El rubro de la leche se puede decir que está de plácemes puesto que la misma se sumó al andamiaje que han empujado organizaciones como Femeleche que preside Vicente Gómez Cobo para que el consumidor reciba lo que dice la etiqueta.
La agrupación también fue nodal para sacar adelante varias normas que garanticen la calidad de la leche en polvo, yogurt y quesos para evitar el producto hechizo.
Estos logros, ahora también se combinarán con el nuevo etiquetado para balancear el consumo de energéticos y proteínas. Faltaría, dice Gómez Cobo, una campaña gubernamental más en forma en pro de mejores hábitos alimenticios.
El mercado de la leche significa unos 300,000 mdp, casi un 1% del PIB. Genera un millón de empleos directos y hay unos 250,000 pequeños productores y 5,000 de leche en una cadena en donde la labor del establo sólo aporta 38 por ciento. Por cada leche que se vende 80 centavos son de utilidad para todos.
Con la pandemia los últimos tiempos no han resultado fáciles. El consumidor ha privilegiado grandes envases y la demanda creció. Los mayores fabricantes como Lala que lleva Arquímedes Celis o Alpura a cargo de Juan Bernardo Rojo debieron trabajar triples turnos.
Pero para el producto para llevar en las tienditas como yogurt o café con leche la historia es otra, dado que hay menos personas en la calle. El reto para esta industria está en los meses por venir. Con la crisis se verá mermado el poder de compra. En el 2009 la caída de las ventas fue del 10% y obvio ahora será mayor. Gómez Cobo prefiere no dar pronósticos ya que hay varios factores que pueden influir. Simplemente el rubro agropecuario es el que más se ha defendido.
Además si bien el negocio de la leche sólo crece cada año un 3% -lo que aumenta la población– también hay que considerar que el per cápita anual de leche es de 100 litros, por debajo de lo que recomienda la FAO que está en 188 litros. Europa está en 270 litros, EU 250 litros y Brasil 160 litros.
Por lo pronto, logros para acrecentar la confianza del consumidor.