Quisimos saber cuál era ese nicho y nos llegamos hasta el espacio que ocupa la empresa en la nave de emprendedores del Parque Industrial y Tecnológico (PILT) de Villa María.
“Un productor nos compró el primer taxi cuando todavía no habíamos terminado el prototipo”. Diego Audano DE MAGNO
Allí estaba Diego Audano (el joven distinguido por Fedecom), junto a sus socios Marcelo Coppari y Gonzalo Moreno, quienes nos contaron cuál fue el desarrollo tecnológico que propusieron.
“Además de ser ingeniero mecánico, egresado de la Universidad Tecnológica Nacional, fui al secundario en el Funesil y egresé como técnico lácteo. También soy productor”, comenzó diciendo Audano, a manera de presentación.
“Cómo se sabe, en los tambos se ordeña la leche que se va a la industria y se apartan unos litros para los terneros. Si esa leche no está pasteurizada, una vaca enferma puede trasmitir las bacterias a los terneritos”, comenzó diciendo.
Entonces, pensaron y construyeron un “taxi”, que es esencialmente un tambor con ruedas, donde se almacena la leche y que cuenta con un dispositivo electrónico que permite pasteurizarla y entregarla a la temperatura justa. “Permite, en definitiva, entregar una leche saludable a cada ternero, de manera sencilla y sin necesidad de estar haciendo fuerza”, explicó Audano, mostrando uno de sus productos terminados, el último, que lleva el número 162. Hasta él se sorprendió: “Parece mentira, ya vendimos 162”, dijo.
Su camino profesional comenzó ni bien se había recibido de ingeniero, en el año 2013, haciendo unas jaulas o refugios para terneros.
Invirtió todo lo que pudo en publicidad y empezaron a llegarle pedidos de productores de todo el país. “El problema era que, al no ser apilables, el costo del flete era altísimo y no podíamos vender a precios competitivos cuando era un poco más lejos. La verdad es que me fue re mal. Vendí tres jaulas”, dijo.
Tenía un problema. Y buscó una solución. “Cambié un poco el diseño inspirado en los vasitos plásticos, la hice un poquito cónica, en lugar de ser cuadrada, para poder poner una dentro de la otra. Para eso, le saqué la puerta que la lleva aparte. Ahí todo cambió y me fue muy bien”, explicó.
“Igual, era un trabajo que podía hacer un herrero y, una vez que empecé a vender las jaulas apilables, todos la empezaron a hacer igual”, recordó.
Todo siguió así hasta que un día vio un dispositivo para pasteurizar la leche que fabrican en Alemania. “Me encantó, me volvió loco. Empecé a trabajar para diseñar uno”, recordó.
El diseño del tambor para el taxi de leche era una tarea que podía afrontar, pero para lo electrónico necesitaba ayuda. “Así fue que hablé con Coppari, quien es ingeniero electrónico y se sumó al proyecto”, recordó. Fue él quien armó el equipo con sensores y automatizaciones que permiten detectar la temperatura de la leche, determinar la cantidad de litros y fijar el tiempo y la temperatura a la que sale.
Un punto y aparte en este tema: Coppari, en sus tiempos de estudiante, diseñó una máquina cebadora de mates automática que funciona con fichas, al igual que las expendedoras de café. Esto lo hizo conocido en todo el país.
Volviendo con el taxi de leche, pidió otra mano a un compañero, también ingeniero mecánico. Se trata de Moreno, quien dejó un trabajo estable para venir a ser parte de ese grupo de egresados de la UTN que estaban pensando en un proyecto al que todavía le faltaba mucho.
Trabajaban en el campo de la familia de Audano, haciendo el prototipo de lo que sería el taxi de leche, hasta que Gustavo Ro, un productor de la zona, vio el render del producto y lo compró. “Lo pagó antes de que tuviéramos el prototipo”, valoró.
Ese impulso y voto de confianza los puso a trabajar con más compromiso. “Fuimos al garaje de mi papá y bueno, en seguida nos quedó chico. Luego alquilamos un galpón en la calle Mendoza”, recordó.
“Los primeros que vendimos tenían muchos problemas, pero siempre estábamos ahí, buscando las soluciones. Seguimos mejorando y la verdad es que hoy, con más equipos en campo, tenemos muchos menos problemas que cuando teníamos los primeros diez”, dijo.
Luego, tuvieron la oportunidad de ir a la nave de emprendedores del Parque Industrial, donde no paran de producir. Son cerca de 12 personas las que trabajan en la empresa, que es la única en Sudamérica que lo hace.
Ya pusieron un pie en Uruguay, logrando las primeras exportaciones, y abarcan casi toda la zona lechera del país con sus taxis.
Manejarlo es muy sencillo, porque es automático, tiene un sistema de fácil traslado y una manguera que dosifica la cantidad de leche que le dejan a cada ternero.
Esa fue la visión que tuvo Audano, sumado al sistema educativo de la ciudad, particularmente, en este caso, la Universidad Tecnológica, permitió que estos tres jóvenes estén produciendo un taxi de leche que simplifica y mejora la alimentación de los terneros.
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