Leonardo Guercio llegó a la notoriedad por tener el producto a mitad de precio. Su tambo es un importante centro de consumo de lunes a domingo. Lo visitaron dos candidatos a gobernador.

“¿Quién quiere leche sola?” pregunta el hombre de boina, de 60 años, a sus clientes que hacen cola en la helada tarde del sábado de El Bermejo.

El precio actual de la leche recién ordeñada y pasteurizada es de 26 pesos el litro y, quienes hacen cola en el tambo de Leonardo Guercio, van con bidones y botellas para llevarse el producto que, envasado y puesto en góndola, llega a 50 pesos. O más.

Guercio, el tambero tiene varias batallas ganadas con sus 100 vaquitas (60 en El Bermejo y 40 en El Borbollón) que no son ajenas. Dice pausadamente que este tiempo de recesión será difícil de remontar.

“Vamos a ir progresando de a poco. Hay poca plata en la calle. La gente busca precios. En el caso de la leche hay que venderla en forma directa porque la gente no puede pagar caro los productos”, describe como si viera a las personas que llegan a diario al establecimiento de la calle Mathus Hoyos.

Con tono campero, remarca que ha tenido que “bajar casi al costo” para poder vender. Pero como consecuencia también le aumentó la venta “porque hay más necesidad”.

Su experiencia de ordeñar durante años le mueve a comparar este tiempo con la crisis de hace 18 años. “Vendemos más que en la época del petrom y lecop”.

“Uno no se da cuenta hasta que ve la cantidad de gente que consume mucha leche y no puede pagar precios altos. Las familias que tienen 4 o 5 niños consumen cinco litros en dos días y esas son las familias que más llevan” advierte.

La leche que muta a queso

Hay más estrategias de crisis que se mostraron en esta charla crítica con el tambero, que vive al día con su ganado y junto a su familia también lechera y que se extiende hasta Laboulaye en Córdoba.

Allí los Guercio canjean directamente la leche por queso cremoso con las fraccionadoras cordobesas. El queso de ese trueque termina en El Bermejo a precio de costo: 200 pesos el kilo. “Para recuperar la plata lo vendemos al costo”, remarca.

Ven una vaca y lloran

“Hablamos del tema de las ventas y que iba a apoyar la producción de los tambos” dice Guercio con tono monocorde cuando se refiere a las conversaciones que mantuvo con los precandidatos a gobernador Alejandro Bermejo (PJ)) y José Luis Ramón (Protectora).

Bermejo llegó al distrito de la mano del precandidato a intendente de Guaymallén Gustavo Arenas, que hace unos tres años viene en contacto con los productores del departamento.

Luego de esa entrevista entre mugidos, prometió tarifas eléctricas diferenciales para las pymes locales.

A Ramón lo puntualiza porque se comprometió a impulsar la actividad para el consumo interno. El “protector” le demostró tener conocimiento del asunto porque viene de una familia rural con explotación ganadera en la localidad cordobesa de Sampacho.

Se ve que la leche fresca tiene propiedades ocultas como “ver” un poco más allá. Viejo conocedor del negocio Guercio recuerda que en alguna época Mendoza se abastecía con producción dentro del mismo territorio mendocino.

Aquel recuerdo contrasta con esta situación donde sólo quedan 3 tambos habilitados y muchos otros pequeños funcionando fuera del sistema, por las dificultades que los organismos de control exigen para producir reglamentariamente.

Una decisión política

Saca la agenda histórica y anota: “Hace 15 años producíamos 4500 litros por día y fuimos bajando hasta llegar a los 1200 litros de hoy. Cuando empezamos a tener excedentes en vez de tirar la leche mandamos las vacas a Córdoba para venderle leche a La Serenisima y así la vamos llevando”.

Hay otras historias de supervivencia láctea como cuando Milckaut le compraba a los tres tambos (Guercio, Santilli y Capellano) de Mendoza para abastecer a su planta en San Luis y de un día para cortó la línea de abastecimiento de Mendoza.

Desde ese episodio que ocurrió hace tres años los tamberos mendocinos decidieron instalar una planta para producir queso por si había excedente de leche.

“El problema es que no hay grandes consumidores industriales en Mendoza porque en el caso de las cadenas de heladerías la leche líquida ha sido reemplazada por la leche en polvo que es más práctica para manipular”, cuenta el lechero pertinaz.

El futuro lo ve atado a “la decisión política de apoyar al sector”. Asegura que hay gente interesada en invertir en la actividad pero no ve garantías de crecimiento.

Observa que en la provincia sólo se ha cuidado el sostenimiento de la vitivinicultura relegando otras actividades agrarias como la producción lechera. Y que el registro positivo que tiene fue cuando desde el programa de Agricultura Familiar, durante la época peronista, se aplicó el plan “leche para todos”.

Cómo lo vi

Se nota que es un sobreviviente de otra economía, de cuando íbamos a comprar la leche al tambo porque era la primera opción, no la última. El resurgimiento del tambo denota la precariedad de la situación económica que se extiende entre la población.

En este tiempo Guercio debería producir leche para la industria láctea y no para la demanda básica familiar.

Pero como esta actualidad es de vacas flacas, cuando salí del edificio ubicado en Mathus Hoyos al 1600 de Guaymallén pude observar que ese tramo del carril se transforma en un corte transversal de la sociedad, acuciada, que busca leche fresca y barata. O como yo, que salí pensando en lo barata que estaba la media horma de cremoso de buena calidad.

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