En la góndola del supermercado, los envases de leche llaman la atención no solo por la marca o el diseño, sino también por el color de sus tapas. Esa diferencia no es casualidad: responde a un código que facilita la identificación rápida del producto.
Los colores de tapa son una estrategia pensada para el consumidor. El azul suele estar asociado a la leche entera, el verde a la descremada y el rojo a versiones parcialmente descremadas. Esta convención ayuda a que, en un solo vistazo, las personas reconozcan la variedad que buscan, sin necesidad de leer la etiqueta completa.
Más allá de la cuestión estética, el código de colores refleja una evolución en el consumo. Cada vez más personas eligen leches con diferentes perfiles nutricionales, desde aquellas reducidas en grasa hasta las fortificadas con vitaminas o proteínas funcionales. Así, la góndola se convierte en un espacio donde conviven múltiples opciones que responden a hábitos y necesidades diversas.
Este detalle, que parece menor, es en realidad parte de la estrategia de comunicación y marketing de las marcas lácteas, que entienden que la diferenciación visual es clave en un mercado con alta competencia.
Fuente: TN – No es casualidad: por qué los envases y las tapas de la leche son de distinto color