Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario, especialista y secretario técnico de la Cámara Gremial de la Leche de Fedegán, fue categórico al afirmar que no ve un escenario “apocalíptico” con la desgravación total de las importaciones de leche en polvo y otros derivados prevista para 2026, en el caso del TLC con Estados Unidos, y para 2028, en el acuerdo con la Unión Europea.
“No creo de tajo en una visión apocalíptica relacionada con el TLC entre Colombia y EE.UU. en el sentido que afectaría a miles de productores ganaderos del trópico bajo por esta pura condición”, declaró.
A su juicio, la liberación absoluta de aranceles y cuotas que sucederá en 2026 afectará drásticamente a los productores pequeños y medianos que dependen de este sector, tanto en trópico bajo como en trópico alto. Esto se debe a que no tienen fácil acceso a técnicas, tecnologías y economías de escala que les permita ser mucho más eficientes de lo que son.
“La versión que augura una reorganización del mercado y la consecuente concentración de productores en el trópico alto, particularmente cerca de las plantas procesadoras, en busca de menores costos de logística, no tiene suficiente solidez, ni económica ni social”, explicó.
Cada vez hay mayor polémica sobre el impacto a más de 300.000 ganaderos, pero el país debe recordar que, desde hace años, las zonas con mayor crecimiento en la producción láctea son las ubicadas en el trópico bajo.
“De hecho, en 2024, la producción de leche se incrementó en 8,7 % y culminó en 7.700 millones de litros gracias al aporte de todos los ganaderos del país y no solamente a algunos de ellos”, resaltó.
Menores costos
A su juicio, existen señales que revelan la fortaleza del mercado lácteo. Por ejemplo, el año pasado el cupo de importación de leche en polvo de EE. UU. y Europa no se utilizó en su totalidad, lo que indica que la producción nacional bastó para satisfacer el consumo interno.
Al entrar en plena vigencia los acuerdos comerciales mencionados, el mercado podría regularse, fluctuando en función del consumo.
“En este último factor, como en los costos internos de producción y en la calidad producida, traducidos en competitividad, es hacia donde se deben enfilar las acciones de la cadena láctea”, enfatizó.
A quienes insisten en que la producción deberá trasladarse a zonas más cercanas a las plantas, el experto les recuerda que: “Estudios indican que la producción de leche en el trópico bajo tiene costos de producción menores a los del trópico alto”.
Además, añadió que cada zona tiene sus propias cualidades que las hacen ventajosas respecto de la otra, por lo cual no se puede pensar que una vaya a dedicarse exclusivamente a un cierto tipo de producción sobre otro.
“En el trópico bajo se produce mayor calidad composicional, pues la leche contiene más grasa y proteína. Mientras que el trópico alto cuenta con ventajas en la calidad higiénica y sanitaria de la leche y la mayor producción por animal”, agregó.
Tamaño no es barrera
De acuerdo con el experto, cuando entró en vigor el TLC entre México y EE.UU., salieron del mercado de manera gradual centenares de pequeños ganaderos productores de leche. Pero enfatizó que el modelo de producción mexicano y sus condiciones son diferentes a las de Colombia, incluyendo los componentes sociales intrínsecos.
Un ejemplo contrario de que el tamaño no importa es el de Nueva Zelanda: “Nueva Zelanda, país líder del mundo en producción de leche, tiene productores que obtienen apenas 400 litros diarios”.
Por eso insiste en que “el tamaño no es la barrera. El 80 % de los ganaderos del país son pequeños y medianos productores, por tanto, nuestro papel es aprovechar ese factor y convertirlo en ventaja comparativa mediante programas de asociatividad y encadenamientos sólidos y duraderos”.
Fomento al consumo
También se refirió al bajo consumo nacional, atribuido a varios factores que se intensificaron desde la pandemia por el nuevo coronavirus y por la caída en la población de niños y jóvenes.
“Los colombianos debemos consumir leche para mejorar la salud y aumentar la nutrición”, aseguró.
Y puso en evidencia la diferencia entre lo que se paga al productor y lo que paga el consumidor: “El margen grande que puede tener la industria, no riñe con mayor o menor importación de leche y con la caída, o no, de la producción, si no con el menor o mayor consumo y esto es lo grave”.
Finalmente, conectó el futuro de la ganadería con la estabilidad del campo: “Hace años presentamos al entonces presidente, Andrés Pastrana, un mapa que permitía observar que la violencia rural existía, mucho más, donde no hay producción de leche. Este renglón productivo es la actividad que arraiga al campesino y este es dependiente del producto alimenticio porque le suministra el sustento económico diario y la seguridad alimentaria”.