ESPMEXENGBRAIND

2 Ago 2025
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2 Ago 2025
La industria láctea en Argentina atraviesa uno de sus momentos más delicados, con un nuevo capítulo que involucra a una de las empresas más tradicionales del sector: Lácteos Verónica. Con más de 30 días de conflictos internos y un virtual colapso en su cadena de producción, la firma ha suspendido completamente la distribución de sus productos debido a la falta de materia prima. Esta situación ha generado un impacto directo en los supermercados y puntos de venta, donde comienzan a evidenciarse problemas de desabastecimiento.
Verónica detiene su distribución por falta de leche y crisis laboral

Una empresa histórica en estado crítico

Fundada hace décadas y posicionada durante muchos años entre las tres empresas lácteas más reconocidas del país, Verónica se encuentra hoy al borde del colapso productivo. Las tres plantas industriales que opera en la provincia de Santa Fe —en las localidades de Clason, Lehmann y Suardi— están prácticamente paralizadas. Según fuentes allegadas a la compañía, los niveles de leche recibidos se han desplomado de forma alarmante: de superar los 700.000 litros diarios en condiciones normales, actualmente apenas ingresan 49.000 litros en la planta principal de Clason.

Este derrumbe en la provisión de leche fresca impide cualquier proceso de producción sostenible. Desde los centros logísticos se informa que ya no hay productos disponibles para la distribución, salvo algunos remanentes de quesos que permanecen en stock. La interrupción de la cadena de abastecimiento se ha hecho evidente también en las góndolas de supermercados de distintas regiones del país, donde se observan faltantes en productos emblemáticos de la marca.

Causas del parate: conflicto salarial y ausencia de materia prima

El origen de esta crisis puede rastrearse a un prolongado conflicto laboral que comenzó hace más de un mes. La empresa solo logró abonar los sueldos correspondientes a abril, y desde entonces mantiene una deuda salarial con sus operarios, quienes iniciaron un procedimiento de “retención de crédito laboral”. Esta medida, avalada por la legislación argentina, implica que los trabajadores se abstienen de prestar servicios mientras la empresa no cumpla con sus obligaciones salariales.

A raíz de esta retención, las plantas funcionan con operaciones mínimas, ejecutadas exclusivamente por personal jerárquico y administrativo, sin presencia de operarios en las líneas de producción. Esta parálisis no solo ha afectado el procesamiento de leche, sino que también ha interrumpido tareas logísticas, de mantenimiento y de control de calidad.

El conflicto se agrava por la imposibilidad de la empresa de acceder a nueva materia prima, ya que los tambos proveedores también dejaron de enviar leche debido a la falta de pago. Este círculo vicioso genera un estrangulamiento progresivo en la operativa de Verónica, que antes del parate ya funcionaba al 20 % de su capacidad instalada.

Una red logística amplia pero sin productos

Verónica posee una infraestructura logística extendida en distintas ciudades del país. Además de sus plantas productoras, la empresa cuenta con depósitos en Rosario, Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca y Cipoletti (Río Negro). Sin embargo, la eficiencia logística resulta inútil cuando no hay mercadería para despachar. Todos los centros de distribución se encuentran con inventario nulo o marginal, lo que impide el cumplimiento de los pedidos del canal mayorista y minorista.

Este desabastecimiento progresivo impacta directamente en los consumidores y en los comercios que tenían a Verónica como proveedor habitual. En un mercado lácteo altamente competitivo, la ausencia de una marca tradicional como Verónica puede alterar temporalmente el equilibrio de precios y la disponibilidad en los distintos segmentos.

Del liderazgo a la crisis: caída en volumen y exportaciones clave

Durante años, Verónica fue una de las firmas más dinámicas del sector, con una importante participación en el mercado interno y un creciente posicionamiento internacional. En el período comprendido entre enero de 2020 y abril de 2025, la empresa exportó productos lácteos por más de 102 millones de dólares, una cifra significativa que refleja el peso de la empresa en el comercio exterior argentino.

Sin embargo, la situación actual contrasta con esos años de bonanza. Durante la pandemia, Verónica alcanzó su pico histórico de procesamiento, superando el millón de litros diarios. Hoy, esa cifra se ha reducido a cero en algunas jornadas, reflejando el fuerte deterioro operativo.

La pérdida de confianza de los proveedores, la falta de liquidez para afrontar gastos corrientes y una conducción empresarial que no logra recomponer la situación, han derivado en un escenario de parálisis con pocas señales de reversión inmediata.

La crisis de Verónica no solo afecta a sus trabajadores y a la cadena comercial, sino también a las economías regionales donde la empresa tiene fuerte presencia. Las localidades santafesinas de Clason, Lehmann y Suardi dependen en buena medida del empleo y del dinamismo económico que genera la empresa. La caída de la actividad repercute en los comercios de la zona, en los tambos que proveen la leche, en el transporte y en los servicios auxiliares.

Por otro lado, la salida parcial o total de una empresa del tamaño de Verónica representa una oportunidad para que otras firmas del sector ganen participación de mercado. Marcas como La Serenísima, Milkaut o Sancor podrían absorber parte de la demanda insatisfecha, aunque este tipo de reacomodamiento no ocurre de forma automática ni inmediata.

El escenario futuro de Verónica es incierto. La empresa necesitaría inyecciones urgentes de capital para saldar sueldos, restablecer relaciones con proveedores y retomar la producción. Sin embargo, no se han anunciado medidas concretas por parte de la gerencia, ni hay indicios de intervención estatal o rescate financiero.

Tampoco se descarta que algún actor privado —ya sea nacional o extranjero— evalúe una posible adquisición o alianza estratégica. En el pasado, varias empresas del sector alimenticio argentino fueron absorbidas por grupos inversores interesados en activos con potencial productivo pero con problemas financieros.

En cualquier caso, la clave estará en la capacidad de la empresa para restablecer la confianza, tanto interna como externa. Sin trabajadores en actividad, sin leche para procesar y sin productos para vender, Verónica se enfrenta al mayor desafío de su historia reciente.

Lo ocurrido con Verónica también sirve como advertencia para el conjunto del sector lácteo argentino. La falta de políticas estables, los aumentos en los costos operativos, la presión tributaria y las dificultades de financiamiento están afectando a muchas pymes y cooperativas. Si bien las grandes empresas tienen más herramientas para resistir, las medianas y pequeñas quedan más expuestas a cualquier desequilibrio.

La parálisis de una firma con la trayectoria de Verónica no debería pasar desapercibida. Es un llamado de atención sobre la fragilidad de un sistema productivo que necesita inversión, previsibilidad y diálogo entre las partes para evitar escenarios críticos.

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