De profesión pastelera, Resi Reinecke de pronto se vio enfrentada a un desafío que jamás imaginó: tomar las riendas de 500 hectáreas agrícolas, sin saber nada del rubro. Con determinación logró salir adelante. Y lo hizo a su manera.
Imbuida de una profunda conciencia ambiental, se propuso desarrollar la actividad con un respeto absoluto por el entorno y la naturaleza.
Un enfoque que ha debido aprender a dialogar con los parámetros productivos de su hijo Cristopher, quien más que un relevo ha sido el complemento y el nuevo aire que Resi necesitaba.