En el Día de la Mujer Rural fue recertificada por sexta vez en buenas prácticas ganaderas en la producción de leche.

A Ximena Guevara Forero la ganadería le corre por las venas. Siendo apenas una niña se sentía atraída por el campo y por todo lo relacionado con el manejo de las reses.
Desde hace 29 años, cuando llegó al Quindío proveniente de Bogotá, montó su lechería en la que desde 2008 hasta hoy se ha mantenido como una ganadera ejemplar en sus prácticas higiénicas y de inocuidad en su predio ubicado entre Circasia y Montenegro. El pasado jueves, en el marco de la celebración del Día de la Mujer Rural, el Instituto Colombiano Agropecuario, Ica, la recertificó por sexta vez al comprobar que sigue cumpliendo con todos los requisitos y las normas sanitarias.
Aunque en ocasiones pasadas la certificación se hacía cada 2 años, actualmente se realiza cada 3 anualidades. Esta mujer, de 49 años de edad, le contó a los lectores de LA CRÓNICA detalles de la labor que realiza.
¿Por qué escogió la ganadería como oficio?
Mis inicios en la ganadería fueron con mis hermanos porque los cogía con las corbatas de mi papá y me los llevaba como terneros por la casa. Después que salí del colegio estudié en el Sena Agropecuario de Mosquera, Cundinamarca, porque siempre tenía como objetivo aprender el manejo de la ganadería. En ese tiempo el eslogan del Sena era ‘Aprender haciendo’ y siempre quise estar en contacto con los animales y eso me llevó a formarme en tecnología agropecuaria. Siempre estuve ligada al Quindío porque mi padre es de acá y teníamos finca en la vereda Llanadas de Circasia. Al terminar en el Sena me vine para este departamento cafetero y en la parcela había un ganado de zurriago, no había cercos, los animales daban 3 litros de leche y todo era muy básico y artesanal. Con el paso del tiempo empecé a comprar reses para sacar más leche, me vinculé con una cooperativa que ha sido fundamental en este proceso porque nos inculcó las prácticas higiénicas y nos enseñó cómo hacer las cosas bien para darle un estatus a la lechería.
¿Con cuántas vacas empezó y cuántas tiene ahora?
En ese tiempo había unas 30 y se sacaban 40 litros de leche al día. En este momento tengo 50, entre pequeñas y adultas, y saco 400 litros diarios de 24 reses.
¿Qué sintió cuando le dieron la recertificación en buenas prácticas ganaderas en la producción de leche?
Fue una satisfacción del deber cumplido, de verdad que siempre he querido dejarle a mi hijo un buen ejemplo, creo que esa ha sido la base de mi vida porque desde el momento en el que tuve a Andrés Mauricio le pedí a Dios que me diera mucha sabiduría y que yo como persona, como profesional y como mujer le pudiera dar un buen ejemplo. Lo primero que pensé fue que él se iba a sentir orgulloso de mí. Sentí una alegría y un descanso muy grande porque de todos modos esa auditoría es estresante.
¿Cuáles son las prácticas que aplica para la higiene y la inocuidad de la leche?
Primero que todo se necesita perseverancia y disciplina, como con todas las cosas que uno tiene que hacer para triunfar en la vida. En el ordeño cumplo con todos los protocolos como la desinfección de las ubres, el buen secado, busco que no haya un sobreordeño de los animales y al final utilizo el sellador de los pezones. La ruta de ordeño se hace completa y siempre está muy vigilada porque tengo que estar haciendo pruebas de mastitis cada semana para que esa enfermedad de la ubre no se propague en todo el hato. También cuento con un tanque de enfriamiento de leche y eso ayuda a que no se dé un crecimiento bacterial en el producto. Siempre busco que el ganado esté cómodo y que tenga buena alimentación. Eso va de la mano con el manejo de la reproducción porque si no se preñan los animales tampoco voy a tener producción de leche. Además, estoy muy pendiente de las vacunas contra la aftosa, la brucelosis y las enfermedades reproductivas. Un requisito para ser certificada en las buenas prácticas es estar libre de brucelosis y tuberculosis, que son 2 patologías que se transmiten al hombre. Es un manejo integral de todo alrededor de las vacas y de la mano de obra.
¿Qué circunstancias la trajeron a vivir al Quindío?
Mi papá es quindiano y mi mamá de Bogotá, nací y me formé en la capital del país, pero siempre tuve ese amor por el Quindío cuando mi padre nos traía de vacaciones a visitar a la familia, desde niña tenía un cariño enorme por las montañas. Ha sido como un imán el que he sentido por esta tierra y no me explico las causas. Acá formé a mi hijo, lo hice profesional gracias a Dios, son un montón de cosas que le debo al departamento y a su gente que la adoro. No concibo vivir en otro lado porque acá llevo 29 años siendo feliz.
¿Qué ha sido lo más grato de manejar las vacas?
Lo más grato para mí fue ver nacer una novilla y llevarla en todo su proceso hasta que por fin dio leche, eso fue lo máximo.
¿Qué ha sido lo más complejo que le ha tocado afrontar en la vida?
Lo complicado para mí ha sido ser mamá soltera porque me ha tocado hacer de todo, muchas veces me tocaba salir del ordeño corriendo a cocinar, a llevar a mi hijo al colegio y aparte de eso estoy encargada de mi papá que tiene 94 años, parece un roble de lo saludable, pero de todos modos necesita cuidados y atenciones. Ser todera me ha causado muchas dificultades porque siempre me ha tocado multiplicarme para poderles responder a todos bien y eso me gusta, pero a veces me angustio y entro en pánico, aunque al final todo sale avante.

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