Las cifras reflejan que, pese al esfuerzo de los ganaderos, la situación es insostenible. En el año 2010 había en España 24.156 explotaciones de vacas lecheras. Once años después, apenas 11.960 ganaderos hicieron entregas de leche. Han desaparecido 12.000 explotaciones y la tendencia se acelera. “Cada día se cierran en España dos granjas de vacas lecheras”, aseguran fuentes del sector.
Los ganaderos españoles, sobre todo los productores de leche -los de carne aún se defienden, aunque a duras penas- se ahogan por los bajos precios a los que tienen que vender su producto, actualmente por debajo de los costes de producción. Ahora, otro imprevisto ha venido a ensombrecer todavía más su futuro: la subida de las materias primas con las que se elabora el pienso, sobre todo maíz y soja, que se han encarecido en los mercados internacionales un 40% desde octubre de 2020. Los piensos, de esta forma, se han encarecido en torno a un 25%. “Y en el caso de una explotación de vacuno la alimentación supone el 60% de los gastos del ganadero”, explica el presidente del sindicato vasco EHNE, Garikoitz Nazabal.
Pedro es un ganadero de leche de la comarca de Campoo en Cantabria. Admite, con resignación, que si la situación sigue así tendrá que abandonar una explotación con décadas de historia. “Estoy al límite. Hace cuarenta años mi padre tenía diez vacas y con eso daba para mantener una familia y que la explotación fuera rentable. Ahora nos pagan la leche al mismo precio de entonces, por debajo de los precios de producción, y todo ha subido mucho: piensos, luz, gasoil… Con más de cincuenta vacas, como tengo yo, no te salen las cuentas. Te lo quitas de tu sueldo, pero así no se puede seguir”.
“Este año será una catástrofe”
La zona donde vive Pedro le permite alimentar a su vacas con forraje de pastos naturales, pero hay que complementar la alimentación con pienso. “Con los precios disparados desde octubre, este año me gastaré entre 5.500 y 6.000 euros más que el año pasado. Si ya antes nos pagaban la leche por debajo de los precios de producción este año será una catástrofe”. La subida a la que se refiere este ganadero supone que el concentrado de pienso para vacuno de leche se haya pasado desde septiembre de poco más de de 260 euros la tonelada a más de 315 euros.
Diversos factores influyen en esta escalada de los precios. El sindicato EHNE pone el foco sobre la evolución de las materias primas para piensos, sobre todo el maíz y la soja, que son las que marcan el precio final, en la bolsa de Chicago. “Si a ello le unimos una cosecha de cereales no muy buena en América e incluso en Europa…”, añade. China, por otra parte, ha superado la peste porcina africana y para retomar la producción ha hecho acopio de una cantidad ingente de toneladas de pienso y materias primas para alimentar a 540 millones de cerdos al año.
“El problema es de modelo”, considera Gaspar Anabitarte, responsable del sector lácteo de COAG. “Vamos hacia un modelo intensivo, como el del aviar y el porcino, en el que el pienso supone un 50% o un 60% de los gastos de una granja de vacuno de leche”. Este ganadero denuncia que “la factura la emita el comprador y no el vendedor, o sea el productor. Las cadenas de distribución venden la leche al consumidor a precio muy bajo, casi por debajo de los costes de producción y por ello la industria, que es la que nos fija el precio y emite la factura nos compra a nosotros también muy barato”. En España, unos pocos compran a muchos. La ganadería tradicional, la de la cornisa cantábrica, es pequeña, “y esos muchos, al estar muy atomizados, no tienen fuerza contra esos pocos muy concentrados de la industria”, explica.
“Ahora, en contra del modelo europeo”, continúa Anabitarte, “vamos al modelo americano, como el de la macrogranja de las 23.000 vacas en Noviercas (Soria). Con tres granjas como esa se cubriría toda la producción de Cantabria, con cinco la de Asturias y con otras siete la de Galicia. Entonces cuando unos pocos vendan a otros pocos, igual sí que el productor tiene fuerza para negociar el precio con la industria…”. Nazabal, de Zaldibia (Gipuzkoa), lo tiene claro: “Si sube la materia prima, el petróleo, la gasolina o el gasoil con el que repostamos en la gasolinera también sube. Pero aquí, sube la materia prima para los ganaderos, el pienso, y en el súper la leche es un producto reclamo, baratísimo, por debajo de los costes, y no sube. Es inconcebible. Si la distribución aprieta a la industria transformadora, ésta hace lo propio con ganaderos y agricultores, a los que no llega nunca la cadena de valor”.
El presidente de EHNE toma el ejemplo de Francia para ofrecer propuestas. El Gobierno de Emmanuel Macron ha fijado que el precio de un litro de leche en el supermercado no puede estar por debajo de 90 céntimos de euro. “Así el precio para toda la cadena, industria, productores… es digno. Aquí no, aquí el pienso se está comiendo los sueldos de los ganaderos”, subraya.
Y la crisis no afecta solo al vacuno. COAG y su secretario general del sector avícola, Eloy Ureña, también advierten que muchas de las granjas de ave, principalmente de pollo, de nuestro país están en peligro y los argumentos son parecidos a los que esgrimen los ganaderos de vacuno: “Los bajos precios que arrastra el sector, unidos a la reciente subida de la luz y al rally alcista de las materias primas para piensos, han puesto contra las cuerdas a 5.000 granjas. La bajada anunciada por UVESA (una de las mayores comercializadoras de carne de pollo de España) de pagar tres céntimos menos por kilo de carne de pollo a los ganaderos asociados supondría unas pérdidas anuales de 5.700 euros para la explotación media. “La puntilla para la inmensa mayoría”, sostiene Ureña.
En el sector porcino la situación, de momento, no es tan dramática, pero el productor y también dirigente sindical agrario Jaume Bernis augura un “cambio de ciclo”. “Los precios de los piensos, de las materias primas, están al alza. Muy al alza. Si a ello le unimos que China, nuestro principal mercado en los últimos años, recupera su cabaña ganadera al superar la peste porcina africana, y hablamos de 540 millones de cerdos sacrificados al año frente a nuestros cincuenta millones…. Tal vez hay que buscar otros mercados”, explica.