Los hermanos Gonzalo y Martín Kemerer, tercera generación de productores lecheros, tuvieron durante años la certeza de que tarde o temprano iban a tener que cerrar el tambo familiar.
En su pequeño campo de 50 hectáreas ubicado en la Aldea San Rafael, un pequeño pueblo a las afueras de Crespo, en la provincia de Entre Ríos, unas 60 vacas conforman el plantel de animales en ordeñe, de las que diariamente se obtienen entre 1500 y 1600 litros de leche, que son enviados a la firma local Lácteos San Rafael.
Si bien el establecimiento logró hace tiempo cierta estabilidad económica, para los entrerrianos el mayor obstáculo lo planteó la rutina.
“Nosotros no teníamos mayores problemas, pero sabíamos que esto no era lo que queríamos para toda la vida. El problema del tambo es el ordeñe, no es darle de comer a las vacas ni ninguna otra cosa. Es estar todo el día en la fosa. Nosotros tenemos también una granja de pollos, y en vez de invertirle al tambo le metíamos fichas a hacer otro galpón para ir tirando para otro lado. Toda inversión que le hagas al tambo es en hormigón. Son años de trabajo plantados ahí, que no van a servir para más nada si vos lo dejás”, dijo Gonzalo Kemerer en una charla con Bichos de Campo.
Sin embargo, la solución para este desgano y cansancio llegaría a los hermanos desde el lugar más inesperado.
“Allá por 2022 Walter Trossero, que era la persona que nos atendía el tambo, nos hizo la propuesta de incorporar un robot al tambo. El vendía la marca BouMatic y quería traer la primera unidad a la Argentina. Nosotros empezamos a hacernos un montón de preguntas y googleando todo estos robots veíamos que no había ninguna contra, que nadie estaba descontento. Al contrario, eran todas personas felices”, recordó Gonzalo.
-Cuando empezaron a averiguar sobre estos tambos robot, ¿no te llamó la atención que se los asocie generalmente con planteos con muchos animales?- le preguntamos.
-Nosotros teníamos la idea que tiene la mayoría, que el robot es para otros planteos y no, es al contrario. El robot está hecho justamente para los tambos chicos. En los tambos grandes, como tienen más personal y hay una rotación, tienen más días libres. En el tambo chico, familiar, fuiste. Te toca ir todos los días.
-Aún así, se asocia esta máquina con una gran inversión, que muchas veces los campos más chicos no pueden hacer. ¿Ustedes pudieron invertir en esto gracias a la granja de pollos? ¿O finalmente no es cierto que se trate de un equipo tan costoso?
-La realidad es que el tambero es conservador, punto. El tambero va a estar ordeñando como esclavo todos los días, capaz que con barro porque no le hizo un piso de hormigón, porque no le mete un peso al tambo, y sin embargo se va a comprar una camioneta nueva. Eso es lo que realmente aleja a las nuevas generación de la actividad. Los tambos en realidad no cierran por la parte económica, porque nos estamos fundiendo desde que yo tengo uso de razón. Como los maestros nos cobran como la gente de que tengo uso de razón.
-Estonces para vos la crisis en la actividad tambera es parte del escenario. ¿Crees que más allá de esos se pueden hacer cosas?
-Nosotros tenemos momentos buenos y momentos malos, pero vos tenés que saber qué hacer. Si vos en el momento bueno te comprás una camioneta y no comprás la semilla de maíz para septiembre, después quizás no puedas sembrar. Y encima estás pagando una camioneta. Esto es fácil: vos le das de comer a las vacas y ellas te dan de comer a vos.
-Crees entonces que si te sabés organizar con el dinero, aún siendo un productor chico podés comprar tecnología como esta.
-El robot vale lo que vale un tractor de 120 caballos con pala frontal. Nosotros en el 2020 compramos un tractor así y lo pagamos en dos años. No hay nada que pensar. Pudimos comprar el tractor, lo pagamos en dos años. Luego pudimos comprar el robot. No es una cuestión de precio creo. Yo recalco siempre que uno en el patio tiene varias cosas que valen lo que vale el robot, y a las que tenés que subirte para que anden. Este sistema anda por sí solo.
