Una extensa entrevista en Página 12 evidenció lo que todos preveíamos para el sector agroalimentario, se van a acentuar los controles de precios y se restringirán las exportaciones, salvo que a alguien se le caiga una idea nueva.

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Alberto Fernández fue claro y no dejó lugar a dobles interpretaciones, la culpa de la inflación en alimentos no es del Estado que emite y devalúa la moneda, es de los que producen y quieren trasladar los precios internacionales al mercado local.
Pero esa definición, ¿podríamos decir retórica?, vino acompañada de una amenaza contundente: “Yo necesito que ellos exporten porque necesito dólares que entren. Pero lo que no pueden es trasladar a los argentinos los precios internacionales porque no producen en precios internacionales. Ellos no producen en dólares. El Estado sólo tiene dos canales para resolver el problema, dos herramientas que preferiría no usar: subir las retenciones (que en este momento están acotadas) o poner cupos, decir esto no se exporta. Y no hay mucho más tiempo para que decidan.”

Saben qué, podríamos pasarnos los próximos 15.000 caracteres explicando los errores fundamentales que tienen esas definiciones o las falacias que implican, pero lo podemos resumir en corto, a la corta o a la larga, la producción de alimentos va a disminuir y eso hará que la escasez empiece a ser la norma y consecuentemente, subirán los precios de los alimentos.
Nadie puede por decreto controlar el precio de un producto y el volumen de la oferta al mismo tiempo. Lo saben, y eso es lo grave.
Pero tal vez no sea lo peor, porque estoy seguro que muchos de los que están leyendo esta nota están convencidos que pueden sacar provecho de ciertas distorsiones que se van a generar. Algún productor creerá que va a conseguir más barato el precio del alimento de las vacas, no faltará el industrial que pensará poder ganar algún nicho del mercado al que hasta ahora le costaba entrar, y saben por qué pasa eso, miramos en corto, porque nos acostumbramos a vivir el día a día, porque la vacas tienen que comer, y los sueldos hay que pagarlos, y esa es la Argentina que construimos
Ahora, ¿se imaginan los que pasaría en el sector agroalimentario argentino que dependa de su desarrollo del mercado interno?. Si alguien encuentra algo positivo en eso que me lo cuente. Argentina es cada año un país más chico (escribo eso y me imagino al resto del mundo cantando como en la cancha “País chiquito LPQTP”) y queremos condenar al único sector que ha demostrado capacidad de crecer por encima de la media, y aportar al desarrollo, a sumergirse en la mediocridad de cazar en el zoológico.
Las malas señales del gobierno no van a provocar más que malos resultados para todos, todas y todes.

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