El arribo de Leonel Cota a SEGALMEX generó la expectativa de que se atajarían las operaciones irregulares dentro de la agrupación y, en el caso de su filial Liconsa, quedarían en el pasado las prácticas de desvío de leche que se ejecutaban durante la gestión de Ignacio Ovalle…, pero siguen vivitas y coleando, al punto que no se llegan ya a las metas de abasto al público objetivo —la población de menores recursos— e incluso incumplirá la promesa de abrir 166 nuevas lecherías en la CDMX.
Originalmente el desvío quedó documentado por la Auditoría Superior de la Federación en su reporte de Cuenta Pública 2020: 126 millones de litros de leche fresca que la empresa Loneg, de Felipe López Negrete, no entregó a Liconsa y tampoco entregó la leche ya seca con valor de 220 millones.
Pero la nueva administración parece no tener muchas ganas de dejar atrás tales prácticas, pues Liconsa sigue adquiriendo leche bronca a productores y la entrega a Loneg, que a su vez la seca…, y se la vuelve a vender en polvo a Liconsa. Gane doble, pues.
La prueba de ello es que actualmente se procesan cerca de 1.7 millones de litros de leche, es decir, poco menos de la mitad que tradicionalmente en sus diez plantas procesadoras. Y, bueno, como aquí le conté, sigue la simulación de importaciones que Andrés Manuel López Obrador prometió a Joe Biden hacer de 20 mil toneladas de leche estadounidense en polvo, pues se está comprando con intermediarios nacionales a los que se les paga 25% más respecto al precio corriente en el mercado: Loneg (otra vez) y con la Corporación Alimentaria Peña Santa (Capsa), que dirige José Armando Tellado.
Al utilizar intermediarios, Segalmex renuncia a su capacidad de hacer importaciones en directo y deja de ladito la “austeridad” para generar ahorros en esas compras.
Así la vaca, hasta que desfallezca de flaca.