En la parroquia de Ronfe, en el ayuntamiento de Láncara, Odón Castro está al frente de la SAT O Palomar, que con 690 cabezas es una de las más grandes de la zona, y que destaca por la organización del trabajo en la granja y la autosuficiencia en los trabajos agrarios de las 140 hectáreas que manejan.
Los inicios de la explotación se remontan al año 1999 cuando José Antonio y Berta, los padres de Odón, tomaron la decisión de empezar con la granja. “Mi abuelo enfermó y tenía unas 30 vacas de leche pero las instalaciones eran antiguas. Fue entonces cuando se hizo aquí una primera nave para 42 vacas”, cuenta Odón, que se incorporó a la SAT familiar en el año 2004 después de marcharse a estudiar capataz agrícola.
SAT O Palomar ordeña unas 320 vacas tres veces al día
En la SAT están hoy Odón, su madre y su mujer, Kiara, que se encarga de las labores administrativas. Cuentan en la actualidad con 8 empleados y con 2 técnicos externos con formación veterinaria, que se reparten la nutrición y la reproducción de la explotación.
La intención de SAT O Palomar es seguir creciendo tanto en número de vacas en producción como en base territorial, pero debido al alza actual de los costes de producción ese proyecto de ampliación está de momento parado.
Gestión del personal
Con el volumen que ya tiene hoy la explotación, la organización del trabajo y la gestión de la mano de obra es uno de los aspectos fundamentales para un buen funcionamiento, reconoce Odón. “La clave está en protocolizar los trabajos porque sino no se hacen. Aquí somos muy minuciosos a la hora de hacer las cosas y por eso procuramos que los trabajadores se centren en tareas concretas y que a poder ser realicen esas mismas labores los 365 días del año”, dice.
Uno de los trabajadores de la explotación está íntegramente dedicado a la maquinaria, dado que SAT O Palomar hace por sí mismo todos los trabajos agrarios, y otro es el que se encarga de hacer los carros unifeed para la alimentación del ganado.
Procuramos que los trabajadores se centren en tareas concretas; aquí la gente realiza las mismas labores los 365 días del año
Otras tres personas están dedicadas a ordeñar, en cada uno de los tres turnos diarios, con un empleado a mayores que hace de correturnos para las libranzas, cubrir bajas, etc. Por último, hay un empleado que lleva 12 años en la explotación que ejerce de comodín y que se encarga de la alimentación de las terneras y la fabricación del pienso, además de ayudar al resto de empleados en momentos puntuales.
Aunque en este momento la estabilidad laboral y la organización del trabajo es una de las claves en la gestión de la granja, Odón reconoce haber pasado momentos de dificultades. “Pasé una época muy complicada cuando pasamos los tres ordeños por falta de conocimiento y de experiencia. Hasta entonces teníamos estabilizada la mano de obra de la explotación, pero de repente la granja tuvo un crecimiento muy grande y tuvimos que contratar a tres personas de golpe. En ese momento había un problema de mano de obra, porque no encontrabas gente profesional, y tuvimos que cambiar por completo el sistema de gestión del personal que llevábamos”, admite.
En este momento tenemos estabilidad. La última persona que entró en la granja fue hace dos años y medio. Pero para eso hay que ofrecer condiciones de trabajo en las que los empleados estén cómodos
Para que encontrar personal para trabajar en el sector sea más fácil es necesario hacer inversiones en infraestructuras destinadas a la vivienda de los empleados, considera Odón. Otro de los handicaps es el idioma, dado que la mayor parte de la mano de obra disponible es de origen inmigrante. En este caso, en SAT O Palomar optaron por “especializarse en un origen concreto, de manera que los que llevan más tiempo son los que se encargan de explicar los trabajos a los que acaban de llegar y el choque cultural es menor”, asegura.
Sucesivas ampliaciones
SAT O Palomar no ha dejado de crecer en los últimos años y ordeña hoy unas 320 vacas, por lo que estos 23 años han sido un proceso de crecimiento constante y de sucesivas obras de ampliación para acoger a los animales sin perder eficiencia en el trabajo y bienestar en el ganado.
La primera ampliación de las instalaciones fue en el 2006, para construir una nave de recría que más adelante se adaptó para vacas en producción. En el año 2011 hicieron otra inversión importante en una nueva ampliación para vacas en producción y la construcción de silos en la zona donde tienen la fábrica de pienso con la que elaboran sus propias mezclas y concentrados.
Estos 20 años han sido un proceso constante de construcción y de ampliación
La última de las ampliaciones de las instalaciones tuvo lugar en el año 2016, con 80 cubículos más para vacas en producción y la construcción de un edificio para la lechería y para la instalación de una nueva sala de ordeño.
