Si algo ha aumentado con fuerza es la cantidad de información y conocimiento alrededor de las producciones lecheras y sus indicadores productivos. La nutrición animal es una de las áreas de estudio que mayor relevancia ha cobrado en el último tiempo, al punto tal de que las dietas son claves en los niveles de producción, la rentabilidad de los sistemas e incluso su sustentabilidad.
“Yo le digo a mis alumnos que cuando uno se dedica a la nutrición y alimentación de vacas lecheras hay mucho por aprender y hacer. Hay muchos nutrientes que tenemos que balancear para lograr hacerlas producir cada vez más. Las vacas son maquinas muy especializadas”, dijo a Bichos de Campo Paula Turiello, agrónoma especializada en nutrición animal y docente en la Universidad de Río Cuarto.
¿Y qué ingredientes pueden integrar la dieta de una vaca lechera? Todo depende de la etapa de crecimiento en la que se encuentre. Al principio se vale de un alimento líquido como leche o un sustituto lácteo, que progresivamente se cambia por sólidos hasta que alcance la edad de parto.
“Hay muchos ingredientes que pueden proveer distintos nutrientes. Los más comunes acá en Argentina son el silaje de maíz, el de sorgo, los henos como el de alfalfa, y en términos de concentrados los cereales y subproductos industriales como cascarilla de soja, expeler, etc. Cada uno cumple una función. Hay que ver qué nutrientes aporta cada uno, de dónde la vaca se va a valer para obtener energía, proteínas, minerales”, indicó la especialista.
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Pero la dieta no es el único ítem a tener en cuenta, sino que también se debe apuntar al confort. “Es una vaca a la que le queremos exigir un montón y el confort es indispensable”, consideró Turiello.
En este sentido es clave contar con el acompañamiento de un asesor, que pueda quitarle cierto peso al trabajo del tambero.
“Para mejorar los indicadores del tambo es imprescindible tener asesoramiento, sobre todo porque es un aire nuevo que viene al establecimiento y nos tira ideas nuevas, nos transmite ganas de mejorar”, afirmó la agrónoma.
En este sentido, uno de los aspectos que se puede abordar, y en los que la especialista viene trabajando, es en la disminución en la edad del primer parto de las vaquillonas y el impacto que eso tiene en la producción y rentabilidad del sistema.
“Es muy importante dentro de la estructura de costos de los establecimientos todo el programa de reemplazo, que es desde que crías y recrías a la ternera hasta que llega a parir para ser productiva. Ese es el segundo ítem o rubro dentro del establecimiento lechero en cuanto a la participación en los costos”, explicó Turiello.
– ¿De qué depende adelantar la entrada de la vaquillona al ciclo productivo? -le preguntamos.
-Del asesoramiento. Si nosotros podemos monitorear el crecimiento de las vaquillonas y acercarnos a las recomendaciones de crecimiento, vamos a poder tener el parto de ellas antes, manteniendo un buen nivel de producción. Pero para eso hay que monitorear y estar al tanto de los requerimientos nutricionales y de crecimiento.
-Ahí se vuelve clave la nutrición.
-Sí, es indispensable al igual que el monitoreo del proceso.