El rápido crecimiento de la tecnología de fermentación de precisión, que produce productos lácteos en un laboratorio en lugar de a partir de una vaca, va a suponer un importante trastorno para la industria láctea neozelandesa, advierte Melissa Clark-Reynolds, experta en prospectiva.
En los últimos cinco años se ha producido un crecimiento masivo de la inversión en esta tecnología, que implica productos lácteos cultivados a partir de microbios en una cuba.
“Creo sinceramente que hay sectores de nuestro sector que se van a ver alterados por esta tecnología de un modo que ni siquiera podía imaginar hace cinco años”, declaró Clark-Reynolds a los ganaderos en el Foro de Ganaderos de DairyNZ, celebrado en el lago Karapiro.
Será el mercado de ingredientes lácteos el más afectado por esta nueva tecnología, más que el de la leche entera.
Dado que muchos de estos ingredientes se derivan de la leche, será interesante ver lo que esta tecnología hace por el precio de la leche como el costo de esta nueva tecnología cae, dijo.
La otra gran ventaja de la leche producida en cuba es su consistencia. La composición de la leche de vaca varía según el momento de la temporada, mientras que la de cuba es siempre la misma.
“Creo que hay que pensar en este producto como si fuera la mejor leche en un buen día – y pueden hacerlo todos los días del año”.
La industria láctea debe preguntarse qué haría en un mundo en el que existiera esta tecnología.
“No quiero asustarles, pero hay algunos vientos en contra en los que probablemente deberíamos pensar y deberíamos plantearnos cómo competir con ellos”, afirma.
La respuesta es producir leche artesana a gran escala.
Nueva Zelanda tiene la capacidad para hacerlo y sería una forma de que la industria láctea del país compitiera contra estos vientos en contra en lugar de luchar contra ellos.
Esto significará comercializar la leche en torno a su producción a partir de vacas alimentadas con pasto con elevados requisitos de bienestar animal, así como atributos sociales más amplios en torno a cómo la granja apoya a su personal y a la comunidad en general.
Reforzar estos atributos diferenciará la leche de los sucedáneos producidos en laboratorio.
“Vamos a tener que pensar en cómo competir en un mundo en el que nuestro producto puede hacerse mejor y más barato de otra manera”, dijo.
También podría significar restricciones aún más estrictas en materia de bienestar animal y una mayor integración entre las industrias láctea y bovina.
“Sean curiosos y piensen cuáles son sus verdaderas ventajas y redoblen esas ventajas en un mundo en el que se avecinan muchos cambios en los próximos 10 años”.
Clark-Reynolds señaló que la presión de los clientes que exigen mayor transparencia en la producción de alimentos es otra tendencia emergente. Los clientes no sólo quieren mediciones de las emisiones, sino pruebas de lo que se está haciendo para reducirlas.
“Estamos entrando en un periodo de turbulencias en la agricultura en el que no sólo se nos va a pedir que reduzcamos nuestras emisiones, sino que se van a plantear algunos nuevos retos en la forma en que cultivamos y en el uso que se está haciendo de la tierra en estos momentos”.
En Estados Unidos, la leche más cara procede de empresas que comercializan su producto en torno a múltiples atributos, como la agricultura regenerativa, la neutralidad de carbono o la ausencia de crueldad.
NZ también va a tener que vigilar de cerca los cambios demográficos en China, cuya tasa de natalidad y la magnitud de su población han impulsado el consumo y la demanda.
La ausencia de planes de jubilación en China hace que los padres inviertan todos sus recursos en el bienestar de sus hijos, confiando en el éxito de éstos para poder cuidar de ellos más adelante.
“Eso nos ha ido muy bien”, afirma Clark-Reynolds.
Sin embargo, el crecimiento demográfico de China ha tocado techo, junto con su clase media. El país que está tomando el relevo es India, cuya producción láctea nacional crece mucho más que en China.
Estos cambios demográficos supondrán, con el tiempo, un descenso de la demanda en China y un aumento de la demanda en India.
“Tenemos que estar atentos. No ocurrirá mañana, pero sí en los próximos 10 años”, afirma Clark-Reynolds.