En la medianoche del sábado pasado el temporal que hubo en buena parte del territorio nacional desparramó sobre el campo de Andrés Mondon algo más que la lluvia, un aporte que normalmente cada productor agropecuario siempre necesita y desea.
Andrés es productor de leche. Su sistema productivo está en la zona de la Barra de San Juan, muy próximo a la Estancia Presidencial Anchorena. Y allí el viento ocasionó un destrozo terrible: le voló la mitad de una estructura recién instalada, con base en madera y nylon, cuyo objetivo era potenciar la productividad de su rodeo lechero.
El establecimiento se llama El Timbó y posee 308 hectáreas, con 208 propias y 100 arrendadas. Hay unas 300 vacas masa y la recría se realiza dentro del predio. La producción anual ha promediado los 2,5 millones de litros que se remiten a Conaprole.
A fines del año pasado, entre noviembre y diciembre y con base en una planificación que demandó unos dos años de diseño, invirtió US$ 120 mil para disponer de un sistema denominado “cama caliente”, con el objetivo de avanzar a 450 vacas masa, ordeñar unas 400 cada día en promedio al año y una producción de 3,7 millones de litros.
“El objetivo era alcanzar un aumento de un 30% en la carga y de un 20% en la producción de litros por vaca, pasar de 25 a 29 litros al día”, explicó.
La inversión se ubica en unos US$ 500 por vaca dado que la estructura, con un total de 4.800 m², con 120 metros de largo por 40 de ancho, se instaló para hospedar a 240 vacas.
“La inversión es genuina, salió de la producción de leche y de un crédito bancario; hay un seguro, pero eso no soluciona todo porque hay que pagar un deducible importante y además en el sistema productivo que se instaló en muy buena parte hay como un retroceso que te lleva a tener que arrancar casi de cero”, comentó.
Cama caliente
Andrés explicó que la “cama caliente” permite que la vaca no tenga gasto de energía para desplazarse a buscar la comida y el agua, en verano está a la sombra y con protección del intenso sol y calor, en verano está a resguardo de transitar por el barro. Todo ese confort deriva en un incremento paulatino de la producción de leche por vaca. El sistema, que se ha ido extendiendo en la consideración de varios productores del rubro, permite un ajuste de carga que se da por la concentración de las vacas y el área liberada que se destina a la producción de comida, maíz en el ciclo de cultivo de verano y en el de invierno puede ser raigrás, avena o trigo, todo lo cual es ensilado, con un incremento en la materia seca cosechada por hectárea y por año.
“Es algo muy desestimulante”
Aquella noche, recordó Andrés, el temporal de lluvia y viento fue muy intenso y la estructura, pese a su fortaleza, no resistió. La mitad del nylon (de 240 micrones) se voló y hubo mucha caída de postes de madera de eucalitpus tratada. También hubo otros destrozos en el predio.
Para ponerle un monto al daño, hay que aguardar que los peritos hagan el cálculo definitivo y para eso hay que ver, por ejemplo, qué parte de la madera se puede recuperar.
Sobre lo que le tocó vivir, Andrés admitió que es algo que los productores saben puede ocurrir en un emprendimiento productivo que se realiza en medio del campo, “estamos siempre expuestos, pero cuando te pasan estas cosas es algo muy desestimulante porque a esto uno le pone tiempo, esfuerzo, cabeza, dinero y corazón. Tenía todo armado, todo pronto, lo arrancamos y a los ocho días de estrenarlo se te vuela”.
“No solo se me voló la mitad de un techo, se me voló la mitad de un sistema productivo y en la otra mitad no hay un uso posible porque quedó todo lleno de agua, en realidad hay todo un proceso de trabajo con un aspecto biológico que hay que recuperar y en gran medida eso implica arrancar en muchas cosas desde cero”, lamentó.