Lucila y Julián Imhoff están al frente del emprendimiento situado en Gessler, Santa Fe. Por qué invirtieron en la lechería y los planes a futuro.

Lucila y Julián Imhoff se hicieron cargo en 2018 de la empresa familiar que habían comenzado sus padres y con manejo, dedicación y pasión, le dieron una “vuelta de tuerca” y dejaron de lado la ganadería de cría y apostaron al tambo, justamente en un año muy difícil para la actividad.
Hoy, la empresa cuenta con una superficie propia de 200 hectáreas que está dedicada fundamentalmente al tambo con siembras de pasturas y maíz destinadas para la alimentación de los animales. Además, alquilan unas 300 hectáreas agrícolas donde rotan con soja, maíz, girasol y trigo buscando intensificar las secuencias y hacer un manejo sustentable.
Los bisabuelos comenzaron con la producción agrícola pero sus abuelos decidieron descontinuarla e irse a la ciudad. Sus padres, ambos ingenieros agrónomos, quisieron recuperar la producción familiar que había dado sus primeros pasos en la localidad santafesina de Gessler. Así, comenzaron con 8 vacas dedicándose a la ganadería de cría. Pero en los últimos años el negocio no era atractivo y la administración no era eficiente, sobre todo su luego de que falleciera su madre.
Ante esta adversidad que tuvieron que sortear, Julián (30 años) y Lucila (40 años) se pusieron al frente del establecimiento. En realidad, la sociedad anónima está conformada también en partes iguales por los otros tres hermanos, Paula, Pilar e Ignacio (mellizo de Julián) pero por cuestiones familiares y laborales no participan del trabajo diario. por el momento. “La única que no está relacionada al campo es Paula, la oveja negra, que es comunicadora social”, bromeó Julián.
Así, una vez que Julián finalizó la carrera de Agronomía en la Universidad de Esperanza, se metió de lleno al emprendimiento familiar junto con Lucila, que ya venía trabajando como médica veterinaria. luego de un paso breve por “pequeños animales”.


Los hermanos Imhoff dieron vuelta la página y decidieron vender las vacas de cría para ponerle fichas al tambo. Pero lo curioso es que invirtieron en la lechería justamente cuando la actividad atravesaba un momento muy crítico.
“Arrancamos con todas las ganas pero la nota en aquel momento es que la gente pensaba que éramos unos locos porque comenzábamos con el tambo”, recordó Lucila cuando comenzaron con la construcción. “Nos hicieron notas de varios medios pero al salir en todos lados fue un compromiso porque si nos iba mal, cómo hacíamos para explicar”, acotó Julián.
Al principio, fue difícil para los hermanos poder abrir el tambo porque no podían conseguir los créditos suficientes para financiarse y poder invertir en infraestructura porque al ser una empresa nueva, no contaban con los requisitos que le pedían.
Luego de muchas vueltas, finalmente pudieron acceder a la financiación y con el dinero de la venta de las vacas que tenía su papá compraron vaquillonas para darle servicio y poder tener sus propias vacas para el tambo.
“Estábamos en el grupo Crea y habíamos visto los números de otros tambos. Por eso, cuando arrancamos con la empresa quisimos poner un tambo para poder multiplicar la facturación”, explicó Julián.


En este sentido, Lucila sostuvo que cuando la empresa se puso en marcha el objetivo era tener 200 vacas en ordeñe en 5 años y remarcó que lo lograron al año y medio. Por lo que ahora renovaron el fin y quieren llegar a las 300 vacas en ordeñe pero para esto necesitan alquilar mayor área de campo porque la producción es una limitante.
“Podríamos llegar a la cantidad de animales pero nos limita la producción de alimentos. Estamos alineados al tambo simple, rentable, sustentable”, dijo Julián. “Si bien la foto hoy es mala, la lechería es muy cíclica, como el país”, indicó.
Justamente, están transitando el tercer año con el tambo y Lucila alertó que este ciclo no es el mejor momento, pero remarcó que frente a las otras actividades, sigue siendo la más rentable.


Según comentó Julián, al ejercicio pasado fue “positivo” pero coincidió que este año la producción de leche viene perdiendo competitividad porque la relación insumo producto se está deteriorando. “Desde febrero que el valor de la leche está estancada y los valores de los insumos, que en su mayoría están en dólares, crecen. La vaca come en dólares y genera pesos”, definió.
De todas maneras, pese a la coyuntura económica, han obtenido buenos resultados productivos porque al tener un otoño seco, le generó mayor confort a la vaca. “El tema es que nos comimos las reservas y gastamos a cuenta”, dijo Julián. En este sentido, informó que el promedio logrado por vaca es de 28 a 29 litros en este período mientras que el promedio anual es de 23 a 24 litros por vaca.
Por último, uno de los puntos que mencionó Julián fue las diferencias generacionales que observa a partir de la tecnología.
“El mayor cambio es que nosotros estamos más abiertos a la consulta o a intercambiar entre productores. No son tan cerrados como antes. Tal es así en el Grupo Crea donde muchas de las empresas tienen gente joven al mando son más abierta a mostrar los problemas. Y las empresas con gerentes de otras generaciones les cuesta más. Todas las herramientas de tecnología hacen que el intercambio sea más fácil. Tanto whatsapp como las redes sociales”, cerró.

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