Pequeños productores mantienen viva la elaboración artesanal de queso, pese al avance de la gran industria láctea.
El queso artesanal paraguayo, emblema de la gastronomía local, sigue resistiendo frente al avance de la industria láctea estandarizada. Este producto, elaborado principalmente en pequeñas fincas familiares, conserva técnicas heredadas de generación en generación, aportando identidad y sabor inconfundibles que lo diferencian de la oferta industrial.
Los productores artesanales enfrentan serios retos: desde la informalidad de la comercialización, pasando por la falta de infraestructura adecuada, hasta problemas sanitarios y de certificación que dificultan el acceso a mercados más amplios. Aun así, logran mantener la preferencia de consumidores que valoran la autenticidad y la tradición.
Este segmento de la producción quesera resulta clave para la economía rural, ya que brinda ingresos a familias campesinas y fomenta la ocupación local. Además, preserva el patrimonio cultural ligado a la elaboración del queso con métodos tradicionales, salvaguardando saberes ancestrales.
Por su parte, el sector industrial busca crecer con productos más uniformes, ajustados a estándares de calidad e inocuidad, ampliando su alcance en cadenas de supermercados y exportaciones. Esta dinámica genera tensiones con los artesanos, que reclaman apoyo para profesionalizarse sin perder su esencia.
Para sostener la competitividad del queso paraguayo artesanal, especialistas coinciden en que es necesario articular políticas de asistencia técnica, capacitación y regulación diferenciada, que garanticen calidad sin desvirtuar la tradición. Solo así podrá seguir siendo un orgullo nacional y motor del desarrollo rural.
Fuente: Agencia IP Paraguay
