La suba de los costos del tambo, que vuelve a descolocar a los productores de leche luego de unos pocos meses de recuperación de su rentabilidad, se producirá de forma inmediata en los costos de la alimentación de las vacas, mientras que en otros insumos puede ser antes o después.
“Cualquier movimiento del dólar impacta sobre la alimentación de animales en un tambo. Entre 25% y 35% del costo implica el uso de concentrados en la alimentación, los cuales están todos expresados en dólares. Entonces, si el dólar aumenta hoy, mañana vuelve a haber una nueva lista de proveedores con ajuste de precios”, remarcó Snyder, que mantiene un interesante blog sobre lechería llamado Dairylando.
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Con el resto de los costos, el impacto de la devaluación tiene diferentes momentos, pues estos gastos “se distribuyen a lo largo del año”. El experto citó como ejemplo la siembra de maíz, a partir de septiembre. “Llevará a que algunos productores compren la bolsa más adelante, mientras que otros quizás ya la tengan. Los que van a comprar la bolsa, pagarán más caro. Luego vienen la cosecha de maíz, que es un gasto importante para luego hacer silo, entre enero y marzo. Pues el impacto del dólar sobre ese costo se dará a partir de esa fecha”.
Sobre la estrategia que podría tomar el productor tambero para eminimizar el impacto de una devaluación como la que vivió la Argentina, Snyder sugirió: “Los ingresos deben estar lo más diversificados posible. Por ejemplo, tener algún ternero macho que engordó, o hacer agricultura si se puede”.
De todos modos, reconoció que “el problema es que la mitad de los tambos de la Argentina produce menos de 3.000 litros diarios de leche, y aporta sólo el 18% al volumen total. Por eso es que se busca la escala en los tambos”.
“El tambo chico tiene ese inconveniente. Como el volumen de dinero que maneja es muy pequeño, y al ser el establecimiento tan demandante de atención, no permite tener una segunda actividad afuera del mismo. Incluso ocurre en tambos grandes, o en empresas que tienen 3 o 4 tambos. En ese caso, lo que se busca es juntarlos y hacer uno solo, para tener más eficiencia con una inversión menor. Esto, estadísticamente, si se hace, nos hará parecer que tenemos 3 tambos menos”, añadió el especialista.
En ese sentido, un reciente informe del Observatorio de la cadena Láctea Argentina (OCLA) sobre estratificación de tambos relevó la participación de los mismos en función a su tamaño, medido en litros de leche diarios del mes de julio de 2019. “Los 355 tambos del estrato de más de 10.000 litros que producen un promedio de 17.128 litros diarios, aportan la misma cantidad de leche que 6.062 tambos que producen menos de 3.000 litros diarios”, alertó.
Snyder expresó a Bichos de Campo que “la concentración es una tendencia mundial y ocurre en Argentina, pero también en Estados Unidos y Nueva Zelanda, con excepción de Colombia, país en donde estamos estudiando porqué no ocurre lo mismo. Pero si miramos cualquier país, vemos que hace 20 años tenía 100 tambos, y hoy esas unidades están en 40 0 45”.