La estampida de costos, especialmente alimentarios, en línea con una actualización del precio de la leche por debajo de la evolución inflacionaria provoca un fuerte desequilibrio en la ecuación

Tambo y crisis son casi sinónimos en la Argentina; especialmente los de menor escala, los pequeños y medianos.

Y la severa sequía de la tercera Niña en fila que sufrió el país puso de nuevo a los productores lecheros contra las cuerdas por la escasez de pasturas, los altos costos alimentarios y un techo forzado para el precio de la leche que entregan a la industria. El cóctel es explosivo, pero se agravó desde que comenzó 2023.

Es que en el arranque del año hubo cierto guiño de que el valor que la industria paga por litro de leche iría ajustando al menos por inflación. Pero eso luego no ocurrió. Las entidades del campo denunciaron que las industrias se ampararon en un planteo del Gobierno para no convalidar ajustes mensuales superiores al 4%. Los tamberos no saben si eso es cierto, pero los ajustes no alcanzaron nunca al proceso inflacionario.

De hecho hay un dato referencial: mientras el sachet de leche fluida en la góndola pasó de $95,44 en febrero de 2022 a $236 el mes pasado, lo que implicó un alza del 147% interanual, el tambero tuvo una recomposición del 96% en ese mismo período.

“Sufrimos una desprotección y una vulnerabilidad absoluta fruto de las distorsiones estructurales que existen dentro de la cadena láctea donde funciona una fijación unilateral del precio por parte de la industria”, remarcó Andrea Passerini, responsable de la mesa láctea de CRA y productora tambera de Carlos Casares.

La dirigente explicó a Tranquera Abierta que “no se cumple ni el Código Civil y Comercial donde se dice que la transacción de leche cruda es suministro a precio determinable; no se cumple la Resolución 229 de 2016; no se cumple nada. La industria caza en el zoológico”, señaló.

Passerini destacó además que febrero es siempre un mes difícil para el tambo, pero en particular este fue uno de los peores que se recuerde. “Se junta un piso de producción, un piso de vacas en ordeñe, un piso de facturación y un techo de gastos. Este mes de febrero fue de los peores de la historia por el efecto de la seca”, dijo.

Para la productora bonaerense, “la gran industria nucleada en el Centro de Industrias Lecheras (que reúne a las grandes empresas del sector) mira para otro lado cuando se está hablando de una caída de la producción nacional de hasta un 30%. Por lo cual, si en 2022 se exportó un 25% del total producido, quedaríamos por debajo de la demanda interna”, alertó.

Y concluyó: “Estamos en un escenario en el que todas las variables, las climáticas, las macroeconómicas, las intracadenas, juegan en contra y la anarquía es absoluta”, resalto Passerini.

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