En el marco de una nueva edición de Argentina Visión 2040, organizado por ADBlick Agro, Argensun Foods, el Centro de Agronegocios de la Universidad Austral y la firma Lartirigoyen, referentes del agro y la innovación analizaron a fondo las oportunidades para el sector agropecuario y el impacto de las nuevas tecnologías en un mapa global que en materia de demandas ambientales es cada vez más exigente.
En el panel de apertura del evento se abordó el perfil de los agronegocios, cómo se encuentran en la actualidad y hacia dónde avanzan.
Bernardo Piazzardi, director ejecutivo de la Maestría de Negocios del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, puso a Argentina en el mapa mundial y en base a lo que presentó como los “tres factores críticos”, destacó las inmensas oportunidades con las que cuenta el agronegocio argentino.
Estas tres variables son:
- Capacidad actual y futura de generación de biomasa, tanto con impacto local como internacional.
- Capacidad actual y futura para industrializar esa biomasa.
- Capacidad actual y futura de contar con conocimiento aplicado.
Piazzardi destacó que tanto Africa como Asia y Europa reúnen algunos de estos atributos, pero que Canadá, Estados Unidos y el bloque Mercosur son quienes mejor están posicionados, en base a los tres factores mencionados.
Y si bien Argentina es uno de los pocos países en el mundo que aprueba ese check list, la realidad indica que es una oportunidad que no se termina de aprovechar. Al respecto, puso como ejemplo el valor promedio de la tonelada exportada en Argentina de productos agropecuarios y alimentos.
El directivo calculó que en nuestro país, ese número se ubica sobre los U$S 600. Lejos de los U$S 1.000 de Estados Unidos y los U$S 1.800 que exhibe Nueva Zelanda.
“Tenemos facilidad para triplicar esos números, hay nuevos modelos de negocios”, destacó.
Como ejemplo, citó el casó del sector vitivinícola, que en un lapso de 15 años se organizó como cadena de valor y a partir del trabajo conjunto del INTA, bodegas y exportadores pudo avanzar en la comercialización, dejando atrás el esquema de commoditie.
Piazzardi explicó que cada vez más se hace palpable un cambio en el modelo de negocios, a partir del empuje de un segmento de productores que marcan tendencia y ponen primera algunos años antes que el resto.
Este cambio de paradigma se apoya en dos pilares centrales, que son la digitalización y la tecnogía en los planteos productivos y la convergencia con otros eslabones de la cadena.
“Hay competitividad tranqueras adentro, pero luego hay mucho por hacer, hasta en soja tenemos que hacer tareas”, remarcó.
ESCENARIO INTERNACIONAL COMPLEJO, PERO CON OPORTUNIDADES
Martín Piñeiro, director del Comité de Asuntos Agrarios del Consejo Argentino para las Relaciones internacionales (CARI) aportó su mirada sobre las oportunidades para el comercio exterior, en el contexto de un escenario internacional complejo.
“El comercio internacional importa y la demanda existe, pero el mundo está complicado. La demanda está asegurada, los alimentos no tienen sustitutos y además, hay nuevos productos como los biocombustibles”, reconoció.
En este punto, destacó que será fundamental la política exterior argentina para empezar a definir posicionamientos. “Los países tienen que empezar a elegir de qué lado están, hay un debilitamiento del multilateralismo y más comercio entre países aliados y amigos”, advirtió.
En el caso de nuestro país, señaló que si bien por el momento no hay una alineacion definida, todo apunta a que será hacia Occidente, como lo demuestra los acercamientos del presidente Javier Milei a Estados Unidos, Israel, el G7 y una parte de la Unión Europea.
“Esto será un problema, porque los principales clientes argentinos son asiáticos, esto representa un problema geopolítico. Hay que empezar a definir alineaciones y qué inserción internacional comercial tendremos. El 60% del comercio argentino es agropecuario, hay que ver a quién le vendemos”, afirmó.
De este modo, Piñeiro aconsejó que será útil reconceptualizar el negocio agropecuario, para contar con herramientas que permitan enfrentar un escenario complejo.
“No hay que vernos como parte de un sector agropecuario, sino de un sector agroalimentario más complejo”, resumió.
Este pasaje de “agropecuario” a “agroalimentario” implica tres escalones:
- La producción de alimentos, desde la tranquera al plato
- Cómo se usa la biomasa para la producción no alimentaria, como el caso de los biocombustibles
- Servicios ambientales, que generan oportunidades de negocios
Otro punto que remarcó el asesor fue el impacto de las políticas de los últimos años en el sector. Entre otros efectos adversos, consideró que concentraron tanto la producción como en el ritmo del comercio exterior.
Según sus cálculos, existen seis productos y diez destinos que explican más del 60% de las exportaciones. “Las exportaciones están muy concentradas y ahora eso es muy malo, la diversificación es clave“, enfatizó.
En paralelo, sostuvo que a diferencia de países como Brasil y México, Argentina cuenta con una muy baja representación del agro en el Congreso nacional.
“Las políticas de Estado fueron dispersas, no permitieron articular y desarrollar a las cadenas de valor. A diferencia de Brasil, no se crearon cadenas de valor integradas”, concluyó.
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