Ya es conocido que las pérdidas en la producción como consecuencia de la mastitis en bovinos es alta, con una merma actual en la producción que se traduce en un 60% de pérdidas y entre 550 a 800 litros de leche comprometidos en el transcurso del abordaje de cada caso.
El escenario se agrava con el clima actual, ya que las altas temperaturas se traducen en estrés e inmunodepresión, y la humedad (barro, encharcamientos), suman estrés y favorecen al desarrollo de determinados microorganismos que generan la enfermedad.
La MV Mariana Lucas, vicepresidente de APROCAL y responsable del área de Calidad de Leche y Salud de Ubre en El Trébol Consultora, dialogó con MOTIVAR sobre esta temática y resaltó a la mastitis bovina como una enfermedad estacional y de causa multifactorial.
La MV Mariana Lucas brindó detalles importantes para productores, tamberos y veterinarios encargados de rodeos lecheros.
Relación con el clima
– ¿Qué vinculación existe entre el clima y la mayor o menor presencia de mastitis en los rodeos lecheros?
Entonces, y para responder a la pregunta, sí existe una estrecha relación entre el clima y la presencia de mastitis en rodeos lecheros. Tal es así que nos referimos a la mastitis bovina como una enfermedad estacional y de causa multifactorial.
– ¿Qué está pasando (o puede pasar) con los recuentos de células somáticas y mastitis clínicas y subclínicas este año (más lluvioso y húmedo) en relación con los dos años anteriores?
– Si analizamos el reporte de la Secretaría de Ganadería Agricultura y Pesca de la Nación vemos que en los últimos 2 años hay una tendencia a la baja en lo que se refiere al RCS a nivel nacional. Esto es lo esperable porque, por las características propias de la enfermedad, las vacas presentan menos mastitis en un año seco.
Esto coincide con lo que nosotros observábamos en el campo, sobre todo en los meses durante los cuales el ITH promedio fue favorable para las vacas, y ha sido un factor importante que nos permitió alcanzar niveles de salud mamaria muy buenos en la mayoría de los establecimientos que asesoramos, tanto en los pastoriles como en los sistemas encerrados.
Sin embargo, y a pesar que la sequía supone una situación ambiental más favorable para la salud de ubre por menor contaminación ambiental, hacia finales de enero y durante febrero del año pasado detectamos que la falta de confort de las vacas impactó fuertemente sobre la incidencia de casos nuevos.
El clima tiene un rol determinante en la presencia de mastitis en rodeos lecheros.
Nos referimos, no solamente a las altas temperaturas propias del verano sino a la situación crítica que atravesamos en varios establecimientos por la falta de comida y los cambios en el manejo de los rodeos. En muchos casos se vio que sistemas mayormente pastoriles tuvieron que hacer encierros estratégicos para pasar los momentos más críticos. Pasados los meses críticos, los sistemas extensivos necesitaron más tiempo para recuperarse que los sistemas bajo techo y con medidas para mitigar el estrés térmico.
La llegada de las lluvias representa un alivio para todos los que trabajamos en el campo, pero en lo que respecta específicamente a la salud de ubre, las lluvias traen aparejado el desafío de mantener un ambiente libre de contaminación.
Es esperable que el incremento de las lluvias, aumente el riesgo de ocurrencia de mastitis. Se sabe que existe una estrecha relación entre el nivel o score de higiene de las ubres y el riesgo de mastitis especialmente ambiental, debido a que estas últimas son causadas por microorganismos que habitan en el barro, la materia fecal, el agua y los restos vegetales.
Lo que está en juego
– ¿Cuántos litros de leche entran en juego en cada caso?
– La pérdida más importante que genera la mastitis se debe a la merma de producción, que representa el 60% de las pérdidas totales vinculadas a esta enfermedad.
Por lo general, se considera que ante un caso de MC hay un fuerte descenso en la producción que puede manifestarse hasta 10 semanas posteriores al evento. Podríamos estimar que en ese período una vaca dejará de producir 300 a 450 litros, pero este dato es sumamente variable porque depende del nivel de producción de la vaca, el momento en el cual ocurre el caso respecto a los días en leche, del patógeno involucrado, del curso clínico del caso y la cantidad de cuartos afectados.
A esta pérdida productiva deberíamos sumar los costos asociadas al tratamiento durante la lactancia, que en términos productivos rondan en 250 litros de leche por la compra de medicamentos y el descarte de la leche con inhibidores. Es decir que hablamos de aproximadamente 550 a 800 litros de leche perdidos en el transcurso de un caso clínico, su tratamiento y espera.
Una vaca que atraviesa un caso de mastitis no volverá a producir de acuerdo con su potencial
Pero las consecuencias de un caso de mastitis se prolongan en el tiempo porque la lesión mamaria reduce la capacidad productiva y una vaca que atraviesa un caso de mastitis no volverá a producir de acuerdo con su potencial, y si en el transcurso de esa misma lactancia se producen nuevos casos, el efecto será acumulativo.