En este momento las instalaciones están “sobrecargadas” con un 15% más de ganado, pero el proyecto que tenían para seguir ampliando está de momento parado debido a la actual situación de alza en los costes de producción y en los materiales. Los márgenes por la venta de la leche “son mínimos en este momento”, asegura Odón, que estima el coste de producción actual entre 39 y 40 céntimos por litro.
Al encarecimiento de las materias primas hay que sumar el alza de combustibles y fertilizantes sufrida este año. “Para la campaña del maíz de este año compré el abono a 725€ la tonelada, cuando el año pasado el mismo producto vino a 245€ y el gasóleo lo compramos a 1,03€ el litro, cuando en la anterior campaña estaba a 0,68”, ejemplifica.
Cambio de paja por arena en los cubículos
A la hora de hacer las naves, no son necesarios “lujos”, considera Odón, pero sí una serie de cuestiones esenciales para la comodidad y el bienestar del ganado. “Los aspectos fundamentales que deben tener unas buenas instalaciones son camas dimensionadas y en buen estado y una anchura de pasillos que facilite una buena gestión del ganado, con eso es suficiente”, defiende.
Cuando dependes de mano de obra contratada, la arena es más segura y sencilla de manejar por parte de los empleados
En los cubículos emplean desde hace 5 años arena. Antes usaban paja y carbonato. El cambio se debió a que con el aumento de la dimensión de la granja los costes del material de relleno también se disparaban, y a que, al depender de mano de obra, el mantenimiento de un material inerte como es la arena es más fácil y seguro.
Para evitar los problemas agronómicos que la arena provoca en las tierras, lo que hacen es separarla por decantación. “Después la echamos en determinadas fincas que tienen mucho barro y de este modo logramos incluso mejorarlas”, explica.
Estrés por calor
La arena tiene además otra ventaja. “Estamos metidos en un valle y desde el mes de mayo hasta octubre sufrimos episodios de calor extremo. Al contar con sistemas de ventilación los patios se secan y con la paja se convertían en pistas de patinaje para las vacas. Teníamos problemas de accidentes que con la arena se han resuelto”, cuenta Odón.
Hemos renovado el sistema de ventilación porque teníamos problemas severos en verano, tanto en bajada de producción como en la reproducción
A pesar de contar con ventiladores, los efectos del estrés por calor sobre el ganado se dejaban notar con claridad en esta ganadería, hasta que este año hicieron una importante inversión, de unos 37.000 euros, en la renovación de los sistemas de enfriamiento del ganado. “Teníamos problemas severos con el calor, que provocaban una caída en los niveles de producción y en los índices reproductivos. Pero este año, con la instalación de 18 nuevos ventiladores y de duchas en todas las naves la bajada fue mínima porque las vacas no redujeron la ingesta», asegura.
La gestión de la granja sufre ligeras modificaciones para adaptarse al periodo de más calor. «En verano tenemos unos protocolos reproductivos más agresivos y retrasamos una hora los ordeños, que pasan a hacerse a las 6 de la mañana, a las 2 de la tarde y a las 10 de la noche en vez de a las 5 de la mañana, a la 1 de la tarde y a las 9 de la noche. Hacemos también cambios en la alimentación, con una ración más fresca”, explica Odón.
Manga de manejo a la salida de la sala
Para facilitar el ordeño de las 320 vacas, las tienen divididas en 4 lotes. En uno de ellos están las primerizas y vacas de segundo parto; en otro están las vacas adultas, y en el lote intermedio se encuentran vacas de segundo y tercer parto. El último de los grupos es el de postparto y enfermería.
La nueva sala, puesta en marcha hace tres años, está preparada para ordeñar lotes de 120 animales. Los que están más sobrecargados se ordeñan primero. “Es muy importante que las vacas estén el menor tiempo posible esperando para ordeñarse”, afirma. En las nuevas instalaciones, con 20 puntos, logran ordeñar unos 84 animales a la hora. Con todo, finalizar cada una de los tres ordeños diarios se aproxima a las 4 horas.
El protocolo de postparto incluye la medición diaria de temperatura y acetona en tira de leche al menos durante 10 días o hasta que la vaca es dada de alta
Una de las novedades que Odón ha querido incorporar es una zona de separación a la salida de la sala, con trabadizas con capacidad para 70 vacas a la vez, que es muy práctica para la revisión de animales, la aplicación de tratamientos, el control reproductivo o la podología. “Nos evita tener que andar buscando vacas en medio del establo o prender un lote entero de 100 vacas para inseminar tres o cuatro”, indica.
