Es tiempo de balance y de proyecciones para la cadena láctea, que cierra un 2022 plagado de incertidumbre y resultados que preocupan. La mirada de los referentes.

La cadena láctea, representada en la Fundación del Proyecto Estratégico Lechero, emitió una carta abierta dirigida “a la sociedad argentina”, destacando el inapreciable aporte que diariamente realiza esta actividad en el país, desde el trabajo en el tambo hasta el producto lácteo que se sirve en la mesa de todos los argentinos. Una cadena de valor que hoy peligra seriamente, en uno de los escenarios más adversos que le ha tocado transitar, con una sequía que acumula tres campañas, costos de producción que superan al cheque mensual de la leche y una ausencia total de políticas que la sostengan en esta situación. El sector tiene la sensación de haber sido abandonado por la gestión pública en un momento decisivo.

La “carta abierta”, firmada por una decena de entidades representativas de la lechería, comienza con el diagnóstico más elocuente: “La Cadena Láctea Argentina atraviesa una situación crítica, agravada en los últimos meses y con resultados negativos que generan preocupación”. En efecto, ayer se conoció el dato, según el Observatorio de la Cadena Láctea, los eslabones productivos perdieron en noviembre más de 6.600 millones de pesos, agravando el déficit que ya arrastraba la generación de valor de este sector.

Aun así, los 365 días del año, 10.076 productores lecheros de las 14 cuencas del interior del país, con 670 industrias y cientos de miles de trabajadores del campo, la industria y el transporte, contribuyen con su esfuerzo para que la leche y los productos lácteos de calidad lleguen a la mesa de cada uno de los argentinos y argentinas”, describe la misiva. “Lo hacemos porque amamos nuestra actividad y porque entendemos la responsabilidad que conlleva. Por eso trabajamos con compromiso, tanto social como ambiental, pudiendo dar cuenta de ello a cada uno de los habitantes de Argentina y del mundo que disfrutan los más de 11.000 millones de litros de leche que producimos anualmente y que son transformados en productos de calidad”, agrega la Funpel.

En este punto, cabe aclarar respecto de la producción anual de leche, que el año cierra prácticamente “neutro”, sin crecimiento y mirando el vaso medio lleno, al menos no se advierte aún la estrepitosa caída que seguramente se reportará en 2023. Esto es porque muchos tambos todavía poseen reservas de años anteriores, pero si el maíz de segunda también fracasa en este ciclo, entonces los silos y forrajes habrán de terminarse en plena entrada al otoño, cuando la vaca comience a demandar más alimento, lo cual sería catastrófico. Por eso en la carta se menciona como un problema central, el clima: “Hoy, la actual situación de sequía generalizada, que afecta a la totalidad de las cuencas lecheras del país, nos está golpeando fuerte”.

El maldito dólar soja

Nadie niega que al Gobierno la medida del dólar soja le reportó los dólares que necesitaba para equilibrar sus cuentas, pero los efectos colaterales que tuvo en el resto de las actividades del campo, como la lechería, son evidentes.

“El impacto en los costos de producción por este efecto (sequía) combinado con medidas como el Dólar Soja (1 y 2) ya supera el 13%, y se suma a un aumento inflacionario en dólares del 20%, que acelera la caída en la generación de valor de la cadena. Esta situación pone en un estado de vulnerabilidad a los tambos de menor escala, menos de 4.000 litros de producción de leche por día, que reúnen al 74,9% del total de tambos del país”, apunta la comunicación.

A este porcentaje se podría calcular también con aquellos tambos que producen hasta 6.000 litros diarios, algo muy común en aquellos medianos que se encuentran creciendo o invirtiendo en la actividad, pero que aún están en ese camino con gestiones y estructuras más relacionadas a los tambos chicos que a los grandes. En ese sentido, se podría afirmar, según el registro del OCLA, que el 86% de los tambos del país, la está peleando verdaderamente.

El entramado socio-económico

Solamente con números no se llega a dimensionar el daño que podría acarrear en provincias como Santa Fe, Córdoba o Buenos Aires, el colapso de la lechería, con cientos de pueblos prósperos que poseen pleno empleo asociado a la cadena productiva, fabril, comercial y de servicios dentro del sector.

“Este escenario nos plantea un desafío grande, muy grande: tenemos que redoblar los esfuerzos para sostener el funcionamiento del sistema. La Cadena Láctea Argentina realiza un aporte de importancia en la generación de riqueza para nuestro país, generando 200.000 puestos de trabajo, adoptando tecnología, apostando al crecimiento productivo y al bienestar animal; y en la línea del crecimiento sustentable en la que está alineada, tiene potencial para crecer y seguir innovando si se liberan las condiciones para que esto suceda”, señala Funpel, que incluye dentro de su estatuto, entidades y cámaras de la producción y la industria.

“El sector exportó en los primeros 10 meses de 2022, 344.000 toneladas por un valor de 1.400 millones de dólares, sin dejar de abastecer las necesidades de Argentina”, indica el comunicado. Actualizando este dato, en noviembre se estima que se alcanzaron las 380.000 tn por un total de 1.540 millones de dólares, lo cual a pesar del número ya evidencia una desaceleración del comercio exterior. Igualmente, si no fuese por el mercado externo que sigue traccionando, la cadena estaría prácticamente en una virtual recesión.

El tan mentado “potencial”

Como si se tratase de una película repetida, se vuelve a escuchar el tan mentado “potencial” de la cadena láctea, que nunca parece terminar de carretear en un pista interminable y llena de obstáculos que le impiden el decolaje. “Estamos convencidos de que los tiempos actuales nos exigen del trabajo conjunto de la sociedad para poder convertir este potencial en una realidad -insiste el comunicado-. En este sentido, es fundamental el compromiso de los trabajadores, productores, industriales, comerciantes y consumidores para definir acciones y alternativas superadoras que impulsen la actividad”.