Con respecto a la MS, las pérdidas se pueden estimar a partir del RCS. Hay muchos reportes al respecto, pero muy pocos a nivel nacional. En este sentido, siempre rescato el estudio que realizó Claudina Vissio y col. (2015) donde reportaron una mediana de pérdidas de 2,8 lts/VO/día vinculadas a MS y de 0,12 litros/VO/día vinculadas a MC.
Responsabilidad compartida
– ¿Qué dos o tres conceptos debemos fijar en la cabeza de los productores y tamberos para que comprendan la importancia de abordar este tema a tiempo y de manera realmente posible?
– Es muy importante que los productores tomen conciencia de que el riesgo de contraer infecciones intramamamarias está fuertemente asociado al ambiente donde habitan las vacas. Con la llegada de las lluvias el desafío es mayor, siendo la mastitis ambiental la principal amenaza.
Entonces, si bien es real que durante la época de sequía las preocupaciones son otras, es un excelente momento para realizar trabajos de mejora que tendrán impacto en el mediano y largo plazo, ej. abovedar y ajustar el diseño de caminos, mejorar los accesos, drenaje de corrales, ingresos y salidas a los mismos, etc. Muchos de estos trabajos se hacen imposibles cuando se instala la época de lluvias y convivimos con el barro.
Los tambos encerrados no se liberan de esta amenaza porque el exceso de humedad afecta al mantenimiento de las camas y favorece al desarrollo bacteriano. En este sentido, el control y los trabajos de mantenimiento de las camas seguramente demanden más tiempo o personal.
Los veterinarios debemos involucrarnos de lleno en las cuestiones vinculadas al manejo y mantenimiento ambiental
Una recomendación que solemos hacer es que exista una persona en el establecimiento, dedicada al control semanal de los puntos críticos que afectan al ambiente y que tendrán efecto sobre la salud de las vacas.
La rutina de ordeño también se ve afectada, cuando hay exceso de suciedad en las ubres. Es esperable que los tiempos se demoren porque se demoran en tareas de limpieza afectando tiempos clave que marcan el rendimiento del ordeño.
El mensaje para el tambero es evitar, en la medida de lo posible, que las vacas se ensucien y utilizar las herramientas que tiene para optimizar el ordeñe priorizando la higiene.
Algunos puntos clave son, que las vacas lleguen justo a la hora de inicio del ordeño con un lapso no mayor a 5 minutos, para evitar que se echen en los alrededores del corral, se ensucien o rompan los accesos.
Durante la rutina, lo ideal es realizar una desinfección preordeño (predipping o presellado) que es capaz de reducir a la mitad las nuevas infecciones. Siempre que se coloque un presellador hay que secarlo antes de colocar la unidad de ordeño.
Solamente en casos necesarios se recomienda lavar previamente con agua, mojando exclusivamente pezones (no ubre) y procediendo al secado posterior antes de colocar la unidad.
Luego del ordeño, siempre sellar de manera completa los 4 pezones y en épocas de alto desafío se pueden utilizar selladores de barrera para lograr una mejor cobertura. A la salida del tambo, las vacas deben salir directo a su parcela para evitar que se echen durante la primera hora postordeño, ya que el esfínter del pezón queda abierto, permitiendo la entrada de microorganismos.
– ¿Y en la de los veterinarios que los asesoran?
– Los veterinarios que llevamos adelante programas de salud mamaria y calidad de leche debemos involucrarnos de lleno en las cuestiones vinculadas al manejo y mantenimiento ambiental.
Incorporar el scoreo de higiene de ubre a nuestras recorridas y capacitar al personal del campo para que realice monitoreos frecuentes.
Respecto a los protocolos de tratamiento, nuestra recomendación es incorporar sistemas de diagnóstico en el tambo que permitan identificar los casos de mastitis que merecen ser tratados con antimicrobianos y los que no.
El mensaje para el tambero es evitar, en la medida de lo posible, que las vacas se ensucien y utilizar las herramientas que tiene para optimizar el ordeñe priorizando la higiene.
Existen diferentes sistemas que aportan información con mayor o menor detalle, pero en principio el mayor beneficio es identificar las mastitis que no tienen desarrollo bacteriano de las que sí tienen y en segunda instancia identificar a grandes rasgos si la bacteria requiere antibiótico o no. Está comprobado que el uso de antibióticos se reduce entre 40% y 50% con el uso de estos sistemas y esa reducción se traduce en menos días de descarte de leche.
Respecto a la terapia de secado, con la mira a mediano plazo puesta en el secado selectivo, recomendamos que siempre que sea posible se utilicen sellos internos como medida de prevención para evitar el ingreso de microorganismos ambientales inmediatamente luego del secado y en el preparto, cuando los antibióticos ya no tienen efecto por la caída de las concentraciones antibióticas.