Por las demandas que en el mediano plazo en cuestiones ambientales se están imponiendo, el primer tema a tratar en la jornada inaugural de Todo Láctea 2024, en el auditorio Carlos Berra, fue “la agenda ambiental de la lechería argentina”, a cargo de profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Agopecuaria.
Ing. Agr. Gustavo Giménez

De acuerdo a lo expuesto por el referente del INTA Lechero, Miguel Taverna, “la Argentina tiene una ventaja comparativa y competitiva a nivel global, porque estamos partiendo de un ambiente relativamente sano y podemos construir eficiencia, producción y productividad, preservando al ambiente en cuanto a los recursos naturales”. “Tenemos una oportunidad, porque hoy sin hacer demasiado tenemos una emisión muy baja de dióxido de carbono por litro de leche, por lo tanto con manejos que no son complejos nos permitirían mejorar significativamente nuestros números, sin costos adicionales.

La introducción de la forestación en los sistemas productivos puede incluso ayudar a acelerar las mejoras competitivas hacia la neutralidad o negatividad en carbono.

“La lechería no es agricultura, tiene muchas más posibilidades de tener estrategias ambientales”. Taverna remarcó la necesidad de tener normas similares entre provincias, disponer de incentivos financieros para inversiones que sean desarrollados por equipos técnicos.

Tener un enfoque integral de la gestión de efluentes tiene un impacto positivo sobre las emisiones, sobre la captura de carbono, sobre el uso del agua, sobre la generación de valor en general, a partir de la producción de leche.

Analizando “El agua en el sistema tambo”, el Ing. Agr. Gustavo Giménez y el géologo Rubén Tosolini (foto principal), comenzaron a repasar los datos frente a un recurso fundamental y teniendo en cuenta que la lechería tiene impacto en el 18 por ciento de los gases de efecto invernadero y el uso del ocho por ciento del agua, pudiendo revertirse esto si se trabaja en mejorar la eficiencia productiva, en una mejor gestión de los efluentes; y la mejor gestión del uso de la energía.

En nuestro país estamos por debajo de las cifras de emisión de gases de efecto invernadero en comparación con el resto del mundo, tanto en sistemas pastoriles, como en confinamiento. En este sentido, Argentina tiene el compromiso de seguir reduciendo las emisiones, quedando por debajo de 358 Mt y lograr ser carbono neutral para 2050.

La huella hídrica es parte de esta tarea. La huella verde está relacionada a los procesos naturales y la azul, en relación a los procesos, mientras que la que la huella gris está considerada a la acumulación en lagunas de efluentes, al agua utilizada para el proceso de desechos.

La gestión del agua hace a las unidades productivas más o menos eficientes. La huella relativa en nuestros tambos está por arriba de la de otros países que gestionan mejor el agua, pero mejor que otros países de Latinoamérica, que los parámetros de Europa, o los principales productores de leche. La clave está siempre en ser más consientes en el uso del recurso agua.

La seguridad hídrica está dada por la buena gestión de los recursos, requiriendo planificación, que es lo que falta en todos los tambos.

El INTA lleva visitados en la cuenca lechera central 122 campos visitados, con unidades productivas de todos los tamaños, que tienen el problema recurrente de la gestión del agua, para saber a dónde quieren ir, identificando problemas, tomando decisiones adecuadas para obras en cuanto a perforaciones, sistemas de extracción, almacenamiento, demanda y uso. Programar el sistema hidráulico en el campo, para que nunca quede la oferta a más de 200 metros de los lotes de animales.
Así también se mejora el uso y la provisión para las personas que habitan en los campos.

Sobre el “Manejo y tratamiento de efluentes en el tambo”, Karina García, investigadora del INTA Barrow explicó que la gestión de los purines resultantes de la limpieza de la sala de ordeño impactan en el 15 por ciento de los valores de la huella de carbono en los tambos. La gestión del agua influye en el manejo de los efluentes y genera un impacto negativo de proporciones en los recursos naturales, siendo el agua el principal afectado.

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Mientras hay mercados que están evaluando el consumo de alimentos producidos en un marco de calidad ambiental, hay que darle relevancia a la valorización de este aspecto, a evaluar la generación de bioenergía, el aprovechamiento de nutrientes a través de un uso agronómico eficiente, teniendo en cuenta que más del 60 por ciento de los nutrientes que consumen las vacas termina en el estiércol.

Del aproximado de 1,5 millones de vacas al día se generan unas cien mil toneladas de estiércol por día, por lo tanto el sistema de gestión permitirá recuperar nitrógeno, potasio y fósforo. En sistemas pastoriles se puede recuperar hasta el diez por ciento del estiércol, mientras que en sistemas con pistas y drylot permiten avanzar al 30 por ciento, mientras que los confinados recuperan hasta el 49 por ciento de los desechos de los animales.

La evaluación de tecnologías, la aplicación de usos eficientes se tiene que buscar para cada sistema, para cada campo, a partir de la investigación y su aplicación en la extensión, de acuerdo al requerimiento del sistema operativo de cada unidad productiva puntual.

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