Para salvar el desnivel existente desde el establo a la sala de espera de la sala de ordeño idearon un sistema de escaleras por las que accede el ganado. “No queríamos una rampa para evitar accidentes, porque las vacas resbalarían. Las escaleras funcionan muy bien”, asegura.
La manga de manejo nos permite reducir los tiempos y el estrés de la vaca. Antes pasábamos 10 horas haciendo reproducción; ahora en menos de cuatro horas, al tiempo que se ordeña, hemos finalizado
La sala de ordeño es el lugar en el que se detectan la mayor parte de los problemas del ganado, más aún cuando las vacas pasan por ella tres veces al día. Para avisar de las incidencias detectadas disponen de un grupo de whatsapp en el que están todos los trabajadores. “Es una manera de que no se nos pase nada, porque de otro modo hay turnos que no se ven”, explica Odón. En base a esos avisos se puede actuar mucho antes, ya que cuando se detecta una vaca coja, en celo o enferma, es apartada inmediatamente, nada más acabar de ordeñarse, a la zona de separación que hay a la salida de la sala.
Separación y descontaminación del purín
SAT O Palomar está preparando también un cambio en el sistema de tratamiento del purín. “Hay un problema severo en las explotaciones con el purín y no se trata de tener más o menos tierras donde echarlo. La legislación no va a permitir emplear más de una cantidad de metros cúbicos por hectárea y eso va a obligar a las explotaciones a reducir el número de cabezas, como ya está pasando en otros países europeos”, asegura.
“Nosotros queremos separar la parte sólida de la líquida y después aplicarle a la parte líquida un tratamiento químico y mecánico descontaminante semejante al que se hace en las depuradoras para poder usarla en el riego del maíz. Hay una planta ya montada en Zaragoza y nosotros estamos ya mirando equipos. El proyecto está bastante avanzado”, indica.
Hay un problema severo en las explotaciones con el purín y no se trata de tener más o menos tierras donde echarlo
Una parte de la instalación, lo que sería el proceso de decantación necesario, ya está montado, puesto que disponen de tres fosas de purín más una balsa en cascada que les permite separar la parte sólida de la líquida. “En su día, ya en el año 2011, cuando usábamos paja, habíamos estado mirando ya de montar una planta similar” y una parte de esa infraestructura ya se aprovecharía”, detalla.
Recría centralizada
Para poder crecer, la primera de las necesidades de la granja tenía que ver con la recría. En el año 2009 alquilaron una finca a 11 kilómetros, en Maside, para centralizar allí todo el proceso de las terneras y novillas. “La nave está en una propiedad de 28 hectáreas todas concentradas y se adaptaba muy bien para eso en aquel momento, porque la carga ganadera era menor, estaríamos ordeñando unas 150 vacas en aquel instante”, explica Odón.
La finca de Maside la siguen trabajando y en primavera y en otoño mueven entre 50 y 60 novillas gestantes para ella para hacer pastoreo
Cuando el establo de Maside quedó pequeño, encontraron una alternativa en la antigua SAT A Veiga, que tienen alquilada desde el año 2017 y donde centralizan en la actualidad el proceso de recría. Tienen allí en este momento unas 250 novillas que cubren las necesidades de reemplazo de la granja e incluso les permite vender animales en momentos puntuales. “Gracias a la mejora de las instalaciones y al buen manejo de la granja, la tasa de reposición es baja y nos encontramos con que nos sobraban 70 novillas cada año”, explica Odón. Por eso, hace año y medio cambiaron de estrategia.
Cruces con angus
“Antes inseminábamos todo con frisón y con semen sexado, porque teníamos pensado seguir creciendo, pero desde marzo del año pasado estamos poniendo cruces cárnicos con angus. Tenemos un contrato con una empresa catalana para la venta de esos terneros”, explica.
Llevamos 7 años usando únicamente semen de toros americanos y cuando alguna vaca no se ha quedado preñada empleamos embriones terapéuticos de carne
De este modo, en las novillas y en las mejores vacas siguen empleando semen sexado de toros americanos, mientras que el resto de las vacas las inseminan con angus para obtener un mayor rendimiento de la venta de terneros.
Entre 21 y 30 días esos terneros angus salen de la explotación con destino un cebadero de una empresa catalana. “Nos está funcionando muy bien, porque no estamos teniendo problemas en los partos ni nos retrasa nada la gestación, y los terneros salen con mucha vitalidad y tienen un precio más elevado”, cuenta Odón.
