Afortunadamente, Zamora cuenta con una Escuela de Industrias Lácteas —promovida por el proyecto Zamora 10— pero es el momento de darle el impulso necesario para que dé el salto a la palestra nacional y, por qué no, internacional. Su presidente, Javier Fernández, también presente en la mesa titulada “El nivel de profesionalización del sector lácteo español y la necesidad de una Escuela de Industrias Lácteas”, señaló que el sector en España “es débil y debe profesionalizarse. Hay que ver las necesidades que tienen cada uno de los eslabones de esta cadena, desde el campo hasta la industria, pasando por la distribución, la restauración y el consumidor, estén todos bien formados y al mismo nivel”.
Provincia ganadera
Desde el campo, José Antonio Asensio recordó que Zamora “es ganadera por excelencia” y que sus miembros “son competitivos, eficientes y eficaces. De no haber sido así, no habríamos aumentado la dimensión productiva entre un 44 y un 50% en los últimos cinco años”, detalló. “Lo hemos hecho por la demanda de la industria láctea pero, a pesar de ello, seguimos desapareciendo”, lamentó. “Con el tiempo hemos pasado de ser pastores a empresarios y debería haber ahora una formación ganadera específica. Nuestras oportunidades pasan por que las industrias asuman este reto profesional, de lo contrario, seguiremos en descenso”, argumentó, solicitando también que no se gestione este sector desde las zonas urbanas. “Queremos tener voz propia”, demandó.
En representación de la industria, Fernando Fregeneda aplaudió los cursos que se han venido haciendo los últimos años en la Escuela de Industrias Lácteas de Zamora para formar a sus trabajadores. “Hay que tener una escuela en una provincia como esta, donde somos pastores, como lo era Viriato”, comparó, negándose a que haya que irse a formarse fuera de la región o incluso al extranjero.
Participantes en la mesa de Fromago. EMILIO FRAILE
Nuria Cardoso, por su parte, quiso poner en valor la profesión de tendero, tan apreciada durante la pandemia. “Hay que tener una visión de conjunto, que todos nos conozcamos y que tengamos muy presente al último eslabón, el consumidor, al que el resto servimos”, recordó.
De gran calidad
El cocinero Rubén Becker reivindicó un mayor acercamiento de los industriales queseros para vender su producto a bares y restaurantes —como ya hacen desde el sector vinícola—, destacando las bondades de un producto “que es una maravilla para los hosteleros, porque apenas da trabajo y es de gran calidad”, subrayó. “Además, los bares muchas veces son una catapulta para su posterior venta, porque lo prueban allí y luego van a comprarlo”, aseguró.
El último eslabón de esta cadena, los consumidores, solicitaron a través de la representación de Alfonso Martín informes sobre el producto “con una base científica detrás” para valorar mejor el consumo de estos alimentos y apostó, como sus predecesores en la palabra, por la importancia de técnicos preparados “para mejorar en todo este sector alimentario”, agradeciendo la labor de la Escuela de Industrias Lácteas.