Vladimir Putin se ha marcado el objetivo de convertir a Rusia en una potencia mundial en producción de leche en mitad del bloqueo económico de la Unión Europea desde la ocupación de Crimea. El país ha conseguido esquivar el embargo de alimentos lácteos con la importación de 45.000 vacas desde los países de la Unión Europea y atrayendo una inversión de 2.800 millones de de euros, incluida la participación de empresas alemanas. El Kremlin se ha marcado un plazo de ocho años para convertir Rusia en autosuficiente para no depender de las importaciones extranjeras.
Rusia se ha convertido en el principal comprador de vacas europeas. En lo que va de año, ha importado más de 45.000 cabezas por valor de 100 millones de euros, según los datos últimos de aduana de la Unión Europea. El dato no es casualidad. Forma parte de un ambicioso plan de Moscú para convertir a Rusia en una potencia mundial en producción de leche con el objetivo de no depender exteriormente de productos lácteos en un plazo de ocho años y, a largo plazo convertirse en el principal proveedor de leche del mercado más grande del mundo, China.
Y todo ello a pesar del bloqueo de alimentos que mantiene la Unión Europea a Rusia desde 2014 por la ocupación de Crimea. En cinco años, Moscú ha logrado autoabastecerse con su producción propia en aves de corral y cerdo gracias a un fuerte apoyo público con elevadas subvenciones y descuentos en la financiación para las instalaciones agrícolas. Ahora intenta repetir el éxito con la industria láctea.
Según estimaciones de la Unión Nacional de Productores de Productos Lácteos, el plan de Putin hace tiempo que lleva rodando. Desde 2014 el sector ha atraído 2.800 millones de euros. Y lo más curioso que parte de los inversores proceden de Europa. El sector está comenzado a modernizarse dejando atrás las granjas tradicionales de producción manual en instalaciones modernas gracias a la tecnología de Suecia y Alemania.
De hecho, el mayor productor de leche ruso es germano. “Las condiciones en Rusia para la producción lechera son muy buenas”, explica Stefan Duerr, fundador de Ekosem-Agrar AG a Bloomberg. El empresario destaca el buen precio que tiene la tierra, el clima apropiado y las ayudas estatales.
La compañía abrió ocho nuevas instalaciones lácteas este año y ha multiplicado por siete sus cabezas de ganado desde 2012. La expansión se ha producido en parte gracias al apoyo del Gobierno de Putin. Ekosem-Agrar puede acceder a préstamos bancarios con un interés del 2,5%, frente al 7% al que están los tipos de interés en el país. Además, las compañía se benefician del reembolso del 25% por cada inversión que realicen en granjas industriales.
Los oligarcas rusos también está invirtiendo en la industria láctea
Una oportunidad que tampoco están desaprovechando los oligarcas del país. El multimillonario de acero y transporte Vladimir Lisin, el cuarto magnate más rico de Rusia, anunció que invertirá más de 250 millones de euros en la industria para construir granjas y una planta de procesamiento.
El ímpetu de las empresas contrasta todavía con muchos agricultores que siguen trabajando en granjas de la era soviética. Según Duerr, casi un tercio de la producción láctea procede de granjas domésticas con instalaciones obsoletas. Para alcanzar el objetivo del Kremlin, el sector tiene que elevar la producción un 19% desde las 36 toneladas de leche actuales para alcanzar el nivel de autoabastecimiento.