Homogeneidad en el rebaño
Considera que para una explotación como la suya es más interesante poner cruces cárnicos a las vacas que vender novillas próximas al parto, ya que es difícil recuperar el coste de los dos años de recría. “La recría hay muchas maneras de hacerla, pero haciendo las cosas bien los costes son importantes”, reconoce.
A la calidad del semen hay que añadir el correcto encalostrado y amamantado, el cuidado de las terneras, así como el control de enfermedades en el conjunto del rebaño. “Somos una granja con casi 700 cabezas libre de cualquier tipo de enfermedad infecciosa y por eso no hacemos ningún tipo de vacunación”, destaca.
Somos una granja libre de enfermedades infecciosas y con un nivel genético medio importante en el rebaño
Las novillas paren antes de los dos años de edad. Después del destete están con hierba seca y pienso, hasta que son trasladadas a la nave de SAT A Veiga, donde completan el proceso hasta el momento próximo al parto.
SAT O Palomar apuesta “por vacas que no dan problemas”. “A mí me gustaba ir a los concursos y cuando teníamos 60 vacas teníamos mejores animales que hoy desde un punto de vista estrictamente morfológico, pero ordeñando 320 vacas tenemos que irnos a otro tipo de vacas, aunque seguimos manteniendo un nivel genético medio importante”, destaca Odón.
Estabilidad en los costes
Para la alimentación del ganado disponen de un carro autopropulsado propio con el que hacen la ración varias veces al día para las vacas de leche buscando una mayor ingesta. En la ración de producción meten 32 kilos de silo de maíz, 9 kilos de silo de hierba, 13,2 kilos de cereales y 2,2 kilos de morea. A mayores hacen una ración para las vacas secas y tres distintas para la recría, en función de la edad de los lotes.
Elaboran raciones frescas por la mañana y por la noche para las vacas de leche para incrementar la ingesta
Las materias primas que emplean en las distintas raciones son las básicas: maíz, soja, colza y pulpa de remolacha en grano. En función de la situación del mercado y de los precios pueden variar en algún momento, echando mano también de girasol o cebada. “Miramos que las materias primas que compramos sean de calidad y vengan en las condiciones óptimas. Cada camión que nos llega a la granja se muestrea”, explica.
Compran las materias primas con las que luego elaboran los concentrados bien directamente en puerto o a través de mayoristas, en función del precio y las condiciones ofrecidas, pero buscando siempre la calidad y la estabilidad en los precios, con contratos a varios meses.
Estamos gastando diariamente en este momento solo en alimentación por encima de 7 euros por vaca
“Es muy importante en una granja, cuando llega al volumen de la nuestra, tener un coste fijo y estable para poder gestionar la explotación y saber que en un año o en 8 meses el coste de la alimentación no va a aumentar”, asegura. Pero este año el encarecimiento ha sido generalizado. En la renovación de los contratos de suministro la subida fue, dependiendo de la materia prima, de un 20 o un 30% en relación a los precios cerrados para el año anterior, admite.
Búsqueda de eficiencia y rentabilidad
Por eso, afirma Odón, “queremos producir leche sobre la base de los forrajes que producimos nosotros, sin tener que salir a comprar eso fuera, y con esa premisa no podemos dar más leche de la que damos, porque sería a base de perder dinero”.
La media de producción es en este momento de 42,8 litros, calculada en cómputo semanal, pero la granja llegó en otros momentos a picos de 44 litros. El porcentaje de grasa se sitúa entre 3,70 y 3,80%, la proteína en 3,30% y las células por debajo de 200.000.
Podríamos subir los 45 litros, pero no me interesa porque sería a costa de perder dinero
“Buscamos tener producciones altas, las máximas posibles, pero es cierto que desde hace dos años para aquí buscamos sobre todo rentabilidad, el llamado índice de eficiencia, que es intentar producir lo más barato posible, pero sin descuidar los principios básicos de lo que es una granja de producción de leche”, indica Odón.
“Yo sé que, si aceleramos, podemos subir los 45 litros, pero no me interesa, porque me cuesta más producir esos 45 litros que los 42. Nosotros estamos en este momento en ese punto de equilibrio en el que más rendimiento le sacamos a la producción que tenemos”, asegura.
“El 100% del trabajo de campo lo hacemos nosotros mismos”
Una de las premisas de SAT O Palomar es buscar la máxima estabilidad en los costes de producción. “Decidimos ampliar la base forrajera que teníamos y optamos por tener un parque de maquinaria propio por ese motivo, para poder hacer una gestión de costes propia. Todos los pasos que hemos dado han ido encaminados hacia ahí”, afirma Odón.
