La macro le juega una mala pasada a un sector con costos dolarizados e ingresos en pesos. Apuesta a la exportación y mercado interno con abastecimiento garantizado.

La palabra crisis no es nueva en la lechería argentina, pero en las últimas semanas adquirió nuevos ribetes, a partir de una macroeconomía con muchos desajustes, precios relativos distorsionados, devaluación del peso y un diferencial cambiario que impacta en la línea de flotación de numerosos tambos.

Para la industria láctea la ecuación es semejante. Suba de costos de producción, caída del consumo en el mercado interno, golpeado por la inflación y un escenario incierto hacia adelante. Sólo hay cierto optimismo en aquellas industrias vinculadas a la exportación.

El negocio de exportación se mueve por precios internacionales que se mantienen en niveles relativamente buenos, en especial para la leche en polvo, que es la referencia, pero en el sector todo parece tener un asterisco, una llamada que, dependiendo de lo que ocurra con la macro, la actividad podría mejorar o finalmente caer al barranco.

“Como en todas las actividades la macro impacta fuerte en el sector, por la inflación, la suba de costos, la distorsión de precios relativos y la caída del consumo interno”, asegura Alejandro Sammartino, productor y consultor lácteo y ex subsecretario de Lechería de la Nación durante la gestión de Cambiemos.

Sammartino considera que la lechería “necesita estabilidad” y explica que todavía no hay referencias de precios claras luego de la depreciación de tipo de cambio que el Gobierno decidió el 14 de agosto, sólo horas después de conocerse el resultado de las PASO y en medio de una negociación contrarreloj con el FMI para la liberación de un desembolso clave por US$ 7500 millones.

Éste es un dato clave, dado que, según fuentes del sector, tanto del segmento tambero como de la industria, estiman que “con la devaluación los precios tienen un delay de entre 4 y 5 meses”, de modo que aún no reflejan completamente el salto devaluatorio.

Animales - Vacas-.
Animales – Vacas-.

Medidas de incentivo

Consultado acerca de algunas de las medidas que tomó el Ministerio de Economía, como la segunda edición del Impulso Tambero o la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de la industria láctea, por sólo 88 días, hasta el 31 de diciembre, Sammartino destacó que “son puros parches en medio de un desastre macroeconómico”.

Este jueves 19 se publicó en el Boletín Oficial la resolución 1601/2023, según la cual el Ministerio de Economía aumentó un 20% el monto de la segunda cuota del Impulso Tambero, agregando además dos cuotas mensuales adicionales en noviembre y diciembre.

Las retenciones o derechos de exportación que se aplican a productos lácteos son del 9% en el caso de la leche en polvo, el principal producto de exportación -lo mismo que en el caso de la carne vacuna- y del 4,5% en los quesos. Y su quita no mejora en nada a los productores tamberos ni la industria pyme.

Para Alejandro Sammartino uno de los principales obstáculos es el diferencial cambiario, dado que el sector exporta con un dólar oficial (mayorista) de $350 menos retenciones, pero muchos insumos se calculan a dólar blue.

“Si hubiera unificación cambiaria muchos insumos bajarían”, pronostica y agrega que, por la sequía y los incentivos a los exportadores con diferencial cambiario, el mercado tiene escasez de granos, un insumo clave en la producción.

“El dólar soja y el dólar maíz chuparon (sic) la plaza de granos, así que está complicado el tema forrajero”, detalló el productor. La cuenta de alimentación se lleva en promedio el 60% de los ingresos, de modo que el golpe en los costos es muy fuerte.

Éste no es un dato menor, y además los analistas ponen el foco en que la lechería argentina tiene sus costos dolarizados pero sus ingresos en pesos. Un caso emblemático es el arrendamiento de los campos.

Se estima que en promedio el 50% de los campos se alquilan valuados en soja, por lo que un cambio en ese precio (por quita de retenciones o dólar diferencial) impacta en los costos del productor lechero. Así, la alternativa para los productores es sembrar soja, que es un commodity dolarizado, y no es negocio sembrar soja o maíz para “cosechar” leche o hacer quesos en pesos.

Pese a ello, a nivel de exportaciones hasta julio pasado los precios de exportación eran muy buenos, con niveles por encima de los US$4000 la tonelada de leche en polvo, en especial por la demanda de Brasil. A partir de julio los precios cayeron, pero de todas maneras “los escenarios hacia adelante son muy buenos”, aseguró Sammartino.

Realidades distintas

Desde su campo en Las Varillas, Córdoba, Marisa Boschetti, productora tambera y referente sectorial de Federación Agraria Argentina, explica que la foto actual del sector es de “mucha incertidumbre e inestabilidad”.

Hoy se observan tambos pequeños que van cerrando y también “grandes liquidaciones de vientres”, es decir, terneras y vaquillonas que van a faena, en lugar de seguir en producción, motivados por el elevado costo de alimentación.

Consultada sobre si esto puede afectar el normal abastecimiento de leche y quesos al mercado interno, Boschetti lo descartó de plano, pero afirmó que la situación termina golpeando a los más pequeños productores y la industria pyme.

“El mercado interno está garantizado, Argentina exporta el 25% de su producción y el resto abastece la demanda local, incluso hay sobre stock”, indicó la productora. Pese a ello, en el sector se estima que en los últimos seis meses pueden haber cerrado entre 200 y 250 tambos.

Con datos a septiembre -últimos disponibles- el productor recibió entre $111 y $114 por litro de leche producida, alrededor de un tercio del valor del sachet de leche fluida en las góndolas de supermercados.

“Pedimos una recuperación urgente porque el costo de producir leche no es menor a $130 el litro, e incluso en el caso de alguien golpeado por la sequía hoy necesita $150 por litro”, remarcó Boschetti.

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