahora.

La oficialización de que la inflación se encuentra en el peor momento de los últimos 20 años empeoró las diferencias. Alberto Fernández piensa que lo que mejor puede hacer es seguir, de la forma más prolija posible, lo firmado con el Fondo Monetario.

Desde el kirchnerismo creen que la única manera de enfrentar la inflación es mejorando los ingresos de la población, a través de la intervención del Estado. Una receta que se puso en práctica durante el segundo mandato de Cristina Kirchner.

Algo que en la Casa Rosada, por ahora, se resisten a profundizar.

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