En Wisconsin, actualmente hay 5.661 establecimientos lecheros con un promedio de 224 vacas cada una, en comparación con 9.304 con 138 vacas hace solo siete años. En 2022, la producción media de leche por vaca fue de 11.368 litros frente a los 10.761 de 2017, mientras que en el “lejano” 1974 fue de solo 4.762 litros.
Las técnicas y la eficiencia han permitido que la agricultura estadounidense produzca cada vez más, enviando cantidades cada vez mayores de productos agroalimentarios al mundo. De hecho, las exportaciones han pasado de un valor de US$ 45.000 millones en 1990 a US$ 196.000 millones en 2022.
Sin embargo, producir más no significa ganar más, y a pesar de este gran éxito, los establos cierran con un promedio de uno por día, las quiebras están en segundo lugar después de las de California, cada vez son menos los agricultores que pueden seguir adelante. Por lo tanto, está claro que producir más no significa ganar más. Por el contrario, puede significar endeudarse para no dejar de invertir en máquinas, equipos y expansión del tamaño de la empresa, con el riesgo de prestarse a crisis de mercado si el precio del producto a vender baja o si el de los factores de producción sube como ha sucedido últimamente debido a pandemias y conflictos.
A la luz de todo esto, una pregunta es legítima: ¿es correcto continuar con los planteamientos estratégicos de las últimas décadas? Dado que la agricultura depende de factores tan impredecibles (el clima), pero también es tan indispensable (la gente tiene que comer), todos los gobiernos implementan medidas de política agrícola.
En los Estados Unidos, estas medidas están contenidas en la Ley Agrícola, introducida después de la Gran Depresión, es decir, la crisis económica y financiera de 1939, con el objetivo de estabilizar los ingresos de los agricultores a través de la gestión de la oferta con precios mínimos garantizados basados en los costos de producción.
Este sistema se suprimió en 1996 para cultivos básicos como el maíz, la soja y el trigo en 1996 y en 2014 para la leche (el último año de cuotas lácteas de la UE). Como resultado, hoy en día la única forma de ganar más dinero es producir más, pero en un contexto de mercado radicalmente cambiado, con la gran concentración de empresas procesadoras, por lo que a los agricultores les resulta cada vez más difícil encontrar alternativas para vender su producto. El agricultor que no siga esta dinámica expansiva corre el riesgo de enfrentarse a dos opciones: aceptar el reto o vender la finca.
Quizás, por lo tanto, sería necesario repensar el rumbo seguido en las últimas décadas: establecer controles a las importaciones y exportaciones; fortalecer las infraestructuras lácteas territoriales para equilibrar la oferta y la demanda, para gestionar la oferta de producción.
Todo ello con el objetivo de contar con sistemas de producción y mercado justos y competitivos. En una lógica verdaderamente sostenible, es decir, duradera.
(*) EL AUTOR: Leo Bertozzi es ingeniero agrónomo, experto en la gestión de la producción agroalimentaria de calidad y la cultura láctea. Escribe en Clal News.