En 9 de Julio, Argentina, los productores lecheros enfrentan las inundaciones con organización y maquinaria propia para salvar la producción y los accesos viales.
La lechería argentina se enfrenta a una dura prueba en el oeste de la provincia de Buenos Aires. Guillermina Más, productora y presidenta de Caprolecoba, relata en una entrevista la “odisea” de producir leche en medio de inundaciones que han devastado los campos de la zona de 9 de Julio. El problema principal no es solo el agua en las pasturas y el malestar animal, sino la intransitabilidad de los caminos rurales, una situación crítica que impide la salida de la leche y el ingreso de insumos vitales para la producción.
La resiliencia de los productores lecheros se manifiesta en su capacidad de adaptación. Ante el estado de los caminos, que obliga a los camiones a quedar atascados, los tamberos han tenido que improvisar soluciones. En el caso de Guillermina Más, la compra de un tractor especial y el comodato de un acoplado por parte de la empresa procesadora se convirtieron en herramientas esenciales para continuar operando, demostrando cómo la cooperación en la cadena de suministro láctea se vuelve indispensable en tiempos de crisis.
Lo más destacable de la situación es la respuesta organizada y proactiva de la comunidad. Los productores de la zona se han unido de manera “inorgánica” para tomar medidas directas: utilizando su propia maquinaria para destapar canales y liberar el flujo de agua. Esta iniciativa autogestionada es un claro ejemplo de la autogestión rural, donde los ciudadanos asumen el rol del Estado ante la falta de infraestructura y apoyo para mantener en pie una actividad productiva vital para la economía local.
A pesar de que las inundaciones han afectado la mitad de su campo, la producción de Guillermina Más solo ha caído un 10%. Esto, según la productora, es resultado de una gestión de manejo proactiva para minimizar el impacto. Sin embargo, la lucha contra las condiciones climáticas y la falta de infraestructura rural continúa. Los productores han llevado una propuesta formal al gobierno local para coordinar el mantenimiento de los caminos de uso común, buscando una solución a largo plazo que evite futuras crisis.
La experiencia de 9 de Julio es un microcosmos de los desafíos que enfrenta la lechería argentina. La combinación de eventos climáticos extremos y la deficiente infraestructura ponen en jaque la sostenibilidad del sector. El compromiso y la organización de los productores son la única garantía para que la leche continúe fluyendo. El futuro del campo dependerá de que estas iniciativas locales sean acompañadas por políticas públicas efectivas que prioricen la inversión en el mantenimiento de las vías rurales y la prevención de inundaciones.
Fuente: Bichos de Campo