La provoleta, ese clásico del asado argentino, no es tan antigua como parece, pero su historia es fascinante. Su invención tiene influencias itálicas y se desarrolló en una localidad particular que abrazó la fusión entre dos culturas culinarias.
Un inmigrante italiano y su visión criolla
El artífice de la provoleta fue Natalio Alba, un inmigrante italiano oriundo de Calabria, quien en el siglo XX quiso unir el hábito del queso italiano con la pasión argentina por el fuego y la carne.
No era suficiente tomar un provolone tradicional: Alba buscó moldearlo para que resistiera las brasas sin derretirse por completo, conservando textura crujiente por fuera y meloso por dentro.
Cómo se convirtió en símbolo del asado
– En los años ‘40, comenzó a producirse comercialmente como “queso provolone hilado argentino”, con formas específicas para asar.
– Su concepto gustó rápidamente: en 1955 la provoleta fue incorporada al Código Alimentario Argentino.
– Con el tiempo, se volvió imprescindible en parrillas de todo el país, símbolo de la mezcla entre tradición europea y sabor criollo.
Datos que suman sabor
-
La palabra “provoleta” surge del término italiano provola o provolone, adaptada al gusto argentino.
La técnica del hilado del queso (pasta filata) es clave: le da la elasticidad y estructura que permite que la provoleta se funda sin deshacerse por completo.
En su forma original, se fabricaba pensando en el asado y sus brasas: discos pensados para calentar directamente sobre el fuego.
Fuente: LA NACIÓN