Durante años, hablar de proteínas parecía remitirse casi exclusivamente al mundo del alto rendimiento deportivo. Sin embargo, ese enfoque quedó atrás. Hoy, las proteínas son protagonistas en el debate sobre salud, envejecimiento activo y calidad de vida. Su rol es clave: participan en la formación y mantenimiento de músculos y tejidos, regulan procesos metabólicos y contribuyen al correcto funcionamiento del organismo en todas las etapas de la vida.
Organismos como la Organización Mundial de la Salud y la FAO coinciden en que una ingesta adecuada de proteínas de alto valor biológico es fundamental para prevenir la pérdida de masa muscular, especialmente en adultos mayores y en personas con enfermedades crónicas. El dato de fondo no es menor: más del 10% de la población mundial consume menos proteínas de las recomendadas, según el Global Nutrition Report.
En ese escenario, crece el interés por alimentos simples, cotidianos y también por nuevas fuentes que prometen responder no solo a necesidades nutricionales, sino también a los desafíos ambientales del sistema alimentario.
Opciones simples y eficaces
Yogur: tradición, ciencia y nutrición
El yogur es uno de los alimentos fermentados más antiguos de la humanidad. Su origen se remonta a más de cuatro mil años, cuando pueblos nómadas transportaban leche en recipientes de piel que favorecían la fermentación natural. Recién en el siglo XIX la ciencia explicó el proceso, y con el tiempo se lo vinculó al concepto moderno de probióticos.
Hoy, el yogur se destaca como una fuente de proteínas de alto valor biológico, además de calcio, vitaminas del grupo B y minerales esenciales. Cien gramos de yogur natural aportan alrededor de cuatro gramos de proteína, con aminoácidos clave como la leucina, fundamental para el mantenimiento muscular. Además, su efecto saciante lo convierte en un aliado habitual en dietas de control de peso.
Microalgas: una vía diferente
Más recientes en el plato cotidiano, pero cada vez más presentes en el debate nutricional, las microalgas emergen como una alternativa innovadora. Algunas especies pueden concentrar hasta un 70% de proteínas en su peso seco, con un perfil comparable al de fuentes animales.
Además de proteínas completas, aportan omega 3 de alta biodisponibilidad, hierro y compuestos antioxidantes. Por eso despiertan interés tanto en dietas basadas en plantas como en la nutrición de adultos mayores y deportistas, combinando valor nutricional con un menor impacto ambiental.
Huevos: el clásico infalible
Cercanos, económicos y versátiles, los huevos siguen siendo una de las fuentes proteicas más eficientes. Cada unidad aporta cerca de seis gramos de proteína y unas 70 calorías, junto con vitaminas como la B12 y la D.
Su principal fortaleza es la calidad: contienen los nueve aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede producir por sí mismo. Por esa razón, muchos especialistas los consideran un alimento de referencia cuando se habla de proteínas completas y accesibles.
En conjunto, yogur, huevos y microalgas reflejan cómo el concepto de proteína dejó de ser exclusivo del rendimiento físico para convertirse en un pilar de la alimentación diaria. Tradición, ciencia e innovación conviven hoy en opciones simples que ayudan a construir dietas más equilibradas y sostenibles.
FUENTE: EL DÍA