-Ahora que lo tenés instalado, ¿cómo lo ves? ¿Sentís el cambio en tu vida?
-Es espectacular. Lo que más nos cambió es el ritmo de vida. Antes andábamos apurados. Obviamente que al principio tenés que estar las 24 horas hasta que se acostumbran las vacas. Cuando todo empezó a fluir y a andar, nos empezaban a sobrar horas. Antes el día era eterno. Ahora se nos alargaron los días. Lo digo en tono de gracia, pero realmente fue un cambio.
-¿Notás un mayor bienestar en tus animales?
-Los animales son otros. Cambia todo, nos cambió a nosotros y a los animales. Hasta te digo que te empezás a llevar mejor entre hermanos. No es que nos lleváramos mal, pero si demorabas para ordeñar ya se te venía el mundo abajo, te ponías nervioso. Ahora vivimos más tranquilos, sin tantos horarios fijos. Y los animales también, ahora son más curiosos. Antes se ponían nerviosas ante cualquier cambio.
-¿Y notaste alguna mejora en la producción de leche con esto de que brinda mayor bienestar animal?
-La producción de leche aumentó porque el robot da de comer 200 gramos de alimento por litro de leche. ¿Qué pasó? La vaca que se estaban secando, que daban 10 litros, empezó a comer diferente a la que recién tuvo cría. Esa te da 30 litros y la máquina le da 6 kilos. Al otro día le da 35 litros y le sube el alimento. La lleva al tope porque le da el balanceado por producción, cosa que antes no podíamos hacer. Nosotros ordeñábamos de a 12 vacas y a las 12 les dabas 3 kilos de alimento. A la de 10 litros les dábamos mucho y a las que tenían cría y podían dar más leche no recibían tanto alimento.
-¿El robot te permite darles alimento en función de la edad y productividad que tienen?
-Es en función del momento de la lactancia en que esté y de la productividad, exactamente. Eso y que una vaca recién parida se ordeña hasta 3 o 4 veces por día, porque el robot le da permiso de hasta 6 veces si quiere. El ideal sería ordeñar la vaca 3 veces por día, pero en un tambo convencional antes de hacer eso más vale cerrar todo.
-¿En en la zona de San Rafael son todos productores de la misma escala?
-Son todos productores chicos. Quedamos 3 o 4 tambos de 70 animales, y luego hay de 120 a 150. Después hay uno cercano de 400 vacas.
-Esta inversión que hicieron con tu hermano, ¿atrajo a algún curioso en la zona?
-Es difícil porque como te dije también son conservadores. La gente se resiste. Pero espero que eso esté cambiando un poco. Te repito, todos lo ven como algo raro. Y el nombre tampoco ayuda. Tendríamos que hablar de una ordeñadora automática o una máquina de ordeñe voluntario. Cualquier cosa es más amigable que robot, que asusta.
-¿Siguen siendo los únicos que tienen esta marca de robot o ya hay más?
-No, hay otro y se están por poner ya tres más.
-¿Y qué conclusión sacás de todo esto?
-Siempre le echamos la culpa al gobierno, pero la conclusión es que el hijo del tambero no siguió porque no quiere el tambo. La leche puede tener el mejor precio e igualmente ordeñar todos los días es realmente duro. Nosotros el robot lo compramos en mayo del 2022 y en junio de ese año se dio todo el cambio de ministros de economía. ¿Qué quiero decir con esto? Que nosotros lo compramos en la peor época, porque no pensamos en qué gobierno está. Nosotros producimos y tenemos que tratar seguir, porque tenés que seguir produciendo, independientemente de si la situación es mejor o peor. Y a medida que vas vendiendo tenés que ir consumiendo tu sueldo, y si te sobra en pesos lo tenés que ir invirtiendo. Siempre le queremos echar la culpa a otro, o al gobierno, y el tambo es mío, no es de Fernández ni de Milei.
Fotos de Gonzalo y Martin: Campo en Acción
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