Fernando Mattos cierra un año en el que, al frente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), logró importantes avances comerciales con China luego de enfrentar la que fue la peor sequía en un siglo.
Quedó en una etapa avanzada la habilitación de los acuáticos silvestres, se complementó la grilla de productos cítricos a través de la aprobación de los limones, caballos deportivos que son el capítulo importante debido a la buena receptividad que tienen los chinos respecto a desarrollar las actividades de ocio.
A mediados de año, un grupo de senadores estadounidenses presentó un proyecto para que se modificaran aranceles a algunos productos uruguayos. ¿Han podido trabajar para que haya avances?
– Es una manifestación de intención de legisladores que estuvieron visitando al presidente Luis Lacalle Pou y después con ellos estuvo el presidente cuando visitó Estados Unidos. Está en la agenda del Parlamento norteamericano, pero no sabemos si sería de aplicación rápida. Es un acto legislativo que propiciaría que algunos productos que hoy no detienen cuotas pudieran ingresar en mejor condición. Pero tenemos que esperar que la ley se promulgue, lo que nos equipararía con otros países de la Cuenca del Caribe que tienen esa condición privilegiada desde el punto de vista de accesos.
¿Le preocupa la voluntad de Brasil de limitar las importaciones lácteas, afectando a un sector local de relevancia?
– Hemos trabajado bastante con las autoridades brasileñas. Allí hay un problema social desde el punto de vista de los productores familiares de menor dimensión. El espectro productivo de Brasil es muy amplio, pasa de una lechería muy profesional a una de subsistencia y de muy baja productividad, ese es el problema a pesar de que el precio en Brasil siempre es superior al nuestro. Lo que hemos querido aclarar a las autoridades brasileñas es que el Uruguay es un proveedor confiable, que es un proveedor que Brasil necesita porque estructuralmente termina siendo un importador de lácteos. Y, en definitiva, no puede ser que el proveedor natural termine siendo acusado como el causante de los problemas internos de la lechería brasileña porque cuando es necesario el producto uruguayo, no hay mayores problemas.
Lo que además pedimos en el ámbito de las autoridades es que los análisis que se realizan en fronteras sean hechos de forma transparente y que exista un reconocimiento de los parámetros de calidad uruguaya. Hemos tenido discrepancias en los resultados. Ha habido un tratamiento complejo de las importaciones uruguayas, que no se corresponde con la calidad y la garantía sanitaria de los productos que surgen aquí. Y que los sistemas de análisis no se utilicen para eventualmente bloquear un comercio que, además, en el Mercosur es libre.
Pasado lo peor de la sequía, ¿qué perspectivas hay para el agro para el próximo año?
– Da la impresión de que desde el punto de vista climático la situación se normaliza, que hay una recuperación de los sistemas productivos, pero va a llevar su tiempo. Muchos sectores han sido bastante golpeados con la caída de la productividad, lo que es la afectación de las economías, el sobrecosto que hubo que enfrentar frente a un año complejo desde el punto de vista de la caída de producción física que se asocia, además, con la caída de los precios y elevación de los costos. Mucha gente tuvo que apelar a reservas o endeudamiento para poder enfrentar la situación. Esa combinación de caída de producción, caída de los precios y elevación de los costos es una ecuación muy compleja que va a traer consecuencias hacia delante. Estamos estudiando cuáles son los mecanismos con los que podemos continuar ayudando a la producción porque más allá de los subsidios a la tasa de interés, la deuda está corriendo y los vencimientos llegan.
Esperamos que exista una recuperación del cuadro productivo. Se ha recuperado la producción de leche, la faena está en aumento, pero tenemos algunos productos como la lana que está con dificultad, la caída de los precios en el negocio ganadero ha sido muy importante. Los cultivos de invierno van a cerrar con un balance que estimamos sea positivo, especialmente la mano del trigo y una perspectiva de una siembra importante para verano, tal vez récord, de maíz y de soja.
