Los datos que maneja el Ministerio de Agricultura marca en 32, 5 céntimos por litro el precio mínimo necesario para que las granjas alcancen un beneficio neto.
ROI FERNÁNDEZ

A buena parte de los ganaderos gallegos siguen sin salirle las cuentas. Incluso a aquellas explotaciones que más han apostado durante los últimos años por modernizarse para mejorar su eficiencia les está costando encontrar la senda de la rentabilidad perdida tras la desaparición de las cuotas lácteas y el consiguiente desplome de los precios en marzo del 2015.

Los números son, relativamente, sencillos. Mientras a una granja gallega le cuesta 32 céntimos producir cada litro de leche, por su venta solo reciben un promedio de 31,1. Es decir, por cada tonelada de materia prima que entregan a la industria acaban perdiendo nueve euros.

¿Cómo logra sobrevivir el sector productor en este contexto de pérdidas? La respuesta hay que buscarla en las ayudas públicas, principalmente en las derivadas de la PAC(Política Agraria Común), el sostén económico de tres de cada cuatro granjas gallegas, según reflejan distintos estudios de costes. El elaborado por Clun (Cooperativas Lácteas Unidas) entre 45 de sus principales granjas cuantifica el impacto de las subvenciones públicas en la contabilidad de las explotaciones en tres céntimos por cada litro de leche producido. Así, mientras el umbral de rentabilidad _el punto a partir del cual empieza a ganar dinero_ sin subvenciones se situó en el 2018 en 32,3 céntimos por litro, la percepción de los fondos de la PAC permite bajarlo hasta los 29,3 céntimos. En resumen, solo las ayudas europeas permiten a las ganaderías cerrar sus cuentas anuales en positivo.

Idéntica conclusión se extrae del grupo de gestión de laCooperativa Agraria Provincial de A Coruña que engloba a cincuenta explotaciones de toda Galicia y que cifra la repercusión de las ayudas públicas en una media de 2,8 céntimos por litro de leche producido. Bien es cierto que la cifra varía sustancialmente en función del tamaño de la granja oscilando entre los cuatro céntimos que representan las subvenciones en las explotaciones consideradas pequeñas _menos de 750.000 litros producidos al año- y las más dimensionadas _más de 2 millones de litros anuales_ donde es de 1,8 céntimos.

Incluso el propio Ministerio de Agricultura reconoce la importancia de la PAC a través de las cifras del Rengrati (Red de Granjas Típicas) que sitúan en 32,5 céntimos por litro _1,4 menos que el que reciben los ganaderos gallegos_ el precio mínimo necesario para que las granjas alcancen un beneficio neto. Cantidad inalcanzable para la mayoría de granjas de la comunidad de no ser por los ingresos procedente de los fondos europeos.

Durante los últimos cinco años la PAC ha inyectado en las granjas gallegas casi 900 millones de euros, un dinero que ha servido como tabla de salvación para numerosos negocios, principalmente en momentos en los que los precios de su materia prima eran especialmente bajos. En el 2018 el campo gallego recibió casi 176 millones de euros de fondos europeos, una cantidad ligeramente inferior a la del ejercicio 2017 y a la que hay sumar además los casi 350 millones que el presupuesto comunitario destinó a la puesta en marcha de políticas de desarrollo rural en la comunidad.

El 60 % de los costes se los lleva la alimentación del ganado

La alimentación del rebaño es, con diferencia, la partida que mayores gastos genera a las explotaciones lecheras gallegas. De hecho, de la contabilidad de las granjas se extrae que asciende al 58 % de los costes totales. Es decir, de cada diez euros que desembolsa una granja para producir leche, casi seis se los lleva solo la manutención del ganado.

Todo esto en un escenario muy favorable del precio del pienso _representa casi 10 céntimos en cada litro de leche producido_ que se mueve en una horquilla que oscila, dependiendo de la formulación, entre los 28 y los 31 euros por tonelada, cifra similar al que registraba hace un lustro.

Con estas cifras no resulta extraño el interés de las granjas por seguir aumentando su base territorial con el fin de producir la mayor cantidad posible de forraje propio, evitando en la medida de lo posible la compra de alimento foráneo. En este sentido, aunque la escasez de suficiente tierra de cultivo sigue siendo uno de los principales problemas a los que se enfrentan la mayoría de las granjas gallegas _la superficie media por explotación en Galicia es de 20 hectáreas, lejos de la que registran las principales zonas lecheras de Europa_ se han hecho avances importantes en este terreno. La mayoría de explotaciones han logrado aumentar su superficie agraria útil bien a través del arrendamiento de las fincas a los que abandonan su actividad, o incluso recuperando para el cultivo fincas forestales o en desuso.

Los ganaderos culpan a las industrias lácteas

Aunque el precio de la leche lleva casi dos años estabilizado en el entorno de los 32 céntimos _tras la desaparición de las cuotas en marzo de 2015 llegó a caer hasta poco más de 27 céntimos_ los ganaderos siguen criticando la actitud de las empresas lácteas en lo relativo a la escasa evolución que experimentan las cotizaciones en origen.

«Actualmente estamos secuestrados por uns contratos lácteos que lonxe de mellorar a capacidade de negociación dos gandeiros e os prezos, como se esperaba, están arruinándonos», apunta Román Santalla, responsable de ganadería del sindicato UPA, matriz estatal de Unións Agrarias, para quien la actitud de la industria está desmantelando progresivamente un sector incapaz de hacer frente durante más tiempo a esta situación.

Para este ganadero dezano la situación lejos de mejorar puede empeorar todavía más a corto plazo a tenor de los movimientos que ya empiezan a realizar algunas industrias. «Xa empeza a haber casos de empresas que plantexan contratos a 28 centimos_tres menos que el precio registrado durante el pasado mes_ ata setembro de 2020. Algo totalmente inasumible para o sector», explica.

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