Para sobrevivir a una situación financiera complicada producto de la caída de las ventas, de la fuerte inflación acumulada y de los cepos que por ese entonces imponía el gobierno kirchnerista, a mediados del año pasado el Grupo Arcor salió a buscar fondos en los mercados.
Después de haber registrado un fuerte derrumbe de sus ganancias que pasaron de $77.258 millones en los primeros nueve meses del 2022 a $35.534 millones en igual período del 2023, el holding de la familia Pagani buscó apuntalar sus negocios en el país y en el extranjero mediante el lanzamiento de nuevas Obligaciones Negociables (ON) bajo el programa global que ya tiene autorizado por un valor nominal de hasta u$s1.200 millones.
En ese momento, una asamblea del grupo cordobés definió el plan de búsqueda de fondos en los mercados de capitales a través de este tipo de títulos dada la situación de los mercados de capitales, tanto el local como los internacionales que resultaba conveniente para emitir ONs, con lo cual lanzó tres tramos: ON Clase 19, Clase 20 y Clase 21, con un valor nominal de hasta los $4.000 millones, ampliable hasta los $22.000 millones.
Lo recaudado sería utilizado para compra de activos en el país, financiación de su programa de inversiones o pago de parte de su deuda y serán denominadas y pagadas en pesos o dólares, según determine el directorio.
En todos los casos, las fechas de vencimiento se establecieron a los 12 meses a computar desde su emisión, es decir, en el primer trimestre de este año, con una tasa de interés que devengarán sobre su capital pendiente de pago a una tasa fija y/o variable.
Ampliar operaciones
Ahora, y para apuntalar su estrategia de crecimiento en un contexto económico donde sus ejecutivos deben considerar que habrá una lenta, pero sostenida recuperación del consumo, un importante reacomodamiento de los precios bajo condiciones de libertad de mercado y una inflación que se espera comience a ceder, acaban de concretar una nueva inyección de fondos.
Se trata de u$s40 millones que ingresarán al Grupo Arcor a partir de un préstamo que el holding con sede en la ciudad cordobesa de Arroyito negoció con una de las principales entidades financieras internacionales de crédito como es el banco Coöperative Rabobank U.A, una institución holandesa que opera como cooperativa y se especializa en servicios para la agricultura. Fue establecido en 1972 para proveer servicios financieros, redes e información de los problemas alimenticios a productores, consumidores y organismos gubernamentales internacionalmente.
Los fondos que Arcor recibió de este banco, según explica la compañía en un escueto comunicado enviado a la Comisión Nacional de Valores (CNV), será aplicado “a capital de trabajo”, una forma simple de explicar que buscará ampliar sus operaciones; adquirir nuevo equipamiento; lanzar otras líneas de producción o hasta analizar posibilidades de crecer mediante compras o joint ventures con otros grupos multinacionales del exterior.
La última vez que el holding de la familia Pagani recurrió a los mercados de capitales fue el 19 de junio de 2017, cuando recibió fondos por u$s150 millones, a una tasa de interés de 6% anual y a un plazo de seis años.
En ese momento, el dinero fue destinado a la refinanciación de pasivos, a cubrir necesidades de capital de trabajo y a la cancelación parcial de las ON Clase 9 con vencimiento a través de su amortización en siete cuotas semestrales desde el 9 de octubre de 2024 hasta el 9 de octubre de 2027.
El canje tuvo una aceptación del 74,41% y los fondos necesarios para financiar la contraprestación en efectivo resultaron de una combinación de fondos propios y de deuda financiera de corto plazo.
Gigante de las golosinas
En la actualidad, y conjuntamente con sus subsidiarias, asociadas y negocios conjuntos, Arcor constituye un grupo multinacional, que produce una amplia gama de alimentos de consumo masivo (golosinas, chocolates, galletas, alimentos, etc.) e industriales (papel virgen y reciclado, cartón corrugado, impresión de films flexibles, jarabe de maíz, ingredientes industriales y endulzantes de origen vegetal, etc.).
Su presencia se extiende por Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Angola, y otra gran cantidad de países y participa en los agronegocios y en el sector del packaging, además de ser el accionista mayoritario de la láctea Mastellone.
Es considerada la principal empresa de alimentos de Argentina, el primer productor mundial de caramelos y el principal exportador de golosinas de Argentina, Chile y Perú constituyendo una de las empresas líderes de galletas, alfajores y cereales en toda la región en conjunto con Bagley Latinoamérica S.A. (la sociedad conformada con el Grupo Danone de la cual Arcor posee el 49% del capital ).*
Es además, el grupo argentino con mayor cantidad de mercados abiertos en el mundo elaborando tres millones de kilos de productos por día.
Desde mitad del año pasado, la compañía es liderada por Alfredo Gustavo Pagani ya que su hermano, Luis Pagani, se retiró a mitad de año tras más de tres décadas en el poder del holding.
Tiene oficinas comerciales en cuatro continentes, posee más de 45 plantas en Latinoamérica, y una planta industrial en Angola, África, empleando a más de 20.000 personas y exportando a más de 100 países en los cinco continentes.
Víctima de los cepos K
Pero, más allá de su “robusta contextura” y de ser una de las mayores productoras de golosinas y alimentos del mundo, Arcor vino sufriendo una fuerte caída de sus resultados operativos y de sus ganancias netas como consecuencia de medidas externas a sus planes de negocios.
De hecho, en su último balance púbico correspondiente a los primeros nueve meses del 2023, tanto su resultado operativo como sus ganancias, disminuyeron de manera importante.
En el primer caso obtuvieron $69.594 millones contra $86.673 millones entre los mismos meses del año anterior. Por otro lado, en el caso de su rentabilidad neta fue de $35.534 millones cuando en el 2022 había sido de $77.258 millones.
El problema es que se desempeña mayormente en el ámbito doméstico, donde la economía desde hace ya algunos años se encuentra en un proceso de caída de actividad y de alta inflación que, sumado a la irrupción de la pandemia, ocasionó que se complejizara el contexto en forma significativa.
Asimismo, la sequía que afectó la región durante los últimos dos años, generó fuertes caídas en la producción agrícola, menores exportaciones y consecuentes complicaciones para el ingreso de divisas, afectando aún más las condiciones macroeconómicas.
También fue afectada por años y como todo el mercado alimenticio local por las medidas que tomaba el anterior gobierno de Alberto Fernández tendientes a restringir el acceso al mercado cambiario a fin de contener la demanda de dólares, como la obligación de obtener autorización previa del BCRA para acceder al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), como también la ampliación del alcance del impuesto “Para una Argentina Inclusiva y Solidaria” (PAIS) para incluir en el tributo la cancelación de obligaciones derivadas de la compra de ciertos bienes y servicios adquiridos en el exterior.
