En un mundo donde cada vez más se buscan y se exigen resultados, beneficios y comodidades rápidos e inmediatos, una familia de Nogoyá, Entre Ríos, abre tranqueras y se posiciona en el sector tambero mostrando que otra realidad de éxito es posible. Implica tiempo, esfuerzo y perseverancia, pero está marcando una huella en las nuevas generaciones de la ruralidad argentina.
Se trata de “los Ormaechea” que empezaron con “6 vacas de color”, y por estos días apuestan a llegar a las 50 cabezas de ordeñe dentro de un modelo de innovación y sustentabilidad, donde la automatización de procesos y el cuidado de la energía fueron las claves para el crecimiento y la mejora de la producción.

“Yo no sabía nada de campo y ahora somos un equipo de cuatro personas tomando decisiones a la par, porque todos sabemos hacer todo. Antes todo era precario, nosotros no teníamos nada…”, le confesó conmovida Vanina a TN Campo.
“La vaca tiene que comer mejor que nosotros”
La tambera de 38 años considera que “la familia es fundamental para empujar hacia la misma dirección”. “Todo lleva tiempo y es un proceso. Hay que ponerse metas y pagar todo lo que se debe. Estar sin deudas y contar con una espalda, porque mi suegro también nos ayuda, es muy importante”, indicó.
Desde siempre ella tuvo un concepto claro, una definición que se convirtió en el motor del desarrollo: “La vaca tiene que comer mejor que nosotros, porque después nos va a dar de comer a nosotros. Y siempre come igual. Haya sequía, crisis, lo que sea…”.
“Jamás se me cruzó por la cabeza tener un robot, pero la oportunidad se presentó y no la dejamos pasar. Ahora me sobra robot, porque es para 80 vacas”, dijo.
“No podemos parar porque la vaca tampoco para”

Uno de los problemas que afectaba la productividad en el campo era el suministro de energía. Al tener procesos automatizados y depender de la electricidad, los cortes reiterados en la zona ponían en riesgo la materia prima, y dificultaban también la organización de las tareas diarias.
“Fui al tambo de un vecino y vi un panel solar. Veníamos complicados por la inestablidad energética y nosotros no podemos parar, porque la vaca tampoco para. Fue una de las mejores inversiones”, reconoció en diálogo con Tn Campo.

Los paneles que instalaron significaron un ahorro en la economía de la familia, y permitieron además que la rutina sea ágil. “Los cortes de luz siguen existiendo pero no afecta el funcionamiento del tambo, podemos trabajar normal y seguir produciendo quesos de mañana y tarde”, explicó.
Más allá de las metas propias del establecimiento tambero, Vanina asegura que “en el campo siempre hay posibilidades para crecer”. “Nosotros somos mucho de ir a las exposiciones y a las charlas para instruirnos, y no hay que perder el eje: hay que volver a los valores de antes, a no querer todo ya y a la vez. Hay que trabajar fuerte, duro, en equipo y se puede. En el campo se puede”, reflexionó la tambera que estará entre el 9 y 11 de mayo en la Expoleche de Nogoyá.