El transporte de ganado es un eslabón crítico en la cadena cárnica y láctea. Una normativa adecuada no solo garantiza el bienestar animal, sino que también impacta directamente en la calidad de los productos, la reducción de pérdidas económicas y la competitividad del sector.
Según especialistas, establecer protocolos claros en aspectos como densidad de carga, tiempos de viaje, alimentación e hidratación permite disminuir el estrés y la mortalidad durante los traslados. Esto no solo responde a exigencias de consumidores y mercados internacionales cada vez más atentos al trato animal, sino que también se traduce en mejores rendimientos productivos.
“El bienestar durante el transporte es inseparable de la rentabilidad”, señalan desde Contexto Ganadero, subrayando que la trazabilidad y el cumplimiento normativo son condiciones clave para acceder a mercados de alto valor.
En América Latina, varios países avanzan en la modernización de su legislación para armonizarla con los estándares de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), que establece recomendaciones en materia de tiempos máximos de viaje, densidad y capacitación de transportistas.
Además, el uso de tecnología —como sensores de temperatura, monitoreo satelital y reportes digitales— está ganando espacio para garantizar controles en tiempo real.
El consenso entre productores y autoridades es que la normativa de transporte no debe verse solo como una obligación, sino como una inversión en competitividad, que asegura acceso a mercados exigentes, reduce pérdidas y mejora la imagen de la producción ganadera.
Fuente: Contexto Ganadero