Defensa del Consumidor ya resolvió una cuestión sobre Minerva y ahora tiene que analizar un nuevo caso, ¿cómo se hace para conciliar el interés que despierta el mercado uruguayo en empresas grandes y proteger al productor local?
– Es un tema de análisis técnico. Algo que es evidente es la concentración, Minerva ya contaba con tres plantas en Uruguay y suma BPU en el mes de octubre cuando se dictaminó la aprobación de la operación y a los pocos días aparece la operación grande que hace parte de una regional más importante, donde tres de las plantas de Marfrig pasarían a Minerva lo que genera una concentración evidente, en donde sumado a lo de BPU, Minerva estaría en torno al 25% y estaría en una posición equivalente prácticamente con Marfrig lo que daría dos fuerzas que, sin perjuicio de que concentrarían el 50%, están en el ámbito perfecto de competencia. Ahora ese equilibrio queda desbalanceado. Marfrig pasaría en torno del 10% porque tiene una ampliación importante la planta de Tacuarembó en su capacidad de producción, pero Minerva estaría en torno a un 45% del mercado y eso es lo que ha dejado preocupado a los productores en el sentido de que este grado de concentración pueda significar un factor de falta de transparencia en la formación del precio y es en ese sentido que la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia deberá dictaminar.
Creo que acá lo difícil es encontrar el equilibrio. Debemos respetar todas las reglas en función de que el Uruguay sale al mundo a pedir que las inversiones vengan, por lo tanto no debe haber ningún tipo de influencia que determine que haya un cambio de reglas o que la falta de transparencia se dé por el lado de decisiones que no corresponden. Hay que dejar que actúe la comisión técnica, y al final se tomará la mejor resolución que convenga a todas las partes.
Uruguay está marcando agenda a nivel internacional, precisamente por una economía muy vinculada a la sostenibilidad. ¿Al agro uruguayo usted lo ve abierto a adaptarse a estos nuevos tiempos que corren?
– El agro es un sector productivo importante porque además genera los alimentos que el mundo necesita. La seguridad alimentaria está perfectamente vinculada a las políticas agrícolas que hacen al uso responsable de los recursos. El Uruguay ha demostrado a través de la historia que tiene políticas estructurales que van en el sentido de la producción sostenible. Claramente no nos gusta que nos tilden de contaminantes. Hay otros sectores de la actividad económica mundial que son mucho más contaminantes que el agro. Es cierto que tenemos un factor de emisiones, sobretodo en la ganadería, pero también es cierto que la producción uruguaya agropecuaria también captura. Entonces tenemos una relación de balance donde somos emisores y somos también secuestradores de carbono. La mejora de la eficiencia productiva es el camino para poder ser más eficientes y tener una menor intensidad de emisiones. Y eso habla también de los proyectos de sostenibilidad, no solo en el balance de las emisiones, sino también en el cuidado de la biodiversidad, el de los recursos hídricos.
Uruguay al recurrir al sistema financiero internacional lo hace con el compromiso ambiental incluido y ha sido novedoso y pionero en este aspecto a través de la de la emisión de un bono indexado por indicadores climáticos y ahora con el préstamo del Banco Mundial. Estos descuentos que nos van a proporcionar por cumplir metas van a ser aplicados también a políticas activas para escalar en lo que es el aspecto beneficioso de la reducción de las emisiones. El productor tal vez no lo cuantifica como un beneficio directo, a no ser que haya algún convenio de producto carbono neutro. Todavía ha llegado poco la señal por parte del consumidor de premiar al productor en función de su adopción de sistemas más sostenibles de producción. En eso estamos trabajando. El país va caminando hacia aspectos de sostenibilidad donde cada vez más debemos adoptar la conciencia productiva. Es una tendencia mundial, no hay producción que pueda concebirse sin que se demuestre su sostenibilidad y creo que el Uruguay está muy bien posicionado en eso.