A 3 años de alcanzar el centenario desde su fundación, la cooperativa Asociación Unión Tamberos (AUT) se embarca en una solución tecnológica, un tambo cooperativo robotizado, para aquellos socios que aspiran a jubilarse o no encuentran en la familia a un sucesor del establecimiento y no quieren resignar sus bienes más preciados: las vacas y la tierra.
Se trata de constituir un “tambo cooperativo robotizado”, al que se destine capital del socio -que también podrían ser vaquillonas de quien genera un excedente- para generar una renta que complemente sus ingresos.
“La gente se cansa, se pone vieja, se quiere jubilar; pero no quiere perder sus animales ni su explotación”, explicó el presidente de AUT Carlos Berrón a Campolitoral.
Desde hace un tiempo vienen percibiendo una problemática común en la ruralidad regional, especialmente en la zona de colonias con parcelas chicas y pequeños productores. Y para dar una respuesta a esa intención de preservar el capital “venimos pensando cómo se puede hacer algún aporte”.
La idea fue madurando y se consolidó ante la experiencia que genera la expansión del ordeñe voluntario, más el asesoramiento que obtuvieron del INTA Rafaela. Así, se decidió utilizar un campo lindero a la planta de acopio y balanceados de Colonia Nueva, a 6 kilómetros de Humboldt.
Berrón explicó que pensaron el tambo cooperativo robotizado como un mecanismo para que los productores puedan preservar el valor de sus animales y tener una renta, además de alquilarles la tierra para que allí se produzca el alimento para el emprendimiento asociativo.
Sobre la opción del robot, Berrón valoró que “es muy plástico, porque no necesitás arrancar de entrada con un montón de vacas; sino que con 60/70 vacas se pone uno, luego otro en espejo; y así se pueden ir agregando”. Mientras le siguen “dando forma” a la idea, estiman que -en principio- comenzarían “con tres robots y 150/180 vacas”.
Lo más importante, relacionado directamente al objetivo de fondo, es que “viene a cambiar el paradigma de la lechería; se termina aquello del ordeñe a las 5 de la mañana llueva o truene”. En ese sentido relató la experiencia transmitida por quienes ya tienen robots: “la vaca a la siesta duerme y a la noche también, no la joroben”, en referencia a los tradicionales horarios en los que se “hace el tambo”.
A diferencia del característico sacrificio del tambero, la persona que maneja el robot tiene que monitorear el funcionamiento sentado en una computadora. “De algún modo hace atractiva la actividad para los jóvenes”, señaló Berrón.
Además, el dirigente sostuvo que “con esta estrategia apuntamos a que no se achique la producción lechera; y segundo, que ese capital de vacas quede dentro del sector cooperativo”. Esa es la guía -aseguró- y en esa dirección orientarán el esfuerzo, porque más allá de la explotación individual “es bueno trascender por algo que se aporte a la comunidad”.
Asimismo, mencionó otras cuestiones que empiezan a pesar cada vez más en la producción, como el medioambiente y la demanda de sustentabilidad de los consumidores. “Lo que se viene es trabajar en la huella de carbono, que es lo que nos van a exigir los mercados de nuestra producción”.
Actualmente AUT cuenta hoy con 284 asociados, aunque llegó a tener más de 1.200 mientras fueron propietarios de la industria Milkaut. El actual proceso de crecimiento “es muy alentador”, dijo Berrón, pero “compromete nuestra responsabilidad y estar acorde con el desafío y no dar un paso más grande de lo que se puede”. Por eso explicó que entre las piezas que aún le faltan al proyecto, el financiamiento es el principal, ya que definieron que no se utilizará capital de trabajo de fondos propios.
De todas maneras, adelantó que ya piensan en implementar, como se hizo alguna vez para que el socio acceda a un equipo de frío o silos propios, un sistema de círculo de ahorro para la futura compra de robots.