Fue en 1988 cuando Fernando Cuadrado dejó de estudiar y comenzó a trabajar en un tambo, en la zona de Pozo del Molle, en el sudeste del departamento Río Segundo, al límite con General San Martín, San Justo y Unión.
“Durante 24 años estuve ordeñando y en no menos de 18 sólo trabajé por la comida; no había margen para inversiones, para cambiar el auto, para nada. Sólo vivíamos con eso”, recuerda Cuadrado.
Y añade: “Esas sí eran crisis. Después vino la soja y ayudó a cambiar un poco el panorama. Hoy no nos podemos andar quejando tanto. En crisis están las empresas que cerraron o se fundieron, en el campo no paramos nunca”.
La referencia de Cuadrado es al panorama complicado que atraviesa la lechería desde el año pasado, producto de que el precio que cobran los tamberos por la leche que entregan a las fábricas no alcanza para cubrir los costos.
Sobre todo los que tienen que ver con el gasto de alimentación para las vacas, que son cada vez más altos producto por la suba de precios de la soja y el maíz en el mercado internacional.
Cuadrado es consciente de esta situación general, pero considera que hay lamentos sectoriales que son exagerados. Y que hay condiciones para seguir apostando a esta actividad.
La muestra es que está finalizando una inversión de tres millones de dólares para dar un salto tecnológico en su establecimiento: la incorporación de un sistema de ordeñe rotativo o de “calesita” que le permitirá una producción más eficiente y, en el mediano plazo, también más grande.
PLANTEO
En la actualidad, Cuadrado posee casi mil vacas en ordeñe, en un tambo tradicional bajo sistema pastoril: se alimentan de pasturas (alfalfas y verdeos), y sólo reciben una suplementación con silos de maíz en otoño e invierno, y entre cuatro y seis kilos por día de alimento balanceado.
A las vacas se las ordeña dos veces al día, divididas en dos rodeos. En promedio, son cuatro personas que manejan un ritmo de 180 vacas por hora. Esto significa que tardan seis horas a la mañana y seis horas a la tarde para cumplir con la tarea.
“Ahora, la calesita tiene capacidad para 60 vacas en simultáneo, lo que nos permitirá ordeñar 500 vacas en una hora, con una sola persona. Es decir, que en sólo dos horas a la mañana y dos horas a la tarde vamos a poder hacer lo que hasta ahora nos llevaba en total 12 horas y con cuatro personas”, destaca Cuadrado.
El sistema rotativo consiste en una “calesita” que gira en sentido antihorario y en el que las vacas van ingresando de a una, el operario les coloca la pezonera y una vez que dan la vuelta completa y son “secadas”. La vuelta tarda entre seis y siete minutos y están listas para volver al campo a alimentarse o a descansar.
Esto, según Cuadrado, constituye un indicador de bienestar animal. “En el sistema actual tradicional, las vacas tienen que estar mucho tiempo esperando en los corrales de ordeñe. Ahora, van a poder ir dos horas antes a comer y también descansar. A la larga, esto redunda en más litros de leche”, menciona.
El proyecto para incorporar el tambo rotativo comenzó a gestarse hace tres años y las instalaciones fueron finalizadas el año pasado. Pero por efecto de la pandemia, como la tecnología es importada, quienes tenían que venir del extranjero a instalarla no pudieron viajar en 2020 y recién pudieron venir el mes pasado.
“Hace 15 días que están trabajando y la plataforma ya está en un 90 por ciento. Estimamos que a fines de junio ya va a estar funcionando”, confía Cuadrado.