En tiempos en los que la trazabilidad de los alimentos y el valor de lo artesanal ganan protagonismo, la quesería Hilario se consolida como un ejemplo de cómo la producción local puede transformar un recurso tan elemental como la leche en productos de excelencia. Desde los campos de Ranchos, donde vacas a pastoreo brindan una materia prima de calidad, hasta las góndolas de su local en La Plata, cada paso de la cadena productiva se convierte en un acto de identidad y valor agregado.
Con una historia que comenzó en 1936 en Ranchos, la quesería Hilario rescata el legado familiar para transformar la leche de vacas a pastoreo en quesos y yogures artesanales de calidad, que cada semana viajan del campo bonaerense hasta su local en La Plata.

La historia comenzó en 1936, cuando Hilario Lazzaro, inmigrante español, fundó un tambo en Ranchos. Décadas después, su nieto Mauro Lazzaro, junto a su esposa Sol Eguilegor, decidió recuperar aquel legado familiar. En 2019 reabrieron la fábrica, en la misma planta que había levantado Hilario, y empezaron a elaborar yogures con leche de vaca de pastoreo. Resistieron la pandemia, sumaron la producción de quesos en diversas variedades y en 2022 abrieron su primer local en La Plata, ciudad natal de Sol.
Una producción artesanal que arranca al amanecer
“Un día de Mauro en la fábrica es supermovido”, cuenta Sol. “Arranca a las 5 de la mañana buscando la leche mientras en la planta se enciende la caldera a leña y se prepara todo para comenzar la elaboración”. El proceso continúa con la colocación del queso en moldes, el paso por la prensa y el saladero, y finalmente la quesería, donde los productos estacionan hasta alcanzar su punto justo.

Cada semana, los quesos y yogures viajan directamente desde Ranchos hasta el local de calle 13 esquina 47 N° 750 en La Plata, donde los esperan clientes atraídos por su calidad y creatividad. Allí, una gigantografía recuerda a don Hilario en plena faena, y el mostrador despliega una propuesta que seduce con aromas, texturas y combinaciones únicas: quesos de frutos rojos y flores de lavanda, hinojo y pimienta, o limón y jengibre, entre muchas otras variedades.
Un proyecto que trasciende el queso
El local no solo ofrece productos lácteos y de charcutería. También suma los panificados de la panadería artesanal Panaperaza, de Ranchos, que conserva métodos tradicionales en horno de leña y recetas transmitidas por generaciones. “Si ya nos conocen, saben que siempre hay algo rico para probar, algo nuevo y una sonrisa”, destacan desde la familia Lazzaro.

Con la premisa de llevar adelante un negocio 100% familiar, el proyecto combina tradición, innovación y arraigo territorial. La quesería Hilario demuestra cómo la producción local puede transformarse en un puente que une el campo con la mesa, revalorizando algo tan elemental y vital como la leche.