Se quedaron sin trabajo en la pandemia y crearon el primer queso de frutilla del mundo
Desde un pequeño almacén de campo, Pablo Barrio empezó a experimentar con sabores originales y llamó rápidamente la atención del público. “Soy de paladar inquieto”, asegura. Con las redes sociales como aliadas, las imágenes de sus quesos coloridos y sus videos con anécdotas lograron que su trabajo trascendiera los límites de Tres Arroyos.
Un emprendimiento nacido tras perder el trabajo
La pandemia, el encierro y la pérdida de su empleo no desalentaron a Pablo Sebastián Barrio, apasionado de la cocina y los sabores poco tradicionales. Poco después de quedar desempleado creó Pueblito Mío, un pequeño almacén de campo que creció con rapidez gracias a sus combinaciones artesanales. Allí desarrolló, por primera vez, un queso sabor frutilla, un producto que lo hizo ampliamente conocido.
Durante años, Pablo trabajó en el programa Guía Gastronómica TV, donde integró el primer equipo en transmitir desde las Islas Malvinas y viajó por el mundo probando recetas únicas. El COVID-19 frenó los viajes y lo dejó sin trabajo. Decidió instalarse en San Cayetano para acompañar a su padre, quien atravesaba una enfermedad. Fue entonces cuando descubrió, casi por casualidad, el mundo de los quesos: “No lo imaginé, simplemente vi que hacía falta un negocio así. El proyecto también era una excusa para estar cerca de mi familia”, explicó a El Destape.
Los comienzos de Pueblito Mío
Con pocos productos y el apoyo de sus padres, Pablo fundó Pueblito Mío. “Los primeros pasos fueron con quesos prestados. Eran piezas grandes, de tres a cinco kilos, y algunos cremosos que poníamos parados para que la gente no notara que no teníamos stock”, recordó entre risas. Con el tiempo, la curiosidad del público creció y más personas se acercaron atraídas por sus experimentos. La demanda fue tan alta que debieron mudarse a Tres Arroyos.
“La vida es muy aburrida si siempre comemos el mismo queso y el mismo salame”, resume Pablo. Aprendió a hacer quesos de manera autodidacta y se apoyó en lo aprendido en fábricas de Suiza. Para escapar del tedio empezó a intervenir quesos comprados, y cuando logró contratar una fábrica creó nuevas combinaciones que llamaron la atención.
El primer queso de frutilla del mundo
Entre sus sabores destacados están los quesos de menta, uva, café, vainilla y canela, además de su creación más llamativa: el queso de frutilla, el primero del mundo en su tipo. “Siempre estoy buscando novedades, soy de paladar inquieto. Me gusta ofrecer algo diferente cada vez que la gente viene al local”, afirmó.
Respecto al sabor del queso de frutilla, Pablo lo describe así: “Es muy aromático, frutado, con notas de frutilla. Aunque está hecho con masa sardo, que es para rallar, es equilibrado y no tiene mucha sal”. Para quienes buscan más intensidad, explicó que “si se deja entre seis y nueve meses, se vuelve más picante y cobra otro carácter en boca”.
Un producto que llegó hasta Oceanía
Sus quesos, que al principio eran pocos, crecieron en variedad y fama. Uno de los momentos más insólitos fue cuando lo llamaron desde una base militar estadounidense en Oceanía para comprarle productos. “Corté porque pensé que era una broma”, confesó. Segundos después, una videollamada confirmó que era real. Grabó la conversación para poder compartirla: “Si no, nadie me iba a creer”.
Trabajo a pulmón y atención personalizada
“No somos una empresa grande. Nuestra atención es personalizada, nos encanta recibir a la gente y mostrarles una sonrisa”, explicó Pablo sobre su equipo de cuatro personas que elaboran y venden los productos. “Todo se hace a pulmón, con mucha pasión y amor”.
La propuesta es sorprender al paladar. Pablo siempre recomienda sabores innovadores, incluso a quienes buscan solo los clásicos. “Prueban y cuando llegan a la puerta se dan vuelta y me dicen: ‘¿Qué me diste?’”, contó.
Redes sociales, artistas y expansión
Las redes sociales fueron clave: sus quesos coloridos y videos virales lo llevaron a atraer a artistas como Los Tipitos, Valeria Lynch y Ataque 77, quienes visitaron el almacén e incluso lo invitaron a sus espectáculos.
Actualmente, Pueblito Mío tiene su casa central en Tres Arroyos y franquicias en Mar del Plata, Rafaela, San Isidro y próximamente en Buenos Aires. Pablo planea viajar a Europa para formarse como fromagelier en fábricas suizas y sumar nuevas técnicas. Su objetivo es abrir una fábrica modelo al costado de la ruta para que los viajeros puedan ver el proceso y degustar los productos.
Familia, pasión y clientes: los pilares del proyecto
Tres pilares sostienen Pueblito Mío: la familia, la pasión y la gente. “Mis padres pudieron ver los inicios del almacén”, contó. Tras la muerte de su padre, aseguró que lo siente presente en cada paso: “Es mi guía en todo este proyecto”. Su entusiasmo por crear nuevos sabores demuestra su dedicación al mundo del queso, mientras que los visitantes “son el premio”, dice, porque vuelven, recomiendan y comparten su experiencia.
Fuente: El Destape






