Ambos fueron detenidos en 2019 tras una investigación que llevó la Fiscalía Federal de Rafaela. Este martes fueron condenados a penas de hasta 4 años. La víctima fue un adolescente que era obligado a trabajar de sol a sol mediante amenazas y castigos.

Un fallo del Tribunal Oral Federal de Santa Fe condenó a una pareja oriunda de la localidad de Josefina que fue procesada por una causa que los investigó por esclavizar a un adolescente durante cuatro años. Se trata de Maricel Bernardita Román y de Víctor Raúl Bustamante, sobre quienes ya pesa una condena anterior resuelta en la Justicia provincial, también por el mismo delito.
La reciente condena fue resuelta por el juez Luciano Lauría, quien homologó un juicio abreviado que alcanzaron el fiscal general, Marín Suárez Faisal y la defensa particular de los imputados, a cargo de Germán Verna. En su resolución el magistrado impuso una pena 4 y dos años de cárcel efectiva tras declararlos autores penalmente responsables del “reducción a la servidumbre”. En el caso de Bustamante, como partícipe secundario.
El fallo además unificó las condenas anteriores, resueltas el 28 de diciembre del 2018, por lo que Román pasará detenida seis años y seis meses, mientras que Bustamante estará cuatro años en prisión. Este último, es el único que se encuentra detenido en el Penal de Ezeiza donde transitó la etapa previa al juicio abreviado. En el caso de la mujer, fue beneficiada con la prisión domiciliaria.
Un niño vulnerable
El caso se destapó el 22 de agosto del 2019 y fue a raíz de una denuncia que realizó una pareja en la Delegación San Francisco de la Policía Federal de la provincia de Córdoba. La misma dio cuenta que en un establecimiento rural, ubicado en la localidad de Josefina (provincia de Santa Fe) se encontraba viviendo un menor de 17 años el cual era maltratado constantemente física y verbalmente por su tía Maricel Bernardita Román y su pareja Víctor Raúl Bustamante, los cuales eran los encargados del tambo y residían allí junto a sus dos hijos menores, una sobrina y la propia víctima.
La denuncia agregó que al joven lo hacían trabajar en el tambo desde las 2 de la madrugada hasta las 20.30 horas aproximadamente, y que no tenía francos ni descansos. En algunas ocasiones hacía sus tareas descalzo y semidesnudo a pesar de las bajas temperaturas del invierno. Además no le daban de comer la mayoría de los días, y lo amenazaban para que no se fuera a lo de su madre ya que le hablaban mal de ella y de la forma en que habían sido concebido. En tanto, agregaron que en una oportunidad Bustamante le llegó a decir a la víctima que si se marchaba le pegaría un tiro en la cabeza con la escopeta a él y a su madre.
La denuncia fue luego remitida a la Fiscalía, con Gustavo Onel a la cabeza, por lo que se inició una investigación que implicó nuevas testimoniales y una serie de trabajos complementarios de la fuerza policial.
El 11 de septiembre, la policía allanó el “Campo Tacite” y detuvo a Román y Bustamante y los puso a disposición del juez federal de Rafaela. El 7 de octubre de 2019 fueron procesados como presuntos coautores del delito de trata de personas con fines de explotación laboral, en la modalidad de acogimiento, de la víctima y por haber mediado abuso de la situación de vulnerabilidad, amenaza y violencia contra la misma, por ser la víctima menor de edad y por haberse consumado su explotación, y en el caso de la nombrada también agravado por ser ascendiente. Tres meses después, el fiscal dio por clausurada la investigación y elevó la causa a juicio el 15 de enero de 2020.
Ordeñe de sol a sol
La pesquisa instruida en el Juzgado y Fiscalía de Rafaela detectó que la víctima fue esclavizada durante al menos cinco años. Durante ese periodo -resalta la sentencia- el joven fue sometido a “malos tratos” por parte de la pareja quienes lo obligaron a realizar todo tipo de tareas vinculadas con el tambo por prolongadas jornadas, de lunes a lunes, sin francos y en condiciones muy precarias. Es que no le proveyeron jamás indumentaria adecuada ni tampoco le dieron dinero a cambio del trabajo que realizaba. Aún menos lo registraron en algún organismo oficial.
Según pudieron establecer los investigadores, el joven ordeñaba vacas a partir de las 4 de la madrugada. Después debía ir hasta un potrero y luego tenía que darle comida a los terneros. Seguidamente debía limpiar el tambo que producía 2.700 litros diarios de leche. Horas más tarde, debía volver a realizar la misma tarea hasta las 19 o 20. “Lo hacían trabajar sin parar, sin descanso”, dijo al respecto un testigo que declaró en la causa.
El trato fue tan infrahumano que la pareja jamás llevó al medio al adolescente el cual padecía de una infección en sus orejas producto de una pediculosis recurrente, como así también cortes en sus muñecas por manipular alambres.
Además de ello, no se comunicaba ni vinculaba con personas ajenas al predio, no concurría a la escuela, no tenía vínculos de amistad, ni tampoco con su madre y hermanos, y sólo en sus ratos libres jugaba a la pelota o bocha con su primo.
El resto del tiempo se la pasaba esclavizado.

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