El sector lácteo global enfrenta un desafío sin precedentes, con una caída de la producción impulsada por factores climáticos y económicos.
La producción mundial de leche ha entrado en un periodo de ajuste significativo, mostrando una contracción en el primer semestre de 2025. A pesar de las crecientes necesidades de la población global, el sector lácteo no ha logrado satisfacer la demanda, lo que ha generado un desequilibrio en el mercado. Este fenómeno se atribuye a una combinación de factores que están afectando a las principales cuencas lecheras a nivel global.
El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos han sido determinantes en esta tendencia. Regiones clave para el suministro mundial de leche, como Oceanía, han sufrido los efectos de prolongadas sequías que han reducido la disponibilidad de forraje y, consecuentemente, la producción. De manera similar, en Europa y América del Norte, las condiciones climáticas adversas y los altos costos de los insumos, como la energía y los fertilizantes, han afectado negativamente la rentabilidad y la capacidad de los productores para mantener los niveles de producción.
Este escenario ha tenido un impacto directo en los precios de la leche pagados a los productores. Aunque la menor oferta podría presionar al alza los precios en el mercado de productos terminados, la volatilidad de los costos de producción y la incertidumbre macroeconómica impiden que los ganaderos vean un beneficio claro. La cadena de valor está bajo una presión constante, lo que afecta la confianza de los productores y su disposición a invertir para expandir sus operaciones.
La situación actual también revela la fragilidad del mercado lácteo global y la interconexión entre las distintas regiones. Una caída en la producción en un continente afecta a los importadores en otro, creando un efecto dominó que desestabiliza toda la cadena de suministro. Esto plantea un reto para la industria lechera que necesita encontrar soluciones sostenibles para garantizar el abastecimiento a largo plazo.
El panorama para la segunda mitad de 2025 sigue siendo incierto. La posibilidad de una recuperación de la producción mundial de leche dependerá de la evolución de las condiciones climáticas y de los mercados de insumos, así como de las políticas de apoyo que implementen los gobiernos. La necesidad de eficiencia, innovación y resiliencia se vuelve más urgente que nunca para los productores que buscan sortear esta compleja coyuntura.
Fuente: AgroNews Castilla y León