El sector lácteo atraviesa uno de los momentos de mayor rentabilidad de los últimos años. La causa principal es la suba de los precios en origen, favorecida por la menor oferta de leche debido al ajuste de la cabaña y al traslado de parte de los animales hacia la producción de carne, hoy con cotizaciones muy atractivas. A este escenario se suma la caída en los costos de alimentación, con una baja en los valores de cereales, alfalfa y forrajes.
Mientras los ganaderos se benefician de este repunte, los productores de granos enfrentan una menor demanda como consecuencia de la reducción en el número de animales. La realidad confirma un proceso de reestructuración que en la última década llevó a pasar de más de 15.000 explotaciones a menos de 9.000, con una caída del rodeo de casi 800.000 a unas 740.000 cabezas.
La producción acompañó esta tendencia: en las últimas campañas se redujo de 7,42 a 7,26 millones de toneladas, un descenso del 2% que se mantuvo en el primer semestre de este año con una merma adicional del 1,5%. Frente a una demanda interna estabilizada en más de nueve millones de toneladas, la diferencia se cubre con importaciones de otros países comunitarios.
De cara a los contratos para los próximos meses —que se negocian hasta noviembre en la zona centro y hasta marzo en Galicia— se prevén valores de entre 0,52 y 0,54 euros por litro, con cotizaciones algo menores en Galicia y la Cornisa Cantábrica. En este contexto, organizaciones como Agaprol promueven acuerdos colectivos para mejorar la defensa de los productores.
Persisten desafíos estructurales
A pesar del repunte de precios, el sector sigue enfrentando interrogantes de fondo. La falta de relevo generacional y el redimensionamiento de las explotaciones marcan una tendencia de fondo que preocupa a los productores. Además, las importaciones de leche y derivados —en especial quesos excedentarios a bajo costo— generan inquietud por su impacto en la competitividad.
La supervivencia de las explotaciones depende de alcanzar precios rentables y estables, condición necesaria también para las industrias, que requieren materia prima suficiente y cercana a sus plantas para evitar costos elevados de transporte y dependencia de importaciones más caras desde Francia o Portugal.
En este delicado equilibrio, el futuro del sector se juega en la capacidad de sostener precios que garanticen rentabilidad para los productores, seguridad de abastecimiento para las industrias y competitividad frente al mercado europeo.
Fuente: La Tribuna de Talavera