Mientras el Juzgado Comercial N° 29 decretó la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), tras el fracaso del intento de salvataje judicial, los trabajadores de la planta de Arenaza, Buenos Aires, ya habían dado un paso clave: el 25 de septiembre se reunieron en asamblea y crearon la Cooperativa de Trabajo Nueva San Andrés Ltda.
El acta constitutiva, firmada por más de 80 empleados, formaliza la creación de la entidad, aprueba su estatuto social y designa una mesa directiva encabezada por José Luis Alfocea. La iniciativa surgió ante la incertidumbre y las demoras en el pago de salarios, como una forma de sostener el empleo.
La resolución judicial publicada esta semana marca el cierre definitivo de una etapa para ARSA, pero también abre otra: la posibilidad de que sus propios trabajadores reactiven la planta bajo un esquema cooperativo.
El grupo ya inició los trámites ante el INAES y busca apoyo provincial para retomar la elaboración de yogures, postres y productos lácteos bajo una nueva gestión.
“Queremos mantener vivo nuestro trabajo y demostrar que la planta puede funcionar”, sostienen los impulsores de la asamblea, Luciano Asad Elías y Laura Fermanelli, en un contexto donde el modelo cooperativo vuelve a ganar protagonismo en la industria láctea argentina.
¿Qué grado de avance tiene la cooperativa?
¿Qué apoyo legal-financiero puede conseguir en medio de la liquidación judicial?
¿Y cuál es su plan de producción para sostenerse en un mercado cada vez más competitivo? ¿Cuál será la fuente de financiamiento?






