La leche es el alimento por excelencia para los bebés, ya que proporciona todos los nutrientes que un bebé mamífero necesita para su desarrollo fuera del útero. La leche de vaca es una de las populares, ya que proporciona una gran variedad de proteínas y minerales. Sin embargo, cada vez son más las personas que presentan intolerancia a la lactosa, un azúcar difícil de digerir. Esto se debe a que las personas adultas, en realidad, no deberían tomar leche.
La leche contiene aproximadamente un 5 % de lactosa, un 4 % de grasas y un 3% de proteínas. También es una fuente de calcio, ya que es la proteína más presente en este líquido. La combinación de la caseína junto a ciertas grasas es lo que le aporta el color blanquecino a la leche de la vaca.
Composición química
La leche contiene diversas moléculas que no absorben el color, entre las que se encuentran la caseína, el calcio y las grasas. La caseína supone el 80 % de las proteínas de la leche, y esta se libera en el líquido en forma de micelas (grupos de varias moléculas de caseína unidas entre sí debido al fosfato de calcio u otros minerales). Estas micelas de caseína reflejan la luz, causando que la leche parezca de color blanco.
Leche amarilla
Existe un tipo de leche, conocida como calostro, que es de color amarillento. Esta es la primera leche de la madre y es fundamental para que los terneros fortalezcan su sistema inmunológico. Es amarilla porque es rica en betacarotenos, una sustancia que actúa casi como una vacuna.
El color amarillento en la leche también puede deberse a la acción de alguna bacteria o a la alimentación de la vaca, ya que una dieta rica en carotenos (presente en muchas hortalizas como las zanahorias o las calabazas) otorga a la leche un color amarillo verdoso.