Cuesta encontrar antecedentes donde la voz de los tamberos se sume a la de la industria láctea y juntos pidan lo mismo. Se podría decir que si bien esto no está sucediendo de manera formal y contundente hay una aproximación que no suele darse en la lechería argentina.
Los férreos controles de precios que el gobierno está imponiendo a los lácteos, en especial a la leche fluida, están teniendo consecuencias que ya no sólo afectan a las industrias en sus balances, sino que se profundiza en el retraso que el precio al productor viene evidenciando.
Hace 10 días desde La Serenísima comunicaron a sus tamberos que no iban a poder mejorar el precio para febrero ya que las autorizaciones de aumentos que el gobierno había concedido fueron desestimadas. Otras empresas, fundamentalmente aquellas que abastecen el mercado interno se fueron subiendo a esa decisión.
Y el efecto mariposa se puso en marcha. Si no hay posibilidades de aumentar el precio al público tampoco se puede aumentar al productor, y éste que ve como sus costos suben mes a mes empieza a padecer una política que tiene que ver más con una naturaleza elector que anti inflacionaria.
¿Hay acuerdo entre productores e industrias?
No, ni siquiera hay una mesa de diálogo institucionalizada. Es más, los productores de leche en estas asambleas están reclamando a la industria láctea que cumpla con los acuerdos verbales que habían pactado, pero al mismo tiempo pareciera que hay una sensibilidad común, los dos sectores entienden que el combo de precios máximos, retenciones y falta de reembolso a las exportaciones para compensación de impuestos en la cadena, están minando el negocio lechero.
Como vemos, los reclamos de los tamberos son muy similares a los que viene haciendo la industria en los últimos meses, la diferencia es que los industriales no lo están planteando a viva voz, se han limitado a llevar el reclamo despacho tras despacho.
Los tamberos parecen no contar con esa paciencia, ni con lomo para aguantar más atrasos de precios y trabajo a pérdida.