La agricultura, en general, y la producción de leche, en particular, fueron actividades productivas históricamente lideradas en su mayoría por hombres y desarrolladas en el día a día también por hombres, porque el trabajo del campo siempre estuvo asociado al rigor del esfuerzo físico que, en la creencia y la tradición, debía estar reservado para “los” más fuertes.
Sin embargo, y casi de manera imperceptible, las mujeres fuimos ocupando espacios en los más diversos ámbitos de la producción de leche y sus actividades asociadas.
No sabemos exactamente las razones, pero de manera visionaria algunos productores de leche comenzaron a “descubrir” que, dada su naturaleza, las mujeres expresaban una ventaja comparativa en el cuidado de los terneros y los indicadores a la salida de la crianza comenzaron a mostrar los resultados de esta apuesta.
En paralelo, las carreras universitarias más identificadas con nuestra actividad -Medicina Veterinaria y Agronomía- fueron despertando el interés cada vez más creciente de muchas mujeres que también se fueron volcando profesionalmente a las labores pecuarias que, como era tradición, también habían estado reservadas para ellos.
Las salas de ordeña fueron otro bastión masculino en el que las mujeres también ganaron espacios a punta de actitud, mérito y resultados.
Más recientemente, el ámbito gremial-lechero se ha abierto para mujeres que hemos tenido las ganas y la convicción de aportar con nuestra mirada a estas valiosas organizaciones de representación sectorial.
Al mirar lo que ha sido esta evolución social, vemos que han concurrido múltiples factores y se han aunado voluntades por lado y lado. No lo vemos como el triunfo de unas y la derrota de los otros. Por el contrario, son circunstancias históricas que debemos asumir pensando en un desarrollo cada vez más armónico, no sólo a nivel de nuestras empresas, sino también en el contexto general en el que nos movemos como sociedad.
La convivencia basada en el respeto mutuo y la confianza en las capacidades personales y profesionales por ambos lados, será la clave para un mejor desempeño familiar, laboral y social.
Pero el avance inevitable de la mujer en estos espacios de la vida cotidiana – incluido el mundo agrícola y lechero – gozará de mayor legitimidad en la medida que se produzca en virtud del mérito y las capacidades, por sobre el derecho adquirido por la vía administrativa.
Y en esa línea, nuestro sector lácteo está dando un muy buen ejemplo.
Paulina Carrasco Gormann, Presidenta Aproval-Leche A.G.