Para eso, su estrategia se basa en ser autosuficientes en materia agrícola. Este año cogieron 8 hectáreas de terreno más, pero el gran salto se produjo en el año 2011 cuando incrementaron la base territorial en 50 hectáreas de golpe.
La explotación dispone de una superficie total de 140 hectáreas, de las que este año echaron a maíz casi 70. Fueron casi 20 hectáreas menos de las que sembraban otros años. «Este año, aquellas parcelas que cumplían muy justas las expectativas que nosotros tenemos para el maíz decidimos no sembrarlas y acertamos teniendo en cuenta cómo vino después la climatología», dice.
Una finca que no llega a los 40.000 kilos por hectárea y que no mantiene el stay green y la digestibilidad no sirve para echar maíz
Debido a la sequía este fue «un año muy complicado para el maíz», dice. «Nosotros adelantamos la siembra casi un mes para poder echar ciclos más largos, ciclos 700, 600 y 500. Pero en alguna finca no llegó ni a echar la espiga y empezamos a picarlo ya en los últimos días de agosto», explica.
Odón es muy exigente con la calidad de los forrajes que recoge. «Para mí una finca que no llega a los 40.000 kilos por hectárea y que no mantiene el stay green y la digestibilidad del maíz no cumple para echarlo. En estos casos es más rentable tenerlas a hierba. En las 20 hectáreas que no sembramos a maíz este año sacamos dos cortes buenos para ensilar y uno para hierba seca», detalla.
No dejamos nada vacío, en las 70 hectáreas en las que echamos maíz hacemos rotación con hierba
“No dejamos nada vacío, en todas las fincas de maíz hacemos rotación hierba-maíz”, aclara. Además del empleado que se encargada durante todo el año de la maquinaria, es Odón quien le ayuda en los trabajos de campo y durante las campañas contratan una persona más de refuerzo.
Fincas a 30 km de distancia
La superficie está muy dispersa, con fincas que están a 30 kilómetros de distancia de la nave principal de Ronfe. Por lo tanto, dice, “hay mucha diferencia de altitud, de tipo de suelo e incluso de pluviometría”, por lo que emplean distintos tipos de variedades de maíz y de pradera en función de la zona.
En las fincas en las que hacen rotación con maíz, por ejemplo, en las que hacen un único corte de hierba, siembran una mezcla personalizada que lleva trébol blanco, trébol ladino, raigrás inglés tardío y veza. “Durante años hicimos pruebas en distintas parcelas hasta que llegamos a la mezcla que mejor nos funciona”, indica Odón. En el resto, la mezcla es de pradera permanente.
Riego con aspersores para el maíz
Las variedades de maíz también las adaptan al tipo de finca. Este año llegaron a emplear desde un ciclo 700 a un 400 largo. Disponen también de superficie de regadío. Son 18 hectáreas. Una parte de la superficie de regadío es de hace 15 años, pero a otra es reciente, incorporada en los dos últimos años a la explotación. “Ahí aseguramos una producción de 70.000 kilos por hectárea”, destaca Odón. «El sistema de manejo de esas tierras es totalmente diferente”, afirma.
En el regadío aseguramos una producción de 70.000 kilos por hectárea
Empezaron usando cañones de riego porque el coste económico de la instalación es menor, pero “en una fase del ciclo de crecimiento del maíz es un sistema que maltrata bastante a la planta, por lo que hemos ido cambiando y ahora lo tenemos todo con aspersores”, explica.
No usan el sistema de riego para la fertilización, ya que emplean un abonado de fondo inicial de liberación lenta que cubre las necesidades del maíz durante todo el ciclo de cultivo.
Queremos producir la leche con lo que somos capaces de producir nosotros
La estrategia de esta ganadería de cara al futuro es seguir manteniendo el mayor grado de autosuficiencia posible, tanto en la alimentación del ganado como en el trabajo de campo. Es cierto que precisan de un parque de maquinaria importante (la inversión en maquinaria supera el millón y medio de euros), pero no dependen de la disponibilidad de empresas de servicios o cooperativas para la recogida de los forrajes. “Planificamos las siembras y las recogidas en función de nuestras necesidades y en el momento óptimo”, asegura Odón.
Planificamos las siembras y las recogidas en función de nuestras necesidades y en el momento óptimo
La cosechadora que tienen ahora la compraron para la campaña de recogida del maíz el año 2020 y supuso un cambio importante en la calidad del ensilado. “Es una inversión importante y hay que disponer del dinero, pero es super rentable porque influye en lo que come el ganado a lo largo de todo el año”, destaca.