Para eso “necesitamos una Cadena Láctea que pueda manejarse productiva y comercialmente con previsibilidad generando más valor para nuestro país. Es por esto que la época que atravesamos, nos convoca a trabajar unidos como sociedad, en conjunto con los estados nacional y provincial para así enfrentar los desafíos que el contexto nos plantea”, propone la FUNPEL en esta carta, que clama por evitar el derrumbe de una de las principales economías regionales del país, pero que no termina de pedir algo en concreto, especialmente a quienes tienen la responsabilidad de dictar políticas sectoriales.

La carta tiene la firma de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas, la Cámara Argentina de Fabricantes y Proveedores de Equipamientos, Insumos y Servicios para la Cadena Láctea, la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste de Buenos Aires, el Centro de la Industria Lechera, Coninagro, Cuenca Abasto, la Junta Intercooperativa de Productores de Leche y CREA.

Resultados dramáticos

Para evaluar el cierre de año de la lechería, además de la percepción subjetiva de las entidades, basta con interpretar los números objetivos y fríos del resultado de la cadena de valor, en sus eslabones primario y secundario.

Para ello, el informe del OCLA realiza algunas aclaraciones previas. “En primer lugar, se puede resaltar que el incremento interanual del precio de la leche al productor (83,0%), está en sintonía con el incremento del valor que paga el consumidor (82,7%), pero el valor de salida de fábrica (precio al que vende la industria) se encuentra 5 puntos porcentuales por debajo (78,3%)”, prioriza el observatorio. Y agrega: “la participación del productor mejora 0,2% y sigue incrementándose la participación del sector comercial, ambos en detrimento de una caída de participación de la industria del 1,5%. La participación del productor se sostiene en el mercado interno y cae levemente en el externo”.

Además, “el mark up comercial mejora interanualmente 3,6 puntos, pasando del 38,4% al 42,0%, situación que se vino observando todo este año, no sabemos si es por mayores márgenes comerciales o por incremento en los gastos vinculados a la logística, distribución y comercialización minorista”, en definitiva, por mayores costos.

En tanto, “el incremento en el poder de compra (82,7%) es muy similar al incremento en el precio al productor (83,0%) y el resultado global de la cadena empeora en $ 6.592 millones respecto a igual mes del año pasado ya que la cadena pasa de perder $ 35 millones el año pasado en noviembre a perder $ 6.627 millones en noviembre de este año.

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Al analizar el resultado económico, “la cadena presenta un resultado negativo en noviembre de 2022 de $ 6.627 millones. El sector industrial tiene un resultado estimado negativo de $ 504 millones y quien lleva la mayor pérdida es el sector primario con $ 6.123 millones (unos $ 5,85/litro o US$ 3,6 centavos por litro de leche), lo que indicaría un precio de equilibrio necesario en torno de los $ 69 para cubrir todos los costos operativos y el costo de oportunidad del capital”.

A pesar de la mejora en el precio de la leche al productor en los últimos meses, la gran suba de los principales costos de producción, hacen que ese precio apenas cubra los costos de producción (gastos directos, gastos de estructura y amortizaciones), pero no llegue a retribuir el costo de oportunidad del capital invertido.

“En el sector industrial como indicamos siempre es un valor promedio ya que existe una gran diferencia de resultados entre industrias en función a su tamaño, productividad y eficiencia, mix de productos (commodities – valor agregado), destinos comerciales (mercado interno, canales en el mercado local, mercado externo)”, aclara el OCLA.

El balance de los referentes

“Nos preocupa muchísimo la situación del sector en general y de la parte productiva en particular; y lo venimos señalando desde hace varios meses, pero lo llamativo es que el Estado nacional no responde en absoluto, salvo algunos anuncios que han hecho algunas provincias como Santa Fe, no hay reacción por parte de los gobernantes”, espetó el titular de Apymel, Pablo Villano.

Para el vocero de las pymes, el Gobierno parece no haber advertido que esta situación “implica el futuro de la leche en el país para 2023”. Así, “seguimos esperando la reacción de las autoridades porque además, nosotros tenemos que aumentar el precio al productor, principalmente a los pequeños y medianos, para que no dejen la actividad, pero a su vez no podemos trasladar esos precios al producto porque tenemos un tope de aumento del 4% hasta marzo con la política de precios justos”, se quejó Villano.

Por su parte, el consultor y analista de Economía Láctea, Ing. José Quintana, sugirió a los productores que “cuiden la caja en los próximos meses”, aduciendo que se necesitará mucha plata para hacerle frente a esta sequía. “Más allá de que en el primer trimestre/cuatrimestre por la caída estacional de la producción los precios podrían afirmarse un poco, pero claramente después la industria exportadora no va a poder pagar mucho más que lo que permite pagar el mercado internacional”, en un contexto de caída de precios en el mundo y enfriamiento de la demanda.

Finalmente, desde la FUNPEL, su director gerente, Ing. Gustavo Mozeris, admite la situación crítica del sector primario, pero rescata algunos aspectos positivos en medio de un contexto difícil. “La producción argentina cerrará similar a la del año pasado; el consumo interno se ha mantenido estable; una exportación que sube a pesar de la volatilidad, por lo tanto, en un contexto tan adverso que la cadena haya mantenido su nivel productivo, no hace otra cosa que hablar bien del esfuerzo que se realiza desde toda la cadena”.

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