Un sistema diverso y fragmentado
La lechería italiana se caracteriza por su estructura fragmentada. En el norte predominan explotaciones medianas y grandes, con alta tecnificación, mientras que en el sur el modelo productivo es más familiar y con fuerte arraigo territorial. Esta heterogeneidad hace que los indicadores de productividad y competitividad varíen según la región.
En regiones como Lombardía, Emilia-Romaña y Veneto, se concentra la mayor parte de la producción, con tambos de mayor escala que abastecen a las principales industrias exportadoras. En contraste, el sur conserva un sistema más ligado a mercados locales y con un fuerte peso en la economía rural.
El corazón quesero: valor agregado y exportación
Italia es reconocida mundialmente por sus quesos con denominación de origen (DOP/IGP) como el Parmigiano Reggiano, Grana Padano, Gorgonzola y Mozzarella di Bufala Campana. Estos productos, más que simples alimentos, son símbolos culturales y emblemas de la marca país.
La estrategia exportadora se apoya en ellos, generando divisas y fortaleciendo la presencia italiana en mercados de alto poder adquisitivo. Sin embargo, la dependencia de estas etiquetas plantea un reto: diversificar el portafolio y responder a las nuevas demandas globales, como el interés por opciones saludables y sostenibles.
Menor consumo interno, mayor presión externa
El consumo doméstico de leche líquida ha venido cayendo, especialmente entre los jóvenes, lo que refleja cambios en los hábitos alimentarios y la competencia de bebidas vegetales. En paralelo, los quesos mantienen estabilidad en la dieta local, pero el crecimiento real se da en los mercados internacionales.
Esa caída interna obliga a productores e industrias a mirar hacia fuera, con mayor profesionalización en logística, marketing y acceso a certificaciones internacionales.
Desafíos: sostenibilidad, energía y regulación
La lechería italiana enfrenta altos costos de energía y alimentación, sumados a exigencias ambientales cada vez más estrictas en la Unión Europea. La reducción de emisiones, la gestión del estiércol y el bienestar animal son ejes centrales de la agenda política y productiva.
A esto se suma la presión por mantener trazabilidad total, algo que Italia convierte en oportunidad: los consumidores internacionales valoran cada vez más la procedencia y la historia detrás de los alimentos.
Innovación y futuro del sector
Para sostener su competitividad, el sector apuesta por la digitalización y la eficiencia productiva. Se incorporan tecnologías de monitoreo animal, genética para mejorar la productividad y prácticas de economía circular. Además, las cooperativas y asociaciones de productores tienen un papel clave en la negociación de precios y en la defensa de intereses frente a Bruselas.
La lechería italiana, pese a sus desafíos, mantiene un rol estratégico en la economía nacional y europea, combinando la fuerza de la tradición con la necesidad de adaptarse a un escenario global más exigente.
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